Cuatro días después. 11:05

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Los días seguían pasando y Adrien no daba muestras de que iba a despertar del coma. Me desperté en el sillón del hospital a las once de la mañana. Aún adormilada saqué el móvil de la mochila y lo encendí. Habían cuatro llamadas perdidas.
Eran de Ethan.
Casi como impulsada como un resorte, me levanté de la silla.
- ¿A dónde vas, Ali? -me preguntó Sven.
- Tengo que hacer una llamada.  -susurré.
***
Me temblaban las manos cuando marqué el número de mi hermano. No tuve que esperar mucho para oír su voz.
- ¿Sí? -su voz era igual de fría.
- ¿De qué vas? ¿Por qué pegaste a Adrien? ¿Te has vuelto loco? -dije en voz más alta de lo que yo hubiera preferido.
- Sólo yo puedo tocarte. -dijo tajante.
Me quedé helada.
- ¿Per- Perdona? -musité.
- Eso.
- Te... Te has vuelto loco.
- Merecía pegarle. Nadie se acerca a tí.
Yo estaba al borde de las lágrimas.
- Adrien está... Está en coma... Por tu culpa... Esto no va a quedar así.
Silencio.
- Adiós. -dijo Ethan.
- Voy a denunciarte, Ethan. Cuenta con ello.
Colgué y guardé el móvil con rabia en la mochila.
***
Cogí la silla y me senté al lado de la camilla de Adrien.  De repente, por mi cabeza pasó la mayor estupidez que había pensado. Cogí la mano de Adrien y susurré:
- Adrien... Si... Si puedes oírme, por favor, apriétame la mano. Por favor...
"Esto es estúpido.", pensé.
Sentí una leve presión en la mano. Miré la mano. Luego miré a Adrien. Y así estuve unos segundos. A la segunda vez, Adrien tenía los ojos abiertos. Ahogué un grito. Al volver a mirar sus ojos volvían a estar cerrados.
- ¿Estás ahí...? -musité.

En el filo del CuchilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora