Minho
Con Seo Man- do seok enterré mi relación con Seungmin. El dolor que sentía me había llegado por partida doble.
Lee jung suk, mi padre y mis hermanos portaban sobre sus hombros el ataúd que encerraba el cuerpo de mi tío. Yo no tuve valor para hacerlo y caminé cabizbajo tras ellos. Más de uno lo tomó como un gesto deshonroso. Los que de verdad me importaban lo vieron como una reacción ante el dolor.
Felix también estaba entre ellos. Los Kim pensaban que él estaba de su lado, y lo enviaban para que vigilara cualquier movimiento extraño, aprovechando la buena relación que tenía con nosotros. Lo que ellos no sabían era que en realidad Felix los seguía de cerca a ellos.
El padre Matteo abrió las puertas del panteón Lee. Allí, con sus nombres grabados en la piedra de las lápidas, descansaban los cuerpos de nuestros familiares. Seguramente, muchos de ellos estarían ardiendo en el infierno por las atrocidades cometidas en vida.
Suspiré y ahogué un gemido en el momento en que se escuchaba un trueno. Estaba a punto de llover.
Colocaron el ataúd dentro de una tumba de piedra situada en el centro del panteón. Después de la misa, que se oficiaría en un mes, lo retirarían para unirlo a los demás difuntos.
Contuve las lágrimas. Mi tío decía que un Lee no podía ser débil, pero jamás me dijo qué se debía hacer en ese tipo de situaciones. Sentí el calor de los brazos de mi madre acariciando mi espalda. La miré de soslayo y cerré los ojos intentando evitar llorar. Ella sabía lo que sentía. Y también sabía que yo era quien más había perdido.
Seungmin, llevaba dos días sin verlo, sin saber de el. Solo había podido sacarle unas palabras a Felix. En ese tiempo apenas había salido de su habitación. Ni siquiera había asistido a clase; había fingido encontrarse mal.
Bang chan y Lucas (también allí presentes con sus respectivas familias: los Bang y los Wong) estaban preocupados porque tampoco habían podido hablar con el. Seungmin debía estar procesando todo lo que había descubierto: que sus amigos también formaban parte de todo esto.
—Necesito salir de aquí… —le susurré a mi madre con los ojos entelados.
Ella asintió y me acarició el rostro indicándome la salida. Habían sido unos días muy duros, y ver a mi familia (mi abuela tirada sobre mi abuelo mientras gritaba; mi padre mirando hacia el cielo intentando preparar una venganza; Changbin aferrado a su madre) en aquel estado, era demasiado para mí. Todos, absolutamente todos, estábamos desorientados. Nadie podía creerlo.
Miré hacia fuera. Solo había árboles y panteones en un paisaje de invierno. También un silencio que producía escalofríos. La voz del padre Matteo se quedó tras la puerta cuando cerré. Otro trueno rompió la calma y me hizo mirar hacia arriba.
Contemplaba las nubes cuando, de repente, escuché algo. Me sobresalté y enseguida eché mano a mi pistola. Temía que fuera una emboscada.
Pero tras el tronco de un árbol surgieron sus ojos, penetrantes más que nunca. Solté un gemido al verlo. Estaba muy pálido y se le marcaban las ojeras. Se notaba que había estado llorando y que no había dormido mucho.
Cuando me vio caminar hacia el, tragó saliva algo nervioso.
—¿Qué haces aquí? —pregunté susurrando sin atreverme a tocarlo.
Seungmin suspiró y desvió los ojos hacia el suelo.
—Felix me dijo que hoy era el entierro —explicó sin mirarme—. Le pedí que no te dijera nada.
¡Dios!, si lo descubrían allí, tendría problemas muy graves.
—Creí que no volvería a verte.
El tragó saliva y al fin me miró.
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Mírame
FanfictionKim seungmin, un joven adolescente de la alta aristocracia coreana, regresa a Corea tras muchos años de internado sin entender muy bien por qué su familia lo quiere de vuelta. Allí se reencuentra con Lee Min-ho, un conocido de la familia con quien n...