Miré el trabajo que habíamos hecho hasta ahora y sonreí orgulloso. Habíamos comenzado a levantar las paredes con la ayuda de quién tenía momentos de libertad con el resto de los trabajos. Mi padre apoyó su mano en mi hombro y la apretó con cariño, sabía, porque me lo había repetido muchas veces desde que me había visto con la madera que él también se sentía orgulloso, por mí, por el hombre en el que me había convertido. Ya no solía callarse cuando tenía que halagarme o quería comunicarme lo mucho que me quería. Lo había hecho una vez y acabamos creando esta enorme distancia, así que no lo había vuelto a hacer desde que le llamaron diciendo que estaba vivo.
—¿Qué más queda por hoy? —Me preguntó observando lo que quedaba por hacer en los planos que nos habían pasado. Uno de los clientes de Jeonghan era arquitecto y no había dudado en hacernos el favor.
—Queda una hora para que nos llamen a comer, creo que aún podemos cerrar otro lado más ¿Qué me dices? ¿Puedes?
—Claro que puedo —Me enseñó las manos—. No me esfuerzo más de lo necesario, no como otros —Aprovechó para amonestarme porque la mayor parte del tiempo tenía que decir él de descansar cuando veía que no podía mantenerme en pie mucho más.
—Estoy intentándolo —Murmuré—. Pero es difícil tener que parar de vez en cuando. Aunque gracias a Jun puedo estar sin dolores más tiempo.
—Eso no quita que hay que descansar —Me dijo mientras cogíamos uno de los tablones recién cortados y pulidos para colocar—. ¿Cómo vas con Jeonghan?
—Bien, es bueno en lo que hace. Te hace sentir escuchado.
Asentí, confirmando mis palabras. Era algo que agradecía del cambio. Mi terapeuta del hospital solía tratarme como alguien sin sentido que no sabía lo que decía e imponía sus métodos, en lugar de escucharme. Por no hablar de su intento de alejarme de mi estilo de vida o cómo trataba de reforzar la distancia que había entre mi padre y yo. Jeonghan, no. Habíamos hablado varias veces en la semana y había avanzado bastante hasta el punto en el que le había contado todo lo que había sucedido, hasta el más mínimo detalle. Ese día, Jihoon me abrazó toda la noche y fue paciente cuando las pesadillas llegaron. Fue un día duro, justo después de nuestra primera cita, pero mereció la pena, porque Jeonghan me hizo ver cómo mis actos no podían haber sido diferentes. No era mi culpa, era de aquellos que me habían dañado que estuviese en aquella posición. No era débil, era fuerte por haber logrado sobrevivir. Me había pedido que emplease una libreta para escribir todo lo que agradecía de estar vivo y que cada vez que recordase algo nuevo, lo pusiese. No solucionaba todos los problemas, pero me ayudaba a sentirme más seguro y saber que la vida podía seguir avanzando, mientras yo me recuperaba.
—Me alegra, hijo, este es un buen lugar —Me dijo sonriendo mientras me sujetaba la tabla al tiempo que yo la atornillaba bien.
—Hablando de buen lugar ¿Has visto que bonitos son los campos al atardecer? Son buenas vistas para hacer yoga. ¿Has conocido ya a alguno de los habitantes? Son muy amables todos. Mi favorito es Seokmin, del restaurante, siempre está feliz y te contagia. Además, su madre hace unos canelones para morirse —Seguí contándole todas las ventajas que tenía el pueblo sin mencionar a William, aunque ya nos habíamos encargado Seungcheol y yo de que tuviesen comidas juntos para que siguiesen afianzando. Por el momento no había ocurrido nada y era frustrante. Quería lograr darle razones para que se quedase en El Valle y estuviese a mi lado.
—Cariño, deberías montar una agencia de viajes —Me dijo mi padre tiempo después cuando volvíamos al rancho para comer—. Se te da bien vender destinos.
Pese a la diversión en su voz, no hubo muestra alguna de que hubiese decidido oír mis palabras y pensar en El Valle como su nuevo hogar. Resignado, besé su mejilla y ocupé mi lugar en la mesa. Mientras comíamos Jihoon me mandó un mensaje deseándome una buena tarde. Habían parado ellos también a comer y parecía ser un día tranquilo, aunque más movido que sus primeras veinticuatro horas de trabajo. Me alegraba saber que estaba disfrutando. Era bueno verle sonreír cada vez más. Además, los ratos que pasaba fuera me servían para unirme a los demás, conocerlos un poco más y hacerme a la idea de que ahora éramos una familia mucho más amplia que cuando me marché a mi última misión.
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Los hombres de El valle 2 - El militar y el olvido (Soonhoon) [+18]
RomanceSoonyoung ha tenido un secreto durante años, pero las circunstancias siempre le impiden confesarlo. Tres años después de una pesadilla tras otra y con una carga emocional sobre sus hombros por los efectos secundarios de su tiempo en el ejercito, enc...