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Me vestí rápidamente y cogí las llaves de mi moto haciendo caso omiso a los insultos que profería la aguda y cabreada voz de yuna detrás de mí. No me importaba que estuviera enfadada; segundos antes, parecía todo lo contrario.

Llegué al garaje y me monté en la moto casi al mismo tiempo que la arrancaba. Yuna me dio un ridículo puñetazo en el hombro al ver que no la escuchaba.

A ver si te enteras. No eres nadie para controlarme. No te pertenezco y tampoco quiero pertenecerte. No quiero nada contigo. Solo es sexo, ya lo hablamos. No hay sentimientos que me aten a ti, no hay nada entre tú y yo. Así que deja de joderme, ¿quieres? -Encorvé los hombros y le indiqué la puerta con un suave gesto de la barbilla.

Las luces de las farolas formaban una línea recta y brillante que yo iba siguiendo a toda velocidad, aunque con el control suficiente para ver cómo las miradas de los transeúntes que paseaban por las aceras se quedaban reflejadas en el retrovisor. No dejaba indiferente a nadie, y si no hubiese tenido tanta prisa, me habría recreado en regalarles algún comentario o gesto obsceno.

Seungmin

Suspiré y acomodé mi pelo con un dedo mientras Felix detenía el coche en doble fila. Me miró sonriente.

-Deja de peinarte ya sabes que estás lindo. Estarlo más seria delito, créeme.

Le miré resoplando. Aquellos cumplidos no me los podía hacer una persona con las características de Felix. Terminaría enamorándome de él.

-¿Por qué no dejas a mi hermano y te vienes conmigo? -le supliqué.

-Lo he pensado, en serio. Aunque la diferencia de edad...

-Solo tienes veinticinco años, Lix -le interrumpí sonriente.

-Bien, entonces escapémonos. Ahora mismo. -Se inclinó hacia delante y me besó en la mejilla-. Que lo pases bien y sé bueno con las chicas.

Solté una carcajada mientras agitaba el pelo. La imagen quedó más imponente gracias a una débil ráfaga de viento.

¡Minnie! - jeongin dió un grito aferrándose a mi cuello.

-¡I.n! -Lo abracé, y volví a oler aquel aroma a Calvin Klein.

Percibí un extraño cambio de apariencia en el. Tenía el cabello un poco largo, pero desmontado y color rosado. Lo que hacía que sus dulces facciones y sus ojos caramelo fueran más intensos.

No me di cuenta de que habíamos comenzado a caminar y ya estábamos atravesando la Plaza. Me explicó un montón de cosas en los pocos minutos que tardamos en llegar a la cafetería. No dejaba de parlotear sobre todos los amigos que había hecho, sobre los chicos que había conquistado, sobre los problemas con su padre y su nueva novia... Aunque este tema quiso tocarlo bien poco.

Minho.

Vi la plaza en cuanto di la última curva. La pelea ya había comenzado... con más gente de la que esperaba. El grupito de han y sus muñequitas había venido acompañado de más acólitos. Nos doblaban en número.

Unas ancianas que pasaban por allí salieron escopeteadas al ver aquel espectáculo de patadas y puñetazos. Me dio tiempo a ver que una de ellas se disponía a telefonear; pronto tendríamos la visita de los policías.

Detuve mi Yamaha YZF R1 negra hincando la rueda delantera en el asfalto de una forma un tanto agresiva. Soltó un chirrido que vino acompañado de una débil humareda blanca, que no me impidió ver cómo uno de los gemelos han, jisung, sujetaba los brazos de changbin mientras peter le daba un golpe en el estómago. Mi amigo jungkook tenía la cabeza de wooyung bien aferrada entre su brazo y las costillas y no dejaba de darle puñetazos. Otro muchacho saltó sobre él, pero jeon se zafó rápidamente sacudiendo los hombros. Nadie quería pelearse con jooyeon. Era un tío de metro noventa, grande y muy fuerte. Costaba adivinar que tuviera dieciocho años.

Peter, el otro gemelo, y otros dos niñatos más intentaban retener a beomgyu. Este sonreía mientras los esquivaba. Beomgyu era pequeño y muy escurridizo, así que en una pelea lo único que podías hacer era correr tras él.

Sin embargo, lo que más me molestó fue ver que un muchacho, rezagado del problema, grababa la pelea desde su móvil.

Apreté los labios mientras me bajaba de la moto tirándola a un lado. Solo llevaba unas semanas con ella, pero no era la primera vez que rompía algo. Qué más daba, podría comprarme otra cuando quisiera.

Me lancé sobre el muchacho, que no me había visto llegar. Le arranqué el móvil y, con él, le di un puñetazo en la cara. El aparato se hizo trizas entre mis dedos. Cayó al suelo fulminado; uno menos.

Ahora jisung era mi objetivo y fui a por él con decisión. Levanté la pierna y la lancé contra su pecho con tal fuerza que lo tiré al suelo. Al caer, pude oír un pequeño gemido. No dejé que se levantara, salté sobre él y le di un puñetazo que impactó en la mandíbula. Su cabeza rebotó contra el suelo, y el labio y la nariz comenzaron a sangrarle. Aun así, sacó fuerzas de donde no las tenía para revolverse y empujarme. Caí y se colocó sobre mí. Changbin desvió el golpe que iba a darme con una patada. Aquel simple gesto hizo que yo volviera a darle otro puñetazo. Lo que no esperaba era que wooyung se zafara de los brazos de jooyeon y me diera una patada en la ceja.

Noté cómo la sangre se deslizaba por mi cara, pero eso no impidió que me lanzara sobre él. Le di un puñetazo en el estómago y comencé a pegarle en la cara mientras gritaba.

De repente, se oyeron las sirenas de la policía acercándose. La jodida llamaba de las viejas había sido muy efectiva. Era el momento de salir huyendo, pero no podría hacerlo en la moto porque venían por esa dirección.

Changbin tiró de mí con fuerza y me puso en pie.

-¡Vamos, tenemos que irnos, minho! -gritó jeon comenzando a correr.

Beomgyu le siguió y, tras ellos, los gemelos y el muchacho del móvil, que iba sangrando.

-¡Minho! -chilló changbin.

Jisung, ya de lejos, me observaba con una sonrisa fanfarrona y mirada interrogante. Sabía que ahí no terminaba la cosa. Se había atrevido a tocar a mi hermano y a mis amigos, y eso no lo podía consentir. Me encargaría de él en cuanto se volviera a cruzar en mi camino.

Estás muerto, hijo de puta! -clamé antes de sentir como bin me obligaba a correr.

Una patrulla apareció cortándonos el paso justo cuando íbamos a cruzar la calle. Reboté contra él y me impulsé hacia delante saltando sobre el capó. Retomé velocidad y dejé al policía saliendo del coche. Changbin retrocedió y se perdió entre los árboles. Por suerte, la atención no estaba puesta en él... sino en mí.

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