CAPÍTULO 11

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Vienes 7 de noviembre

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Vienes 7 de noviembre.

Milán/Italia.

Shara.

Dos días han pasado desde aquel suceso, desde que prácticamente me lance sobre alexander, dos días desde que no lo veo, de seguro se arrepintió de todo y decidió no volver a acercarse a mi. Lo entiendo, actúe como una maniática, tiene razones para denunciarme y alejarse de mi.

Mientras conduzco hacia la agencia de mi madre, la imágenes de esa mañana llegan a mi mente, haciéndome estremecer con tan solo imaginarlas. Desde ese dia no he hecho nada más que pensar en el como toda una estupida.

Estaciono el auto y salgo de el para caminar al interior del edificio. Varias modelos corren por todos lados, parece una persecución, a lo lejos escucho los gritos estrepitosos de Benjamin. Me dirijo al lugar y veo papeles y ropa tirados por doquier.

Levanté mis manos en forma de exclamación como si buscara alguna respuesta por medio a mi acción. Mientras miro a Bejamin, mi madre entra apresuradamente y me toma por los hombros sin previo aviso.

—Que bueno que estas aquí.—Suspira con alivio guiándome a su oficina de inmediato.

—¿Que está pasando?—Cuestiono tomando asiento en uno de los sillones disponible frente al su escritorio.

Ella prácticamente se tira en su silla, colocando los codos sobre la mesa y pasándose las manos para la cara. Es un claro acto de frustración y estrés, por su aspecto puedo deducir que ha estado trabajando desde muy temprano. Las enormes bolsas debajo de sus ojos lo confirman.

—Mamá.—Vuelvo a insistir al ser testigo de su silencio.

—El domingo tenemos un desfile, pero...—Guarda silencio unos momentos.— No tengo ni una maldita idea de que hacer, que tematica utilizar o a qué modelos introducir.

La miro apenada, se lo muncho que significa esto para ella. Ha estado trabajando en ello desde hace unos días.

—¿Por qué no me dijiste nada? Sabes que puedo ayudarte.

—No, no eres joven debes disfrutar tu vida. No puedo tenerte aquí encerrada trabajando conmigo.

La miro reclamante.

—Mamá, soy mayor debo ejercer una labor.

—No, ya  hiciste suficiente con confeccionar toda una colección de ropa y prendas que hasta el sol de hoy ha sido un total éxito.

Sonrió cuando se levanta y se dirije a mi dirección. Se sienta en el piso frente a mi, recostando su cabeza en mis piernas, la miro extrañada sin comprender su acción.

—¿Y bien?.—Cuestiona con una sonrisa juguetona en sus  labios.

No se a lo que se refiere, intento concebir con su pregunta pero no puedo.

CADENAS DE LUJURIA. [#2] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora