«Desaparece»
«Te estoy avisando. No quiero oír hablar de ti»
«Deberías estar muerto»
«Jihoon, cierra el pico. Te estoy vigilando»
«No has desaparecido todavía. No sabes lo que te espera»
«¿Te crees que la falta de memoria va a salvarte?»
«Prepárate. Te avisé»
«Eres hombre muerto»
Había llegado el sábado, mi siguiente turno de veinticuatro horas, tras una semana de llamadas y amenazas. Después de haber ocultado la primera pensando que era una broma, no me veía capaz de explicar las demás. Me limité a borrar los mensajes conforme llegaban e ignorar las llamadas. Ayude a Julia con un parto y un caballo herido, además de realizar diferentes trabajos por el rancho. Soonyoung y yo trasladamos sus pertenencias a la que iba a ser nuestra habitación, fuimos a montar a caballo con los demás e hicimos el amor tantas veces que llegué a la estación tan satisfecho que parecía brillar. Todo iba bien, todo menos aquellas amenazas. Por eso fui al capitán en cuanto me coloqué el uniforme.
—Por favor, no me vayas a decir con solo un día que me cambias de estación —Me amenazó —. No acepto tus traslados a las —Miró el reloj—. 7:30 de la mañana o nunca.
—Tranquilo, capi, que no me voy —Me senté en la silla frente a su escritorio.
—Pero si que cas a romper mi regla de: "No malas noticias antes de las doce" —Suspiró e hizo un gesto para que empezase a hablar.
Le expliqué lo que había recordado ese miércoles y como después recibí la siguiente llamada, aunque no tuviese ninguna relación pensé que era mejor decirlo todo. Después le expliqué como no había parado en ningún momento. Había pasado de lo que parecía simples mensajes vacíos a amenazas serias. Le comenté por qué no había dicho nada antes, pero ahora sospechaba sobre todo lo que me rodeaba.
—Ya no lo parece, no —Asintió dándome la razón—. Dice tu nombre constantemente, sabe que has anunciado que no recuerdas y no quiere que hables sobre algo —Me miró pensativo—. Este es nuestro culpable. Por esto no quería que lo supiese nadie. Ahora estás en peligro —Se pasó la mano por el pelo y suspiró—. No vamos a dejar que pase nada, vamos a llegar al centro de todo. Ese incendio no fue casual y esto lo confirma.
—Y yo debería ser exactamente lo que pasó —Continué por él—. Ahora que se ha descubierto que sigo vivo, soy una amenaza para él.
—Ten cuidado, Jihoon. Lo último que ha dicho era un ultimátum y puede pasar cualquier cosa. Quizás...
—No voy a irme a casa, capi, y menos cuando os falta gente —Le corté antes de que tratase de protegerme—. Irá bien.
—Sois unos cabezones, todos, sin excepción —Suspiró el capitán una vez más_. Vamos a avisar a los demás que sepan que deben estar pendientes.
Se levantó de la silla y me acompañó hasta la sala de estar donde todos disfrutaban de su desayuno. Explicamos todo lo que había ocurrido y las amenazas que habían sufrido. Cuantos más ojos, mejor.
—¿Creeis que puede intentar matarte...? —Preguntó Angelo. No dijo "de nuevo", pero estaba en la mente de todos, tanto o más que la mía.
—Puede ser —Dijo el capitán—. Por eso quiero que uno de vosotros esté siempre con Jihoon.
—Eso está hecho —Dijo Broody con una sonrisa confiando que podía protegerme. Era muy tierno.
—Sois peor que mis hijas —Respondió el capitán—. Al menos ellas solo tienen diez años.
—Ya llegará el día en el que sean adultas, capi —Le dije riendo—. Prepárate, porque pueden querer seguir tus pasos.
El resto del día trascurrió con normalidad. Limpiamos la estación, los camiones y atendimos algunas llamadas: humo en una cocina, una caída jugando con patines, un infarto y de nuevo el gato de la señora Flowers haciendo de las suyas. Todo tuvo un final feliz. No hubo una mayor dificultad y pudimos tener nuestras comidas tranquilas. Al menos eso pensaba. Cuando estábamos preparando la cena Angelo y yo, sonaron las sirenas de la policía y los oficiales entraron con paso firme. No se trataba de alguien del pueblo, eran oficiales de la ciudad. Lo sabía porque eran los mismos que habían estado en el hospital cuando dispararon a Seungcheol.
—¿Lee Jihoon? —Preguntó el hombre.
Las risas se habían detenido en cuanto sonaron las sirenas, pero cuando me nombraron, las miradas eran de pura preocupación. El capitán puso su mano en mi hombro cuando anuncié que era yo ¿Habría pasado algo con el rancho? ¿Sería Seungcheol? ¿Pero por qué iban a buscarme a mí la policía? Me habría llamado alguien de casa, después de que a ellos les buscaran.
—¿Qué ocurre oficial? ¿Por qué busca a mi tiente? —La tensión era palpable en el capitán.
—Estamos aquí para arrestarle, capitán —Palidecí ante sus palabras. Aquí estaba. Esta era la amenaza. No había dejado la estación y vuelto al mundo de los muertos, ahora iba a pagar las consecuencias. Sin embargo, no iba a quedar así. Algo bueno de este año era que tenía un abogado en mi vida.
—¿Puedo saber por qué? —Pregunté al oficial antes de girarme al capitán—. Llama a Seungcheol, esta es su tarjeta —Le di la pequeña cartulina con su nombre, su teléfono y la dirección del bufete.
Mis compañeros se levantaron a la defensiva, pero les hice un gesto para que se tranquilizasen. Lo último que necesitábamos era un arresto masivo al cuerpo de bomberos. Había sobrevivido cuando parecía imposible. Había recuperado partes de mi memoria cuando todo el mundo decía que solo un milafro podía lograrlo. Había conseguido estar con Soonyoung cuando pensaba que nunca pasaría. Si todo había sido posible, también saldría de esto. No les hice esperar mucho más y extendí mis manos alejándome del capitán. El oficial me esposó ágilmente y procedió a leerme mis derechos.
—Lee Jihoon, queda arrestado por incendio provocado y homicidio. Tiene derecho a permanecer en silencio, todo lo que se diga podrá ser usado en su contra. Tiene derecho a un abogado y, si no tiene uno, se le asignará de oficio...
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Los hombres de El valle 2 - El militar y el olvido (Soonhoon) [+18]
RomanceSoonyoung ha tenido un secreto durante años, pero las circunstancias siempre le impiden confesarlo. Tres años después de una pesadilla tras otra y con una carga emocional sobre sus hombros por los efectos secundarios de su tiempo en el ejercito, enc...