Me miré el brazo. Ya era muy tarde para arrepentirme de lo que había hecho. Un cosquilleo de satisfacción recorrió mi cuerpo cuando el cuchillo se hundió en mi carne y dibujó la cicatriz que me acompañaría siempre...
Observé cómo la sangre se deslizaba por mi brazo hasta el suelo del baño.
Me levanté.
Me miré al espejo cuadrado que había en frente de mí.
Y me dije:
- ¿Quién soy?
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En el filo del Cuchillo
Novela JuvenilLos problemas se arremolinaban a mi alrededor. La gente me miraba y me señalaba, calificada de prostituta. Y todo por su culpa. Estaba sola. Sola, al filo del cuchillo.