07; estoy cansado

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Leandro | estoy cansado

—¡Buen día!

Vicky y Gio saltan a la cama cómo si fuera un pelotero la pobrecita. Por suerte con Kay ya estabamos despiertos y vestidos, por suerte.

—¿Vamos a desayunar?—propone Gio.

Asiento con la cabeza y Vicky se acuesta encima de Kay, la cuál está boca abajo, abrazándola cómo un koala. Gio la imita, pero se tira encima mío.

—¿Vamos Kay? Vamos, vamos, vamos—insiste Vicky.

—Sí mi vida, ahora vamos—responde sin abrir los ojos, haciéndome reir.

Corro a Gio con cuidado de encima mio y le doy un beso en la frente a Kay para después levantarme.

—Victoria, déjala respirar que es temprano todavía.

Mi hija me obedece pero no del todo, porque se acuesta en mi lugar de la cama haciendole mimitos en el pelo a Kayla, me salió intensa mi hija.

Son las siete de la mañana y los nenes ya están arriba, un domingo. Que tortura.

Voy a la cocina acompañado de mi hijo menor para preparar el desayuno y a los pocos minutos llega Vicky con Kay.

—¿Que vamos a comer, papi?—pregunta mi hija.

—Tostadas con huevo y palta, ahora les hago el té.

Los nenes festejan a los gritos como si nunca hubieran comido eso y como estoy de espaldas concentrado cocinando, no los veo, ni a ellos ni a Kayla.

—¿Amore, le pongo limón a tu palta o solo sal?

Su respuesta tarda en llegar, solo se escuchan los murmullos de los nenes los cuáles comentan sobre el dibujito que están pasando por la tele, Kayla no dice ni a.

—¿Le pongo limón a tu palta, gorda?—repito y otra vez el silencio es mi respuesta.

Me extraña el que no me responda entonces dejo de lado los huevos y giro a verla, encontrándomela pegada al celular tecleando a mil por hora y con el ceño fruncido.

—Te estoy hablando, amore.

Y ni siquiera teniendome al frente me escucha por estar metida en esa mierda de celular.

—¡Kay, te estoy hablando!

Ella se sobresalta al escucharme y casi se le cae su celular de las manos, lástima por el casi.

—¿Que pasa? Te estoy hablando hace rato.

La veo tragar saliva nerviosa y tiene la típica cara que pone cuándo se va, cuándo no le importa nada y se va.

—No, no quiero. Ni lo digas.

—Me tengo que ir—avisa.

—Estamos por desayunar con los nenes, amore. Preparé todo, te estaba haciendo el mate, dale... no te vayas.

Ella se levanta del taburete de la isla y solo hace un mueca como disculpa, dándome a entender que su decisión ya está tomada, para luego subir las escaleras. Le sirvo rápidamente el desayuno a mis hijos para que coman por mientras, a lo que yo sigo a Kayla por las escaleras rápidamente y la encuentro en la habitación por meterse a bañar.

A escondidas; Leandro Paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora