Extra III - Junsoon

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Habíamos tenido dos citas más. La primera fue en un restaurante de la ciudad y la siguiente una excursión a una cascada idílica. Buscábamos la discreción, una pequeña venganza para los chicos que trataban de unirnos con comidas en el rancho en las que coincidíamos de casualidad, para nada planeado por ellos. Tras la segunda cita de la semana lo volví a invitar a mi casa y disfrutamos de la segunda noche de placer mutuo, espantando la soledad y devolviéndome unas emociones que creí enterradas. Tras esa noche decidimos dejar de fingir ir despacio. No teníamos edad para juegos y no sabíamos cuánto tiempo tendríamos. La vida era corta, más si eras mayor. Si no nos quedábamos en mi casa, era en la suyo. Le dejaba el desayuno y el café preparado antes de conducir al rancho para trabajar con mi hijo que trataba de sonsacarme información. Cuando volvía para el almuerzo, salvo cuando nos juntaban en el rancho, nos reuníamos en su despacho y reíamos como adolescentes al tratar de escondernos de Seungcheol. ¿Se lo íbamos a contar? Por supuesto, pero queríamos jugar con ellos, hacerles sufrir un poco más. Además, aquel sábado nuestro secreto era el menor de mis problemas.

—¿Estás seguro de que tu hijo no es Jihoon? —Me preguntó William tratando de aguantar la risa mientras se ajustaba la corbata en el espejo de la entrada y yo tapaba los platos con papel albal.

—No te burles de mí —Le lancé un paño de cocina que esquivó fácilmente y se acercó para abrazarme por la espalda, apoyando la barbilla en mi hombro.

—Todo irá bien —Besó mi mejilla —Has venido una vez a jugar con nosotros y los chicos te adoran.

—No es lo mismo. No me presentaste como tu pareja y hoy sí.

Habíamos estado una tarde jugando al ajedrez y en cuanto William les dijo que era su amigo, me acogieron con rapidez. Me estuvieron vendiendo el pueblo para que decidiese mudarme allí insistiendo bastante en que, si me llevaba a Jihoon, me perseguirían en el más allá. Eran un grupo divertido y diferente, un tanto excéntricos, algo que parecía ser la norma en aquel pueblo. Pese a la gran acogida que tuve ahora iba a casa de Adam para una de sus reuniones. Conocería a sus mujeres y me verían como lo que declaramos ser la noche anterior: pareja.

—¿De verdad crees que no se han dado cuenta de que eres mi "amigo" especial? —Rió, el sonido reconfortándome—. Mis amigos son ellos y mi trabajo, presentarles a alguien de pronto es una fuerte alarma —Me dio la vuelta y me besó con suavidad—. ¿Por qué crees que tratan de convencerte de un cambio de residencia?

Le di un golpe a su brazo y el sonrió como un niño travieso que había sido descubierto. Le había visto por el rabillo del ojo estirar la mano a la bandeja de rollos de canela que había hecho. Llevaba toda la tarde tratando de robar alguno.

—Tendrás tu oportunidad en el postre.

—Vale —Me hizo un puchero y me reí a carcajadas.

—No va a funcionar conmigo, ya no tienes veinte años —Besé su puchero y me giré para coger las dos bandejas.

—Puedes con esto —Me aseguró—. Vamos.

Me estuve mentalizando de todo iba a ir bien durante el paseo, pero cuando tocamos resurgió el miedo. «Eres un Kwon y los Kwon pueden con todo», me dije. Si salía de aquella fiesta ileso hablaría con Soonyoung porque necesitaba los consejos de mi hijo. Mi mujer siempre decía que debía enfrentarme a nuevas situaciones con la idea de que al final quedaría la familia para apoyarme. Ella ya no estaba, pero Soonyoung había vuelto a mi vida. Si no les gustaba, siempre tendría a mi familia y la única opinión que importaba era la de William.

Una mujer muy agradable abrió la puerta y se abrazó al abogado con rapidez. Cuando le dijo lo guapa que estaba ella le llamó "el mismo adulador de siempre". Eso no evitó que se fijase en mí. William cogió las bandejas de mis manos sin que pudiese decir nada y de pronto mis brazos se llenaran con la mujer menuda y vivaz para su edad.

Los hombres de El valle 2 - El militar y el olvido (Soonhoon) [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora