Miré a Jihoon, sonriendo. Por fin íbamos a tener nuestra cita y por eso no quería estropearlo confesando mis preocupaciones. Se las contaría al día siguiente. Jeonghan me había pedido que enseñase a disparar a Chan y algo de autodefensa. Él, que era el hombre más pacífico que había conocido, me había pedido que entrenase al psicólogo para poder defenderse. Eso solo me hacía ver que se trataba de un peligro grave. No sabía la historia ni quien era el hombre del que huía, pero no debía ser bonito. Aun así, todo podía esperar. Jihoon era mi centro en aquel momento.
Llegamos a la ciudad a hora punta. Por suerte logramos aparcamiento cerca de un restaurante griego, su comida favorita. El beso que me gané hizo que las horas de búsquedas para dar con el lugar perfecto mereciese la pena. Di mi nombre para la reserva y la camarera me condujo hasta nuestra mesa. El lugar estaba lleno de fotos de Gracia, aunque no supe ubicar el lugar, debía ser el pueblo de los dueños. Comimos Moussaka y bebimos vino mientras hablábamos de cualquier tema que fuese surgiendo: cine, videojuegos, trabajos, animales... Mientras hablaba sobre el rancho y lo bien que se sentía viviendo allí vi la oportunidad para traer a colación el tema que habíamos obviado desde que me recordó.
—¿Te gustaría volver? —Le pregunté, aunque sabía su respuesta.
—Yo... —Miró sus manos, tragó saliva y suspiró—. No, no lo siento un hogar ya. Es solo un recuerdo borroso. Además, solo quedas tú allí.
—Lo sé, pero quería asegurarme antes de decirte esto —Besé su mano tomándola entre las mías—. Mi hogar siempre ha sido contigo, funcionemos o no como pareja, siempre lo será. Si te quedas, me quedo.
—¿De verdad? ¿Te quedarías aquí?
—Me gusta el pueblo, es acogedor. Es buen sitio para empezar de cero. Si me vuelvo, además de no tenerte a mi lado, todo sería un recordatorio de mis compañeros y de todo lo que había salido mal ¿Y de verdad crees que voy a prosperar en casa de mi padre? Gano antes, trayéndolo aquí. Puedo acabar mi terapia, pensar que quiero hacer con el resto de mi vida y, sobre todo, estar contigo.
Jihoon me observó fijamente tratando de ver la verdad en mis palabras. Saltó de su silla y se sentó en mi regazo sin preocuparse de los demás. Con los recuerdos, iba recuperando su confianza y lo adoraba. Me besó con delicadeza, disfrutando cada segundo de ello.
— A la mierda ir lento, daddy. Te quiero en mi vida. Hoy coges tus cosas y te mudas a nuestro cuarto —Dijo serio, llenándome de ternura.
—Te quiero, Jihoon, te he querido desde que te conocí. Lo nuestro ya era lento, podemos pisar el acelerador.
Volví a besarle tragándome su te quiero. Ahora solo tenía que terminar de convencer a mi padre de que El Valle era bueno para él. Tras otro beso, Jihoon regresó a su asiento y terminamos de comer entre risas por anécdotas que él quería que le contase para seguir conociéndose través de mis ojos. El médico le había dicho que no esperase recuperarlo todo. Ya había progresado más de lo que habían esperado y era un milagro, pedir más era demasiado.
Cuando terminamos fuimos a una tienda que nos recomendó Seungcheol donde vendían productos para diversos fetiches de la comunidad BDSM. Michael fue muy amable mientras nos mostraba baberos, chupetes, pijamas y juguetes que pensó que le gustarían a Jihoon. Una vez pagado y con nuestras bolsas en las manos fuimos al cine a ver la última peli de acción en cartelera. Compramos bebidas, palomitas y chocolate y disfrutamos de una agradable tarde entre besos robados, roces de mano y risas. Adoraba verle concentrado cuando le gustaba las películas. Se mordía el labio y no dejaba de observar cada detalle, pero lo que más me fascinaba era salir. Comentaba cada minuto tan entusiasmado que me dejaba embelesado.
Había ido con él al cine tantas veces que había perdido la cuenta, pero aquel día fue el mejor de todos porque podía tocarle, mi mano se mantenía constantemente en la suya. Podía besarle, disfrutar de esa faceta que solo veían los demás, el Jihoon de cita, el de pareja. Era como siempre, pero mucho más intenso. Teníamos la amistad y más, todo lo que había soñado que sería estar con Jihoon. Sintiéndome feliz y ligero, le prepararé un baño al volver a casa que disfrutó con sus nuevos dragones acuáticos. Había llegado el momento de que olvidara el estrés del trabajo y de sus problemas como era habitual en él con cada turno. Lo vestí con su nuevo pijama de patos y lo observé jugar feliz. Era puro placer verle liberarse, su rostro se suavizaba, su risa era más ligera y su cuerpo se destensaba. Era libre y eso ocurría porque sabía que iba a estar ahí cuando me necesitase. Yo me encargaba, él podía dejarse llevar.
—Oppa, oppa, mira —Me dijo enseñándome como había logrado construir una gran torre.
—¡Alaaa! Es enorme —Le dije.
—Construyo igual que oppa —Me dio un beso en la mejilla y volvió a su sitio en el suelo riendo.
La torre no duró mucho, pronto la derrumbó para poder construir una nueva. Seguimos jugando hasta la hora de la cena donde volvió a querer ser adulto y charlamos con la familia y los inquilinos. En un momento dado miró el teléfono e hizo una mueca, pero cuando pregunté me dijo que todo estaba bien y lo dejé estar. Hoy era nuestro día y los problemas podían esperar un poco más.
Esa noche Jihoon me desnudó lentamente, provocando, seduciéndome. Me dejó sentando en el borde de la cama arrodillándose frente a mí. Sus ojos brillaban mientras sostenía mi erección y se la llevaba a los labios, esos labios que tanto me atraían y me hacían soñar despierto. Comenzó lento, un leve roce, una suave caricia de su lengua. Buscaba mis súplicas, quería que me derritiese a sus pies. Ninguno de los dos tenía prisa. Habíamos esperado mucho tiempo y sabíamos lo que era la paciencia, queríamos absorber todo detalle. Poco a poco fue introduciendo la punta y mis manos se fueron automáticamente a su pelo, atrayéndolo un poco más. Lo mejor era su mirada, constantemente pendiente de mí. Quería que supiese que era él, que era yo, que éramos nosotros. Los movimientos de su boca sobre mi erección fueron pura tortura. Mis gemidos eran incontrolables y mis manos tiraban de su pelo. Me deshice más rápido de lo esperado como un adolescente en su primera experiencia.
—¿Puedo...? —Pregunté con la respiración agitada.
—Otro día —Me besó mezclando nuestros sabores—. Me he ocupado yo.
—Quiero repetirlo todos los días —Le dije notando como el sueño me atrapaba ¿Por qué siempre me pasaba lo mismo? Me dejaba cansado con muy poco—. O ahora ¿Podemos repetir?
—Intenta mantenerte despierto y lo mismo lo hacemos —Rio y volvió a besarme—. Vamos a limpiarnos y dormimos un poco.
Dormimos abrazados poco después, aunque una vez más me quedé dormido antes de que él pudiese limpiarme. No importaba, sabía que Jihoon me cuidaba en esto igual que yo le protegía su lado Little. Éramos un equipo. Era mi persona, el hombre con el que siempre había soñado.
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Los hombres de El valle 2 - El militar y el olvido (Soonhoon) [+18]
RomanceSoonyoung ha tenido un secreto durante años, pero las circunstancias siempre le impiden confesarlo. Tres años después de una pesadilla tras otra y con una carga emocional sobre sus hombros por los efectos secundarios de su tiempo en el ejercito, enc...