Capitulo 34

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Capitulos finales...

Me quedo estancada en el lugar sin poder mover ni una sola extremidad, solo logro verlo a él. Ese hombre enorme de más de un metro noventa que entra como si fuera el puto rey de todo a su alrededor. Con la soberanía y frialdad adornando su lenguaje corporal.

Hay algo en él que me recuerda al hombre que tomo las medidas de mi vestido, pero algo diferente es lo que me detiene a pensar que es él, algo siniestro y oscuro me deja quieta en el lugar al presenciarlo.

Pasa su mirada por toda la sala, como si no le importara que sea el completo centro de atención ahora mismo. No se escucha ningún murmullo en la sala a comparación de todo el que se escuchaba anteriormente. Realmente no se que es lo que me impresiona más, lo grande que es o como sus ojos recaen en mi, dejandome quieta en el lugar, sin ánimos de siquiera respirar al ver su mirada inquisitiva recorrerme de pies a cabeza.

Un calor sofocante envuelve mi cuerpo acompañados de cosquilleos escalofriantes que se internan en la parte baja de mi estomago logrando que un suspiro salga de mis labios. Logro ver como su mirada se oscurece levemente, como si una sombra hubiera cruzado por sus ojos.

Recorre la poca distancia que nos separaba con una postura altanera y sin quitarme de encima sus ojos color avellana, los cuales relucen al ser rodeados por la mascara que cubre la mitad de su rostro, desde el comienzo de su cabello hasta la punta de su nariz. Sus pasos son silenciosos pero su postura dominante no deja que su presencia pase desapercibida.

-Me alegro que haya aceptado nuestra invitación, Señor Hunthor- Marcelo se interpone en el camino del hombre dirigiéndole la palabra, aunque no me pasa desapercibido el temblor en su tono de voz.

Alguien me toma del brazo logrando que mis ojos se encuentren con los de Catriel, el cual me aleja de la escena sin permitirme seguir escuchando y saciar mi curiosidad de porqué es que el señor Blagden parecía asustado cuando estuvo frente al hombre de apellido Hunthor. Seguir sintiendo su mirada a pesar de haberme alejado me hace desear darme la vuelta para comprobar si es real lo que estoy sintiendo, pero el constante tironeo del hombre frente a mi, aleja cualquier posibilidad.

-Aquí estas, hermosa- Diego se interpone en nuestro camino, pero esta vez no me regala una de sus coquetas sonrisas, esta vez está mucho más tenso- ¿Por qué no elegiste uno de los vestidos de mi madre?- Me mira de arriba abajo, sus ojos muestran duda y algo más que no logro descifrar- Quizás será mejor si subes y eliges uno de allí-.

Arrugo mis cejas en señal de total reprobación ante su comentario, si había algún problema con alguna regla que haya roto con este vestido, su tía me lo tendría que haber dicho, pero como no fue así, supongo que ahora mismo son celos los que dirigen sus palabras. Antes de que pueda replicar, unos brazos me rodean desde atrás aligerando mis piernas al darme cuenta de la presencia de Marco y sus trabajados pectorales.

-¿Por qué llevas puesto un vestido así?- Murmura en mi oído dejando un casto beso en mi mejilla logrando que mi malhumor se agrande.

Me giro quitando sus brazos de mi cuerpo- No recuerdo haber pedido su opinión- Mi mirada se concentra en la suya sin atreverme a bajar la cabeza, importándome un pepino que llamemos la atención de la gente que pasa a nuestro alrededor al soltar mis próximas palabras.

-No se que es lo que les sucede ni tampoco me importa, ya que quiero disfrutar de esta fiesta, aunque tenga que ignorarlos. No se que rayos les importa tanto mi vestido o el color, tampoco me interesa, yo lo elegí y con eso me basta. Disfruten de la fiesta- Me marcho de allí sin esperar una respuesta y busco el camino a la mesa con copas de champagne, lo cual ahora mismo es lo que mi sistema necesitan, algo para relajarse un poco.

Ella y Ellos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora