Oscar se sentó frente a mí y pasó la mano por el pelo, la única muestra de su nerviosismo. Tenía ganas de golpearle, de borrarle aquella sonrisa con mis puños, pero no iba a darle a la policía otro motivo para que me mantuviesen allí encerrado. Era inocente, ahora no me cabía ninguna duda y no podía dejar que él ganase. Se lo debía a Vlad y a los demás.
—Es una pena verte aquí —Me dijo haciendo amago de coger mi mano, pero la aparté con una mueca de asco—. Pensaba que te alegrarías de ver a tu novio. No sabes lo apenado que estuve al saber lo que habías hecho...
El muy gilipollas parecía afligido de verdad. Me enervaba. Ahora se comportaba como un mártir. Estaba haciendo el papel del siglo. ¿De verdad había salido con él? No le veía sentido. Aunque quizás siempre había actuado y yo le había creído. Hasta ahora. Ahora solo veía un imbécil que quería arruinar mi vida para poder seguir saliéndose con la suya. ¿Cuántos incendios habría provocado sin que nadie le detuviese? ¿Habrían muerto otros compañeros? Posiblemente ninguno, si no, las sospechas habrían recaído sobre él, pero ¿Incendios? Millares. Aquel hombre había hecho negocio y dudaba que parase. Por eso era fundamental silenciarme. Era el único que actualmente podía entorpecer sus planes. Sin duda, cuando Soonyoung no estaba a mi lado, tomaba decisiones estúpidas como salir con Oscar Madison.
—¿Mi novio? Pensé que habías perdido el derecho de llamarme así cuando me encadenaste mientras el edificio ardía —Le dije con suavidad, como si hablase del tiempo. Quería que supiese que había recordado todo, que no le tenía miedo, aunque la última parte fuese mentira.
—¿Encadenarte yo? ¿Qué dices? —Rio como si hubiese dicho una de las mayores tonterías del mundo—. ¿Ahora que el numerito ha terminado necesitas una alternativa? —Estaba disfrutando con mi pérdida de memoria, le resultaba muy conveniente. Todo parecía incriminarme.
—Vlad podría discrepar contigo sobre eso, pero como está muerto, no tienes testigo ¿No es conveniente eso? —Le devolví la sonrisa, notando como empalidecía.
—¿Encima de asesino quieres culparme? —Me respondió chasqueando la lengua—. Solo quería preguntarte por qué, entender por qué lo hacías.
—Afortunadamente, yo no necesito preguntarte por qué, me lo contaste tu solo: dinero. Pensabas que nunca podría hablar, que ardería con ese edificio y lo confesaste todo.
—Vas a tener que mejorar tu juego si quieres que te crean, soy un policía modelo ¿Sabías que me he convertido en el nuevo capitán? —Me dijo, prepotente, sabiendo que aquello me afectaría.
La bilis ascendió, con el poder que le habían otorgado, ahora podía hacer lo que quisiese sin dar explicaciones. Ni siquiera tenía que inmiscuirse en el fuego, lo veía todo desde fuera mientras el equipo se ponía en peligro por él. Ni siquiera entendía el porqué de su ascenso. ¿Cómo había pasado en tres años de ser el nuevo a convertirse en capitán? O mejor dicho ¿A quiénes debía haber sobornado para ello? Era físicamente imposible ascender tan rápido y menos en la Estación 19. Además, cuando la mitad del equipo murió, las vacantes se quedaron vacías casi al completo y haría falta una restructuración.
—Tengo uno de los mejores abogados —Le dije, sin preocuparme de lo que podía ocasionar usar mi mejor baza—. La verdad saldrá a la luz. Los dos sabemos que fuiste tú y no voy a pagar por lo que hiciste. Menos aún ahora que lo he recordado. Todo gracias a ti y tu visita. Si no hubieses aparecido por miedo a que confesase, habría seguido mi camino sin saber lo que ocurrió aquel día. Lo único que sabía era que era bombero. Te hubiese dejado tranquilo, pero ahora no voy a parar hasta atraparte.
—Mira, Jihoon, ese abogado tuyo debe ser increíblemente bueno para que te saque de aquí —Puso los pies encima de la mesa, reclinándose en la silla—. Tengo contactos importantes y, no solo eso, me han otorgado una medalla al valor. Soy la viva imagen del perfecto bombero. Nadie ve en mí una amenaza.
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Los hombres de El valle 2 - El militar y el olvido (Soonhoon) [+18]
RomanceSoonyoung ha tenido un secreto durante años, pero las circunstancias siempre le impiden confesarlo. Tres años después de una pesadilla tras otra y con una carga emocional sobre sus hombros por los efectos secundarios de su tiempo en el ejercito, enc...