XXI ☾

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—Levi, espera —musitó Armin cuando avanzaban por el pasillo—. ¿Por qué quieres empezar por Ymir? Ya hablé con ella, y hay gente de la lista con la que aún no lo he hecho.

—No creo que ella lo haya hecho, pero Ymir es muy observadora. Demasiado. Si estuvo lejos de la piscina al mismo tiempo que el asesino, pudo haberse dado cuenta de algo que nos acorte el camino. Además, de todas formas tenemos que comprobar su coartada. ¿Qué te dijo cuando fuiste a verla? ¿Fue muy evasiva?

—Bastante —admitió Armin—. Pero todos lo fueron. Y, al parecer, Greta no tenía muchos amigos, ni siquiera entre sus invitados.

Levi recordó el día que la conoció. Greta fue sonriente y educada, y aun así no le había parecido amigable ni acogedora.

—Eso hace las cosas más difíciles para nosotros —comentó a las puertas de la habitación de Ymir. Tocó dos veces.

Respondió desde dentro:

—No estoy.

—Ymir, abre —dijo Levi.

Ymir sonrió en el interior de la habitación. Sin embargo, cuando abrió la puerta, su sonrisa se disipó.

—¿Vienes con el pequeñajo preguntón? No pensaba que fueras de los que se ponen del lado de la poli.

Armin frunció el ceño.

—Hola otra vez.

—Este asunto es personal —dijo Levi entrando sin invitación. Se aseguró de que Armin lo hiciera detrás de él y cerró la puerta—. Estamos atrapados en la isla, ¿cómo llevas eso? —preguntó dejándose caer con propiedad en el sofá de la habitación.

—Mal —admitió Ymir. Se cruzó de brazos y apoyó la espalda en el marco de la puerta. Miró de reojo a Armin mientras este se sentaba en la mesa y sacaba su cuaderno de notas, seguramente para tomar apuntes de la conversación—. Ya se me está acabando el tabaco que traje para los cinco días. Con este tiempo de mierda no tengo otra forma de distraerme. Hay que joderse...

—Prueba con el té. Tienen varias mezclas interesantes. Recomendación personal: té azul con jazmín —dijo Levi tan serio que fue imposible determinar si bromeaba o no.

—Agua sucia, qué ilusión —bufó Ymir.

Armin intercambió una mirada con Levi y enarcó una ceja.

—Ymir —dijo, deslizando la mirada hacia ella lentamente—, ¿puedes decirme para qué te ausentaste anoche mientras todos estábamos en la piscina?

La mujer alzó las cejas con desinterés.

—No me ausenté en ningún momento.

—Sí lo hiciste —debatió Levi con tranquilidad—. Te ausentaste para hablar con Christa. Ella parecía tener algo muy importante que decirte. Después, Christa regresó a la fiesta, pero tú no lo hiciste. ¿A dónde fuiste?

Ymir chasqueó la lengua.

—Vine aquí, a mi habitación, a por cigarros, porque olvidé cogerlos cuando subí a ponerme el bañador. Ya que me vigilas tanto, ¿no me viste fumando luego en las hamacas?

Levi se cruzó de brazos.

—¿Tan malo fue lo que te dijo Christa? Ahora que lo pienso, parecía molesta. ¿Discutisteis?

Ymir resopló de risa y miró hacia otro lado.

—¿Con esa enana? Por favor...

—Discutisteis —confirmó Levi—. ¿Sobre qué? Si no os habíais visto nunca antes de la boda.

You can lie, my dearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora