XVIII ☾

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Al primer golpe en la puerta, Levi abrió los ojos como si solo los hubiera cerrado un momento. Le echó un rápido vistazo a Erwin para comprobar que seguía durmiendo plácido a su lado, y se apresuró con sigilo hacia la puerta. Alcanzó a abrirla antes de que un segundo volvieran a tocar y, como si no le importara quién o quiénes estuvieran al otro lado, calló cualquier saludo con una mirada amenazante y un dedo sobre sus labios. Incluso habría vuelto a cerrar la puerta si no se hubiera tratado de Armin. Señaló con la mirada hacia atrás, hacia la cama donde el rubio descansaba profundamente, y salió de la habitación. Cerró la puerta sin hacer el menor ruido.

—¿Puedes venir después? No ha dormido en toda la noche —susurró.

—Necesito hablar contigo ahora —dijo Armin, respetando el tono de voz bajo—. Solo serán unas preguntas.

Levi no se mostró sorprendido porque Armin lo necesitara a él y no a Erwin, pero difícilmente se mostraba sorprendido por algo. Señaló más adelante con la mirada y precedió el camino. Cuando le pareció que estaban lo suficientemente lejos de la puerta, pero sin perderla de vista, se giró para enfrentar al policía y al que parecía su guardia. Levi le dedicó una mirada indiferente antes de centrarse en Armin.

—Parece que Erwin es el asesino —espetó de pronto, ante la sorpresa de Eren, quien le había escuchado decir lo contrario varias veces—. Solo hay una cosa que me impide estar seguro —añadió Armin mientras se cruzaba de brazos. Miraba a Levi a los ojos—. ¿Sabes cuál es?

Levi frunció el entrecejo. Su mirada afilada repasó a Armin, como si analizara su expresión. Tardó unos segundos en responder, con un tono más grave de lo normal:

—Dímelo.

—No tiene sentido que Erwin cortara la línea y robara las llaves de las lanchas —respondió el policía.

Eren lo miró extrañado. Pensó que, si realmente Erwin era el asesino, tendría sentido que hubiera hecho aquellas cosas en un ataque de pánico para impedir que la policía lo arrestara. De hecho, lo que le había entendido a Armin era que, si el asesino intentaba incriminar al novio, no tenía sentido que fuera la misma persona que los había aislado allí, arriesgándose a que avanzara una investigación que podría exculpar al principal sospechoso. Armin había dicho que el plan del asesino era que arrestaran a su primo lo antes posible, y que por eso quien los hubiera encerrado era alguien que intentaba ayudar a Erwin.

Sin embargo, Levi no conocía esas conclusiones del policía.

—Erwin no lo hizo, Armin —aseguró Levi, impávido. La arruga en su ceño se había alisado. Miró hacia el otro extremo del pasillo y se cruzó de brazos como si de pronto hubiera perdido el interés en la conversación—. No cortó la línea, ni escondió las llaves, ni ha robado nada. Si esa es la conclusión a la que has llegado, estás mal encaminado. —Volvió a los ojos azules y se clavó en ellos como si pudiera ver el alma del chico, sin vacilar—. No, ni siquiera creo que lo pienses de verdad. ¿Estás tomando la opción más fácil porque te sientes bajo presión?

Eren no sabía qué estaba pasando. Miró a Armin tratando de descifrar si debía intervenir. ¿Tenían un plan y él no se había enterado?

—¿Cómo sabes que han robado algo? —preguntó Armin enarcando una ceja—. No recuerdo que esta mañana estuvieras en el comedor. ¿Es que has visto la cámara del fotógrafo? La verdad es que no me sorprendería que la tuviera la misma persona que nos ha recluido aquí, y dado que al parecer has estado todo el día con Erwin... ¿Intentas encubrir sus delitos?

Levi ladeó la cabeza y entrecerró los párpados con desdén. Se cruzó de brazos y dijo con calma:

—Pasé toda la noche en la misma habitación que Diana, Christa y tu padre. A propósito, tu padre es tan bueno susurrando como tú tratando de arrinconar a alguien. Ahora —marcó interrumpiendo cualquier intervención—. Repíteme lo de la cámara, ¿han robado una?

You can lie, my dearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora