III ☾

86 12 5
                                    




As we are floating in the blue

I am softly watching you

Oh boy, your eyes betray what burns inside you

Whatever I feel for you

You only seem to care about you

Is there any chance you could see me, too?

'Cause I love you

Is there anything I could do

Just to get some attention from you?

In the waves, I've lost every trace of you

Where are you?



El día de la boda, Levi despertó en una cama que no era la suya, en un cuartucho que no reconocía y con pocos recuerdos de lo que había hecho la noche anterior. Pero le bastó ver al tipo que dormía a su lado para hacerse una idea. Miró su espalda desnuda, con algún que otro lunar. Se había acostado con él, pero Levi ni siquiera podía recordar qué facciones tenía o cuál era el color de sus ojos. Tampoco se había fijado en eso la noche anterior, cuando lo escogió de entre todos los sujetos del bar al que había ido. Lo único que le había importado era ese cabello rubio que tenía, largo en la frente y afeitado en la nuca. Un pelo bien cuidado, del color del trigo al sol.

Alargó los dedos para tocarlo y la sensación lo reconfortó. Recordó haberse aferrado a esos mechones durante la noche, mientras soltaba su consciencia. Recordó cómo había pasado horas desordenándolos de todas las formas. Recordó hasta haber rozado la nariz contra ellos buscando un olor que nunca encontraría.

El hombre se despertó con sus caricias. Se dio la vuelta y, más dormido que despierto, sonrió con unos labios que Levi vio por primera vez pese a haberlos besado muchas veces. El desconocido lo miró con unos ojos verdes y arrugó una nariz afilada y recta. No se parecía en nada a él.

Con unas manos que tampoco se parecían a las que Levi amaba, buscó debajo de las sábanas hasta dar con uno de sus muslos.

—Anoche no me pareció que fueras de los que se ponen cariñosos por las mañanas.

Levi le quitó el cabello de la frente. Lo peinó hacia atrás con delicadeza.

—Tengo que irme —dijo, y se descubrió afónico.

—¿Ya?

Levi no respondió. Se arrastró fuera de la cama con una punzada en la cabeza y otras tantas por el cuerpo. Tenía el estómago revuelto y los sentidos saturados. Seguramente se le habían marcado las ojeras y tenía la piel pálida, pero a Erwin no le importaría que asistiera a su boda muerto por dentro. Después de todo, lo había visto en estados mucho más decadentes que ese.

No era la primera vez que pasaba noches enteras buscando rubios que se parecieran a él.

Unos meses antes, unos golpes en la puerta lo despertaron. Su piso era tan diminuto que la cama estaba prácticamente al lado de la entrada. La cabeza le martilleaba, ni siquiera podía terminar de abrir los ojos, pero los golpes no cesaban. Uno tras otro, una y otra, y otra vez.

—¡Joder! —rugió, despertando al rubio que dormía a su lado.

—¿Qué pasa?

Levi no respondió. Se levantó sin mirar a su amante de turno, se puso unos pantalones que encontró en el suelo y abrió la puerta.

You can lie, my dearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora