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Kayla | 29

—¿Amore?

A través del espejo veo a Lean en el marco de la puerta todavía adormilado y restregándose los ojos como nene chiquito con sueño, asi tal cuál.

—Buen día cielo, ¿que haces despierto tan temprano? Anda a seguir durmiendo—le aconsejo.

Él trata de enfocar la vista mientras su ceño está fruncido al verme arreglándome tan temprano, justo en su día libre.

—¿Que hora es, amore?

—Las seis y media.

—Mhm, vení.

Estira sus brazos hacía mí, dejo de lado mi pelo y me envuelvo en sus brazos, él pasa sus manos por mi cintura abrazandome mientras deja un calido beso en mi frente. Hasta dormido es un amor este hombre.

—¿A dónde vas tan temprano, mi amor?—pregunta adormilado con su voz totalmente ronca—Vamos a dormir mejor, hace frio para que salgas.

Dios controlame por que esa voz me prende fuego la matriz, help me Dios.

—Tengo que ir a trabajar, Lean. No puedo.

Mentira. Obvio que es mentira y la verdad que si me incomoda un poco mentirle pero lo tengo que hacer, no la puedo cagar.

—Mhm—jadea cuándo estira un poco su cuerpo sin que yo lo deje de abrazar—No quiero, quédate conmigo a dormir un ratito más, no seas mala, dale.

—Me encantaría, pero no puedo, cielo.

Lo que me gustaría quedarme durmiendo con él y no estar yéndome a la seis y media de la mañana con un frio que te congela hasta los huesos. No me tientes, Leandro.

—Me desperté por que no te sentía, tanteaba tu lado dormido y no estabas, me asustaste amorci.

Que ternura este hombre, él no es tierno, él es la ternura en vida directamente.

—Perdón cielo, me tenía que levantar si o si. Mi papá ya me está esperando en la empresa por que tenemos que arreglar lo que queda de las fechas de este mes.

Otra mentira más pero bueno, no pasa nada, es una mentirita piadosa pero necesaria, bastante necesaria.

—Te perdono, obvio que te perdono—me agarra de los cachetes apretandolos contra mi boca para darme muchos piquitos—Te cebo mates mientras te arreglas, de paso te preparo algo para que desayunes para que no te vayas con el estómago vacio por que yo te conozco a vos.

Niego con la cabeza mientras me separo de él, dejo un beso sobre sus labios y otro sobre su clavícula, cosa que siempre hago y siempre le encanta.

—Gracias mi amor pero no, anda a costarte por que es muy temprano, descansa hoy que podés y no entrenas. Además no se te terminan de despegar los ojos y ya querés andar—me burlo de él.

—Pero yo te quiero cebar mates—hace pucherito.

—Cuándo llegue tomamos todos los mates que vos quieras, si seguro vengo temprano, ¿bueno? Ahora anda a dormir, lindo.

A escondidas; Leandro Paredes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora