XIII ☾

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Cuando Armin volvió a la habitación nupcial, llevaba un atuendo más adecuado. Había cambiado el bañador y la bata por un polo blanco encajado en un jean azul algo ajustado que revelaba las formas de los objetos que tenía en los bolsillos: placa, llaves y dos teléfonos.

Se acercó al guardia.

—Eren, ¿cómo vas? Disculpa que te haya dejado tanto tiempo aquí sin noticias.

La mirada del guardia terminó de subir hasta llegar a los ojos del oficial. Eren habría podido aflojar la tensa postura que tenía, con las piernas separadas y los brazos unidos por delante, pero en lugar de eso eso la tensó más.

—No se preocupe. Nadie ha intentado entrar en la habitación. ¿Ha conseguido contener la emergencia?

Armin arqueó las cejas como si sintiera una profunda lástima.

—Ay, Eren. Esta noche va para largo. ¿Puedes llamar al personal? Necesito a todo el mundo, hasta los cocineros, que dejen lo que estén haciendo. Diles que se les recompensará con creces.

—¿Tan grave es? —preguntó sorprendido, pero de inmediato recordó su posición y se descolgó el comunicador de la cintura—. ¿Dónde quiere que se reúnan?

—Diles que hay que reforzar la vigilancia en varias zonas. Hacen falta al menos dos personas por habitación, no quiero a nadie solo, y que no abandonen las lanchas ni los accesos al castillo. Eren, no pretendo que un camarero haga la labor de un guardia, lo único que espero de ellos es que te informen de inmediato si alguien se mueve, quiero saber quién sale y entra de las habitaciones, y si hay alguien donde no debería estar. Sería ideal que pudieras formar un par de grupos de patrulla para que recorran el castillo. Es muy importante que tengamos toda la zona controlada sin hacer escándalo, ¿entendido?

Eren había separado los labios en una expresión desencajada. Cuando procesó todo lo que Armin había dicho, los pegó y asintió con la cabeza.

—Perdone, pero tengo que preguntar: ¿cuál es exactamente el problema? ¿O qué espera que diga? Si movilizo al personal de esa manera y sin explicaciones empezarán a especular, y los invitados también lo notarán.

Armin suspiró.

—Por supuesto que lo notarán. —Alzó la vista para encontrarse con los ojos del guardia—. Eren, ¿qué crees que hay detrás de la puerta que estás vigilando?

El guardia miró hacia la puerta para ganar tiempo. Respondió:

—¿Algo valioso? O, a lo mejor, alguien.

Eren no era muy listo, no lo negaba. Por algo había acabado vigilando puertas.  Al menos le sacó a Armin algo parecido a una sonrisa. El rubio lo miró con cierta ternura antes de darle la terrible noticia:

—Se ha cometido un asesinato. Alguien ha matado a la novia. Detrás de esa puerta, está su cuerpo.

El guardia sintió que se le erizaba la piel de la nuca. Habían matado a la novia. A la puta novia. ¿No era esa gente de bien? Tragó saliva.

—¿Sabe quién ha sido?

—Aún no —admitió Armin, cabizbajo. Le pesaba pensar que no estaba ni cerca de descubrirlo, que no tenía ni la más remota idea—. Y eso no es todo. Hemos intentado llamar a la policía, pero alguien ha cortado la línea telefónica y se ha llevado las llaves de las lanchas. Estamos atrapados.

—¿Qué? —Por un momento, Eren se olvidó de guardar las formas. Activó el comunicador y habló con un tono brusco—: Connie, ¿se puede saber quién estaba a cargo de las llaves?

—Eh, nadie —admitieron al otro lado de la línea—. Los conductores las dejaron en el tablero del cuarto del personal.

—Joder —masculló Eren, sin activar el comunicador. Volvió a los ojos azules del oficial—. Lo siento, se suponía que debíamos encargarnos de la seguridad, pero nunca pasa nada en estas... No es excusa. Moveré al personal de inmediato.

You can lie, my dearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora