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Depositó en ellos un suave beso.

Yo no sabía cómo reaccionar.

Finalmente, le dí una torta con todas mis fuerzas.

- Qué traviesa... -volvió a susurrar en mi oreja.

- ¡ETHAN PERO QUÉ ESTÁS HACIENDO! -chillé mientras me intentaba debatir entre sus brazos.

Él me oprimió más y me hizo mirarlo a los ojos. Su mirada era dura. Contrastaba mucho con aquella mirada tan bonita y clara que tenía...

- Suéltame... -gemí- Por favor...

- ¿Por qué he de hacerlo?

- Soy tu hermana. ¡TU HERMANA!

Me debatí de nuevo, intentando escapar.

- Vamos. -dijo él de repente.

- ¿A dónde? -pregunté, asustada.

- A casa. ¿A dónde si no?

Tiró de mi brazo hasta que llegamos a mi casa. Un edificio de cuatro pisos de un color azulado. Abrió la puerta del portal y llamó al ascensor. Llegamos a casa.

Me solté de su mano y empecé a buscar a mi madre.

- ¡Mamá...! ¿Dónde est...?

- Mamá no está. -me giré hacia mi hermano. Él me miraba fijamente.

Mis ojos se agrandaron al comprender que significaba aquello. Bajé la escalera hacia mi cuarto corriendo y me encerré en él, presa del pánico.

- Sabes que puedo hacer que salgas de ahí. -su voz me llegó amortiguada porque estaba tras la puerta, pero eso sólo hizo incrementar aún más mi pánico. Me dirigí hacia la ventana y la abrí. Estaba desde un segundo piso. Saltar desde esa altura supondría romperse algo. No tuve valor para tirarme. La puerta de mi cuarto se abrió.

El vello de la nuca se me erizó y la vista se me nubló debido a las lágrimas.

- Déjame... -las lágrimas resbalaron por mis mejillas.

- Shh...

Sus dedos recorrieron mi cuello, causándome un escalofrío. Lentamente, me quitó la camiseta desde atrás. Sus labios recorrieron mi nuca.

"Esto no es real. No está pasando...", me dije a mí misma. Oí cómo se quitaba la camisa y la dejaba caer al suelo. Yo era incapaz de reaccionar. Estaba en trance. Ethan me hizo darme la vuelta. Me quitó mis pantalones vaqueros, dejándome tan sólo en bragas y sujetador. Él también se quitó los pantalones. Otro escalofrío recorrió mi espina dorsal.
"No es real... No lo es... Es un mal sueño..."

Sabía que no lo era. Estaba pasando. Y no sabía cómo pararlo.

Mi hermano me cogió de la cintura y me hizo alzar la barbilla. Nos miramos a los ojos. Yo sabía perfectamente que había leído en ellos el miedo, la incomprensión, la tensión... Todo. Pero no le importaba. Me besó con fuerza.
"¿Qué hago? ¿Por qué no soy capaz de hacer algo...?"

Al fin, y nunca supe por qué, me abandoné a él. A mi propio hermano. A aquel que había sido mi amigo, mi compañero de juegos, mi confidente... Aquel que ahora me estaba besando y que luego se acostaría conmigo. Nunca entendí el por qué.

Me siguió besando apasionadamente. Yo me dejaba hacer, sintiendo que si me negaba, llegaría a hacerme algo mucho peor. Hizo que me acostara en la cama. Oía su respiración; rápida y entrecortada. Cerré los ojos. Oí también cómo rasgaba aquel paquetito.
"Sólo hazlo ya... Y luego déjame ir... Por favor..."

Me quitó el sujetador y las bragas. Ahora estaba completamente desnuda. Yo seguía con los ojos cerrados, dispuesta a no mirar nada.

Sin decir una palabra, sentí cómo todos los músculos de mi cuerpo se tensaban a la penetración que mi hermano acababa de llevar a cabo.
"Me está violando", asumí.

Mis ojos se abrieron de par en par.

Ya era demasiado tarde...

En el filo del CuchilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora