CAPÍTULO 18

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Jueves 14 de noviembre

Beverly Hills/California

Shara.

Miraba hacia un punto fijo en la pared, desde ayer estaba tratando de regular mis emociones de que todo el enojo que sentía se esfumara y que mi sed de venganza desapareciera, pero lo único que tenía en mi cabeza eran a Alexander y las palabras que me dijo.

¿Ducharme para que se me baje la calentura? ¿Cómo se atreve?

Unos golpes en la puerta me hicieron salir de mi trance y levantarme para dirigirme a ella. Cuando la abrí mi sangre comenzó a hervir. Me recosté sobre el umbral de la puerta esperando a que hablara.

Amore—Saludo sínicamente.

— ¿Qué quieres? —Frunció el ceño y se acercó.

— ¿Por qué tan enojada? —Cuestiono con el ceño fruncido.

Lo mire con mordiendo mi lengua para evitar gritarle.

— ¿Es por lo de ayer en la playa? —Sonrió con burla.

—Eres un idiota.

—Oh, nena. —Tomo mi mentón entre sus dedos y acerco su rostro al mío. — ¿Ves lo que siente que te dejen con ganas? No es nada bueno.

Aparto mi cara con brusquedad y me adentro al lugar dejando la puerta abierta para que el haga lo mismo. Me dirijo hacia el sillón donde anteriormente estaba y tomo asiento en el mismo. Alexander también toma asiento en un sillón frente al mío.

Su mirada se posó en mí por unos largos minutos, en ningún momento la aparto y ya me comenzaba a asustar. ¿Por qué su mirada tenía que ser tan intimidante y sexy a la vez? Eso no es justo. Finalmente desvié la mirada hacia otro lugar, sería el colmo que me quedara viéndolo por todo el rato. Mientras jugaba con mis manos en el cómodo y necesario silencio en el que nos encontrábamos, una idea estupenda llego a mi mente.

— ¿Quieres acompañarme a visitar a mis abuelos maternos? —Sonreí con entusiasmo.

—Si es lo que quieres. —Respondió arelándose las mangas de su camisa.

—Iré a arreglarme. —Frunció el ceño y me miro confundido.

— ¿Ahora? —Asentí alegre—Cariño, no sé si te has dado cuenta pero hay una tormenta.

— ¿Qué? —Me dirigí con rapidez hacia la ventana y efectivamente esta lloviznando y un viento fuerte acompañaba dicha lluvia.

Suspire y me recosté de nuevo en el sillón. Cerré los ojos unos minutos hasta que sentí como Alexander me levantaba en sus brazos, Rápidamente me aferre a él con miedo a caer.

— ¿Qué haces? —Cuestione pero no contesto y comenzó a dirigirse hacia la habitación.

—Quiero arreglar lo nuestro, no quiero que te enojes conmigo.

Me dejo sobre la cama y comenzó a desabrochar su camisa, se acercó a mis labios y comenzó a besarlos con autoridad, lleve mis manos hacia su cabello para profundizar el beso. Comenzó a besar mi cuello, hice la cabeza a un lado para darle mejor acceso. Metí mis manos por debajo de su camisa tocando su abdomen. Lo detuve y este me miro extrañado, me levante y cambie de posición logrando que este se sentara sobre la cama. Y yo quedara a horcadas me subí sobre él y lo mire a los ojos.

Gire mi cabeza con una sonrisa en mis labios mientras comenzaba a frotar nuestras partes íntimas sobre la tela. Podía sentir su enorme erección y lo duro que estaba. El no dejaba de mirarme en ningún momento y mordió su labio cuando lo hice de adelante hacia atrás, luego en círculos, mi sonrisa de agrando más cuando por un momento cerro los ojos. Comenzaba a ver la desesperación en su rostro y movimientos, pues apretaba mi cintura con sus manos.

CADENAS DE LUJURIA. [#2] (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora