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Eren abrió la boca hasta el suelo cuando Armin terminó de contarle todo lo que había pasado en la habitación de Levi. Que «la amante» del novio era ese tipo bajito y tenebroso. Su supuesto mejor amigo. Un tío. Que se habían revolcado en un almacén de ese castillo, justo después de que Erwin hubiera dado el sí. Un tipo tan intachable, CEO de una gran empresa y otras mierdas, liado con su mejor amigo. Eren no quería irrespetar la memoria de nadie, pero ese episodio de su vida se estaba volviendo cada vez más interesante.

—¿Y no vamos a ir a ver si lo de las servilletas es verdad? —preguntó cuando pudo recoger la mandíbula—. Ya sabes, para corroborar que lo que dijo es cierto. ¿Tú le crees? Es que a mí me cuesta.

Armin entrecerró los ojos. Sin éxito, intentó contener una sonrisa.

—No seas guarro.

—¡Eh! Que yo estoy comprometido con el caso —respondió el guardia. Despegó la espalda de la puerta y caminó por la habitación. Se dejó caer en el sofá, al lado de Armin. Apoyó los codos en sus rodillas y anudó los dedos entre sus piernas abiertas—. ¿Tú no quieres saber más? ¿No te sorprendió? —preguntó con un tono bajo y cómplice que se alejaba bastante de lo profesional.

—Claro que me sorprendió. Tú no conoces a mi primo... Es perfecto, Eren. Pero no perfecto como los personajes odiosos de las películas, perfecto de verdad. Es imposible no quererlo. En mi familia siempre ha sido un referente de buenos modales, corrección y hasta masculinidad. Nunca pensé que él... —Armin suspiró—. Te pido que seas muy discreto con esta información. Como algo de esto llegue a oídos de mi tía, saldremos de esta isla con más de un cadáver. Perdón. No debería bromear con eso.

Pero Eren no pudo contener una corta carcajada. Se encogió de hombros e hizo una mueca con la boca.

—Estás conmigo, puedes decir lo que tú quieras —dijo, y enderezó la espalda—. La verdad que yo tampoco lo habría imaginado solo con verlo. Por mí no te preocupes, no voy a decir nada. Yo estoy a favor de que la gente haga lo que le dé la gana. Pero, ¿entonces el tal Levi será tu poli malo? Dijiste que tu tal Marcus mide dos metros... Además, ¿no estábamos buscando a la amante porque era la principal sospechosa?

—Sí —suspiró Armin, dejándose caer hacia el respaldo del sillón—. Descartado eso, supongo que quien mató a Greta fue alguien que tenía algo contra ella. Sinceramente, de las personas con las que hablamos, Sasha e Ymir son las primeras que me vienen a la cabeza. Pero Sasha no parece lo bastante fuerte para asfixiar a una persona y dejarle esas marcas. Ymir... No sé, tal vez sí. Admito que yo tenía en la cabeza a un hombre fornido, de manos grandes y brazos fuertes.

—¿Ese es tu tipo? —preguntó Eren, pero enseguida recapacitó—. Perdón.

Armin soltó una carcajada y le dio un codazo.

—¡Eren! ¡No! Ya te dije cuál es mi tipo. El tuyo, en cambio, es un misterio —se atrevió a apuntar.

—Físicamente, Armin. Físicamente —insistió Eren, chocando su rodilla con la del rubio para desquitarse por el codazo—. Supongo que fornido y grande encaja con salvaje —añadió divertido.

Armin volvió a reír y le asestó un manotazo en el muslo.

—¡Eres un cerdo! ¿Qué ideas te has hecho en esa cabecita enferma? Yo soy un chico inocente.

Eren se fijó en su pierna, ahí donde Armin había tocado tan casualmente.

—No lo sé, lo dudo —dijo volviendo a los ojos del poli—. En tu familia todos lucen inocentes pero mira cómo salen...

Armin se cruzó de brazos y lo miró con sorpresa, supuestamente indignado.

—¿Cómo dices? ¿Insinúas que yo sería capaz de arrastrar a alguien a una despensa durante una boda y mancillar las servilletas del banquete? Disculpa, pero yo no soy ningún insensible. Yo habría elegido el jardín.

You can lie, my dearDonde viven las historias. Descúbrelo ahora