¿Por qué?

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Un dolor inmenso se propagó por mi alma.
"No... No puede ser... Por favor, no..."
Enterré el rostro en mis manos y las lágrimas resbalaron por mis mejillas.
- No...- musité.
Lara me abrazó por los hombros y sentí una gran angustia. Abracé a Lara y lloré sobre su hombro.
- Tranquila... -dijo ella con la voz algo temblorosa mientras me acariciaba el pelo.
- Alied, se pondrá bien. -dijo Mark con una nota de tristeza en la voz.
- Ma- Mark... -susurré- Una persona puede pasarse en coma semanas, meses... Años.
Nos quedamos en silencio un rato hasta que Lara dijo:
- Vamos al hospital.
****
15:33
Después de haber estado en coche durante veinte minutos llegamos al hospital. Era un edificio alto lleno de ventanas que al darle el sol, este arrancaba brillos de las ventanas. Respiré hondo antes de entrar por la gran puerta de cristal. Atravesamos la puerta y caminamos por un largo pasillo con pósters de campañas contra el SIDA y otras enfermedades. Nos mantuvimos en silencio durante el trayecto. Luego torcimos a la derecha por otro pasillo, blanco también, solo que este era más ancho y con asientos al lado izquierdo y puertas al derecho. Dos enfermeras y un enfermero pasaron caminando junto a nosotros. Nos detuvimos ante un pequeño recibidor que ponía UCI (Unidad de Cuidados Intensivos). Tras el mostrador había un pasillo cubierto con ventanas de cristal, con una puerta también de cristal. Por él pasaba mucha gente, mayoritariamente médicos y enfermeros. Sabía que en este lugar se trataba a los pacientes en estado de coma y otras enfermedades graves. Inclinada sobre el mostrador había una chica pelirroja.
- La madre de Adrien, ¿no? -dijo la chica.
- Si -respondió Lara.
- Y ustedes son... -la pelirroja buscó un folio en el que debían de estar registradas las visitas- Mark y Sven, ¿no?
Los aludidos asintieron.
La chica me miró.
- ¿Y ella?
- Es la novia de Adrien. -respondió Lara.
- Ajá. ¿Cómo te llamas? -preguntó dirigiéndose a mí.
- Alied. Alied Brouger Amberg. -respondí.
La chica apuntó mi nombre en el registro.
- Pueden pasar. -dijo
Con una tarjeta nos abrió la puerta de cristal y entramos. Caminamos hacia la derecha hasta llegar a una salita con asientos y máquinas de café y agua. Había bastante gente.
- Chicos, -dijo Lara- quédense aquí.
Ellos asintieron.
- Alied, ven conmigo.
Seguí a la mujer por un pasillo a la izquierda de la salita, pasando por varias puertas. Al fin llegamos a una puerta que ponía: 132. Lara tocó la puerta suavemente. Un enfermero flaco y rubio se asomó por la puerta.
- Dígame, Lara -dijo.
- Su novia ha venido a verle. -dijo ella refiriéndose a Adrien.
El hombre asintió e indicó a las enfermeras que estaban dentro que salieran.
- Yo estoy aquí fuera, Ali. -dijo Lara apretándome los hombros levemente.
Inspiré y entré dentro. Cerré la puerta tras de mí. Era una habitación blanca con una ventana muy amplia por la que entraba el sol. A la derecha había un sillón para dos personas y una mesita. A la izquierda... Estaba Adrien. Se me desgarró el corazón al verle así; un tubito blanco le llegaba hasta el dedo anular, sobre su boca había una especie de mascarilla conectada a un tubo transparente que estaba, a su vez, conectado a un aparato que suministraba aire. Junto a la camilla había un medidor de pulsaciones. Eran algo bajas. Me acerqué lentamente a la camilla.
- Adrien... -musité.
Me dejé caer al suelo de rodillas mientras me sujetaba al borde de la camilla. Las lágrimas corrían por mis mejillas, cual río por su cauce.
- No, Adrien, por favor... -tenía la voz rota por el dolor y la angustia. Al lado del medidor de pulsaciones había una silla, la cogí. La puse junto  a la camilla y le cogí la mano a Adrien, acariciándosela con cariño.
- Te quiero... -susurré.

En el filo del CuchilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora