XXIII ☾

34 3 1
                                    

Las llaves de las lanchas aparecieron milagrosamente después de aquello.

Levi se las entregó a Armin, quien a su vez se las dio a su padre para que condujera hasta la orilla más cercana y solicitara ayuda. El joven policía se dejó convencer de quedarse a preparar las maletas como el resto de invitados mientras llegaban los refuerzos.

Solo les contó lo que había encontrado ese día a sus familiares más cercanos: Christa, Diana, Erwin y su padre. Levi y Eren, por motivos obvios, también acabaron enterándose de lo sucedido.

A todos les enseñó la foto de la nota que había encontrado en los pantalones de Reiner, escrita en una hoja arrancada del bloc de notas de su habitación. Después de que Christa confirmara que era su caligrafía, Zeke la leyó en alto por encima de los sollozos y los alaridos que ella intentaba ahogar contra el pecho de su hermano.

No puedo seguir viviendo después de lo que he hecho.

Ojalá algún día me perdones por intentar incriminar a tu hermano.

Me dejé engañar por un estúpido porcentaje de la herencia.

Créeme cuando te digo que ese no era el motivo por el que quería que tuviéramos hijos. Al menos no el único.

No tuve el valor de decírtelo a la cara porque, aunque te cueste creerlo, te juro que te he amado.

Espero que conozcas a una persona que realmente te merezca y que puedas rehacer tu vida.

Te quiero, Christa.

El mensaje le suscitó a Armin innumerables dudas, pero su padre, al notar su inquietud, le dijo con la mirada que no era el momento ni el lugar. Luego lo mandó a la habitación para que hiciera el equipaje, aunque no sin antes felicitarlo por su trabajo y darle un reconfortante beso en la frente. Zeke se subió a una de las lanchas más pequeñas y, sin que el resto de los invitados se enteraran de la muerte de Reiner ni de que por fin saldrían de allí, fue en busca de los profesionales que los rescatarían y gestionarían la desafortunada y rocambolesca situación.

Armin cerró la última maleta y miró a Eren, quien no había dejado de observarlo desde el borde de la cama, donde se había sentado. Apenas habían hablado desde la aparición del cuerpo de Reiner. El guardia se levantó en ese momento y agarró una maleta con cada mano.

—¿Lo tienes todo? —preguntó mientras las dejaba cerca de la puerta.

—Gracias —murmuró Armin—. Está todo.

Y volvió a sumirse en un contemplativo silencio. Como no hizo ademán ni de acercarse a la salida, Eren caminó hacia él y enfrentó sus ausentes ojos azules.

—¿Armin? Sé que no hay motivos para celebrar, pero al menos todos podremos volver a casa. ¿Eso no te alivia un poco?

Armin intentó sonreír, pero hizo una especie de mueca inconclusa.

—Sí. Supongo que ya está resuelto.

—No estás convencido —se aventuró el guardia.

Armin se restregó la nuca con la palma de la mano.

—Sí, es decir... Reiner asesinó a Greta e intentó inculpar a Erwin, pensó que podía chantajearlo con su relación con Levi, pero al final no pudo con la culpa y se suicidó —resumió Armin, como si estuviera intentando convencerse a sí mismo de que era eso lo que había ocurrido. Hizo una pausa mientras intentaba morderse la lengua, pero no fue capaz—: El móvil no me queda claro —espetó—. No sé de qué herencia hablaba Reiner en la nota, ¿a qué porcentaje se refería? ¿Y qué tenía que ver Greta con eso? —Armin inspiró por la nariz y cerró los ojos—. Supongo que ya no importa. Con suerte, la inocencia de Erwin se ha demostrado. Tendremos que ver qué dicen las autopsias, pero la investigación ya no está en mis manos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 10 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

You can lie, my dearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora