Mi hijo había decidido hacer de mis días de jubilación temprana una tortura. Estaba completamente seguro de ello. Mientras observaba el perfil que me había creado en su famosa aplicación, el Tinder o Blinder o Sinder, confirmé que estaba tratando de acabar conmigo. Había miles de personas y yo que no había estado en una situación como aquella nunca, me sentía perdido, ahogado entre los miles de mensajes que encontraba. Él, desde el rancho, había creado mi perfil y había comenzado a buscarme candidatos porque decía qué si me dejaba el futuro a mí, acabaría enterrado con mi tablero de ajedrez. La última vez que conseguí una cita había sido con su madre. Eran otros tiempos. La había visto entrar al taller y pensé que mi corazón explotaría en el pecho. Era hermosa, la persona más bonita que había conocido ¿Y su personalidad? Era de otro mundo. Descubrí pronto que éramos almas gemelas, nos fuimos lejos de aquel pueblo que nos consumía a los dos y pudimos disfrutar de la ciudad sabiendo quienes éramos, sin prejuicios, sin ocultarnos secretos. Soonyoung fue un regalo. Éramos felices los tres hasta que ella nos dejó. El cáncer se la llevo pronto y yo me quedé herido, con un niño que me recordaba a ella. No quería que le ocurriese nada, no quería que sufriese daños y al intentar proteger su corazón, acabé haciéndoselo yo. Me había sentido tan culpable que durante años no di mi brazo a torcer. No fui a verle, no le pedí perdón, pero luego llegó la llamada: "había desaparecido en combate", dijo su jefe. Pensé que moriría allí mismo, pero luché, seguí en pie porque tenía la esperanza de que volvería.
Ahora que estaba vivo, que volvía a estar a mi lado y que me había perdido por ser un idiota asustado, quería verme feliz. Era lo único que me pedía, pero yo miraba la aplicación y suspiraba pensando que era una tortura. «Es lo último que puedes hacer por él», me dije a mi mismo antes de abrir uno de los primeros perfiles que me llamaron la atención de quienes me habían escrito. Lo primero que me encontré fue un pene en todas sus dimensiones. «Oh, dios mio», pensé avergonzado y completamente perturbado por aquella imagen. Sin embargo, era incapaz de apartar mis ojos de ella. Me recriminé a mí mismo por mi comportamiento antes de pasar por fin al siguiente perfil. Por suerte, esta vez, parecía un hombre decente. Sesenta años y le gustaba la carpintería tanto como a mí.
Oscar: Hola, ¿Qué tal estás? Veo que te gusta la carpintería ¿Sigues trabajando?
Junsoon: Buenas tardes, bien, tratando de descubrir cómo funciona esto. Ya no, tuve que dejarlo, pero de vez en cuando vuelvo a mi taller como hobbie.
Una semana después....
Me miré al espejo con reticencia. Llevaba una camisa blanca con unos vaqueros y mis mejores zapatos. Me sentía un impostor con aquella ropa. Era como si me hubiese vestido con la ropa de mi hijo. Suspiré, inseguro. Tenía que fiarme de los consejos de la juventud, pero, aun así, era extraño. Era la primera vez que tenía una cita desde que murió mi mujer. Habían pasado veinticinco años en los que ni siquiera había buscado el consuelo de una noche. Nunca había sido mi escena y el dolor era tan profundo que no me había sentido con fuerzas para nada. Quizás, cuando todo se tranquilizase y Soonyoung volviese a casa, podría ir yo a ese rancho mágico del que tanto hablaba. Tal vez, eso haría menos difícil dar este paso.
—Oh, por favor, papá, quita esa cara. Estás precioso —Me dijo el hijo en cuestión desde la videollamada—. Sé que te gustaría llevar algo más cómodo, pero esto es lo que se lleva a una cita. No te voy a dejar usar una de tus camisetas de ajedrez.
—De pequeño te gustaban —Me quejé provocando su risa.
—De pequeño no tenía gusto por la moda —Me dijo. Se le veía mucho más relajado que cuando salió del hospital. El aire del campo le estaba sentando mal.
Había estado hablando con Oscar durante la semana hasta que decidimos que era el momento de pasar a la siguiente fase. Nos íbamos a ver en un conocido bar de deportes de la ciudad al que me gustaba ir. Sus alitas de pollo y sus hamburguesas eran mi premio cuando necesitaba un poco de confort. A Soonyoung le encantaba ir cuando era pequeño. Tal vez debería volver a llevarle cuando volviese a casa.
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Los hombres de El valle 2 - El militar y el olvido (Soonhoon) [+18]
RomanceSoonyoung ha tenido un secreto durante años, pero las circunstancias siempre le impiden confesarlo. Tres años después de una pesadilla tras otra y con una carga emocional sobre sus hombros por los efectos secundarios de su tiempo en el ejercito, enc...