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"No, no..."

Las lágrimas corrían por mis mejillas, sin intención de pararse. Oculté más mi desnudez, a pesar de que no había nadie más en mi habitación.

Ethan se había limitado a hacer lo que tenía que hacer, estar unos minutos a mi lado y luego se largó, sin decir una palabra... Ni un «adiós» si quiera... Estaba confusa, dolida (y no precisamente por el dolor del acto) y sobretodo, frustrada.

Ese chico que se hacía llamar hermano me acababa de forzar a tener una relación.

Y yo no podía reaccionar... No era capaz...

Apreté los puños con fuerza.

¿Por qué me había hecho esto?

Ahogué un gemido. No. No podía haber pasado, no quería verlo. Me levanté y me quedé sentada en la cama. Había una pequeña mancha de sangre, símbolo de que había roto mi hímen. Eso solo hizo que me entristeciera aún más.

Un zumbido se empezó a oír. Me enjugué las lágrimas e intenté buscar de dónde procedía el sonido.

El bolsillo de mis pantalones.

Alargué la mano para cogerlos hasta que encontré mi móvil.

Lo descolgué.

- ¿Sí? -intentaba hacer que mi voz sonara lo más normal posible.

- ¡Hey! -dijo una voz femenina que me resultaba muy familiar.

- Ehm... ¿Quién eres?

- Posiblemente no te acuerdes de mí. Soy Dieneke, del campamento de verano.

El verano pasado estuve en La Haya en un campamento.

- ¡Ah! ¡Eres tú! -dije forzando un poco la voz- Dime.

- Estoy por Rotterdam. ¿Nos tomamos algo?

Justo era eso lo que necesitaba. Una distracción. Algo que me alejara de la horrible experiencia que había tenido hacía apenas diez minutos.

- De acuerdo. ¿Dónde?

- Mmm... Te espero en tu calle.

- Vale. Hasta ahora.

Colgué y me empecé a vestir como pude, pues aún temblaba. Una vez vestida y arreglada, dentro de lo que cabe, subí a la planta de arriba, cautelosa.

No había nadie.

En el filo del CuchilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora