- Atar -

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¿Por qué no le dijeron a Ace que pelear era la peor opción de todas para evitar ser secuestrados? Ahora estaban separados en la maldita isla. Deuce quería llorar. ¡Qué hijos de perra! Los habían separado en la pelea. ¿Dónde estaba su familia? ¿Por qué estaba tan solo? ¿Era momento para hacerse preguntas? Pues claro que no, estaba corriendo de este tal Jozu.

Ven aquí, vamos... no te voy a hacer nada - Jozu se detuvo con las manos arriba cuando finalmente acorraló al chico en una cueva.

¡Como si secuestrar a la gente no fuera a hacer algo! - Deuce dio otro paso atrás y escuchó una explosión del otro lado de la isla. - ¡Hermano! - Sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas y solo quería correr a buscar a su familia, pero los brazos de Jozu lo atraparon en el camino.

¡No, está bien! - Jozu se sentía mal por asustar tanto a estos Omegas. Tiró a Deuce hasta el suelo mientras el chico luchaba para escapar. Lentamente se calmó y, del cansancio, se quedó dormido. - Si están así de unidos, vamos a tener problemas - Jozu apreció a su nuevo hermano y se sintió mal por hacerlo llorar. Cuando todo se arreglara, le compensaría esto al menor.

Ace estaba peleando en medio del bosque contra Barba Blanca. Lo estaban tirando al suelo con los terremotos, pero él se levantaba una y otra vez.

¡Oyaji, ya tenemos a todos, solo falta Ace, yoi! - El fénix habló desde el cielo, y Shirohige le dio la orden de regresar y alejarse.

¡Suelta a mis hermanos! - Ace encendió su fuego y sorprendió a Shirohige al ir esta vez con todo y golpear bien. Claro que sí, era nivel comandante después de todo.

Está bien, niño, cálmate. No les voy a hacer nada. También son mis hijos - Ace gruñó. Parecía un gatito salvaje. - Ven... solo quédate quieto, no luches.

¡Estás jodidamente loco si crees que me voy a quedar quieto mientras tratas de quitarme a mis hermanos! - Ace fue lanzado otra vez al suelo cuando intentó defenderse.

¡Niño, cálmate! Solo te estás lastimando. No quiero hacer esto por las malas - Shirohige nunca había tenido a un mocoso que luchara tanto.

¡Estábamos muy bien sin que tú te metieras en nuestras vidas! - Ace se levantó apenas con la fuerza que le quedaba en las piernas. Ya estaba lleno de lodo.

¿A qué te refieres? - Esas palabras llamaron la atención del hombre más fuerte del mundo. Si bien sus hijos eran usualmente rebeldes o tímidos al llegar a casa, todos querían conocer su lugar de destino. Pero ellos parecían realmente no querer siquiera conocerlos.

¡Tu marca no nos ha traído nada más que malos momentos, abusos, golpes! ¡Maldita sea, a Cornelia querían venderlo por tener tu jodida marca! - Eso generó una furia dentro del corazón de Barba Blanca, no contra el mocoso que trataba de pararse y luchar por su familia frente a él.

Si no con esas personas que se habían atrevido a atacar a sus hijos cuando aún no estaban bajo su protección. Por eso podría no haberlos conocido, podrían haber muerto, y él jamás se habría dado cuenta de que había perdido una parte de su familia.

¿Habían intentado vender a uno de sus hijos? Por culpa de esos insectos de la sociedad, sus hijos no querían estar relacionados con su hogar de destino. Cuando esto se arreglara, obtendría nombres, y esas ratas de la humanidad iban a sufrir tanto antes de morir, que desearían no haber intentado nunca tocar a ninguno de sus mocosos. Aunque no los conociera, no importaba si estuviera en el otro lado del mar. Él era su padre, él los cuidaría. Ahora estarían bien, aunque arreglar las cosas fuera difícil. El primer paso es subirlos al barco y demostrar que son dignos de su confianza.

Miró al niño otra vez. Sus piernas tenían cortes y hematomas. No quería seguir con esto. Iba a terminar rápido y suave. Parecía que este mocoso iba a ser igual que Thatch cuando llegó al barco. Esperaba que este no lo mordiera...

Lanzó un terremoto leve, con fuerza medida, a la parte trasera de la cabeza del chico. Inmediatamente cayó al suelo noqueado. Tomó al niño entre sus manos, como si fuera algo muy delicado. Aunque para tratar esas heridas iban a tener que atarlo. Llegó al barco, y apenas sus hijas terminaron de curar al niño, lo ataron en la cama.

Sabía que si lo soltaba apenas se despertara, iba a atacar a alguien y salir corriendo.

¿Qué hacemos con los otros? ¿No sería mejor separarlos, yoi? - Marco miraba a su padre, que miró al mar para pensar un poco mejor. Estos niños eran un caso especial. Si bien demorarían más en ayudarlos si estaban juntos, tomando en cuenta sus reacciones, lo mejor no sería separarlos.

No, póngalos en la enfermería también. Y ya saben cuáles serán sus habitaciones. Aún no sabemos cuáles son sus habilidades. Además, separarlos solo hará que nos rechacen más - Sus hijos asintieron ante las palabras sabias de su padre.

Sí, cuando a mí me separaron, de verdad me enojé - Izo recordó esos momentos. Sí que estaba asustado y preocupado por sus compañeros.

Me mordiste, yoi - Thatch miró a otro lado porque él también había mordido a un par, contando a oyaji.

Te lo merecías por confianzudo - Izo se escondió en su abanico.

Sí, eres fácil de morder. Hasta Stefan te ha mordido, Marquitos - El hombre con cabeza en forma de piña suspiró.

Me sentí mal por asustar al que se llama Deuce. De verdad estaba llorando y solo quería ir a ver a sus hermanos. Aunque corre rápido y es bueno escondiéndose - Jozu se dejó acariciar por su padre.

Está bien, hijo. Pero apenas todo esto se termine, vamos a tener que saldar cuentas con algunos animales. Haruta, quiero que estés al pendiente de cualquier información que suelten sobre su pasado, hijo - El hombre vio cómo los ojos de sus hijos se oscurecían. Todos sabían lo que eso significaba.

Sí, oyaji - Haruta se iba a poner manos a la obra apenas tuviera oportunidad.

Fuego [Omegaverse][Finalizado][Corregido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora