Capitulo 24

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-¡¿Dónde estan mis hermosos hombres?!-Un voz femenina grita desde el pasillo haciéndome saltar en mi lugar de la impresión.

-Ay no- Susurra Diego mientras deja caer su cabeza en el espacio que hay entre mi cuello y hombro. Siento su respiración profunda acariciar mi piel haciéndome estremecer.

-¿Qué sucede?- Pregunto mientras escucho otro grito de la mujer decir los nombres de los chicos, resulta que al parecer su grito puede traspasar paredes porque desde aquí la escucho como si estuviera a mi lado.

Sus labios empiezan a dejar besos en mi cuello mientras sus manos en mi cintura dejan suaves caricias sobre la tela.

-¿Qué tal si nos escondemos aquí hasta que te pueda demostrar que puedo hacer con mi boca?- Su aroma llega en forma embriagadora haciendo que este al instante de aceptar.

-¡Vengan mierdas!- Otro grito de la mujer me hace reaccionar nuevamente como si me hubieran echado un balde de agua fría.

-Mejor le hacemos caso- Me alejo del calor de su cuerpo haciendo que sus manos se alejen de ese lugar peligroso que me hace reaccionar al instante con tan solo un toque.

-Esta bien- Su tono es el de un niño al que le niegan un juguete. Tira de mi mano llevando mi cuerpo hacia afuera de la habitación y del sótano.

Pasamos por los pasillos que realmente parece un laberinto pero luego de correr tantas veces por aquí se me empiezan a hacer familiares.

Los piernas largas de Diego lo hacen caminar más rápido y adelantado que las mías haciendo que a cada instante este a punto de romper estos hermosos tacones los cuales son de su madre.

-Oye, espera- Se detiene al instante en que hablo y se da vuelta dándome un rápido repaso por mi cuerpo entero cerciorándose que me encuentro bien- No puedo correr con los tacones, tienes que ir más despacio- Sus ojos se fijan en mis pies y luego en mi rostro algo adolorido por caminar rápido con él.

Una sonrisa se extiende por su rostro haciéndome saber que tiene algo en mente y que no me agradara lo que sea que tenga en mente. 

-Mis disculpas no serán suficientes, mi Akira. Déjeme ayudarla- Antes de que pueda si quiera pensar a que se refiera, uno de sus brazos pasa por detrás de mis rodillas y otro por mi espalda haciendo que rápidamente esto se transforme en el llevándome como recién casados.

-Nunca dije que no podía caminar- Paso uno de mis brazos por detrás de su cabeza para no estar demasiado colgada a él.

-No me hace falta, no quiero que te lastimes- Su mirada esta al frente pero se que su atención esta completamente en como me acerco a su rostro.

-Gracias, Diego- Dejo un delicado beso en su mejilla derecha haciendo que una de las esquinas de sus labios se incline hacia arriba.

-Para ti lo mejor, angelito- Sus ojos se encuentran con los míos mientras no detiene sus pasos. Su color de ojos, igual a la tierra, me hacen desear mirarlos todo el tiempo, imaginándome con él en los lugares a los que me transporta mirarlos.

¿Qué pensara él de mis ojos? ¿Le gustaran? ¿Les dará impresión?.

-¿Preparada?-Su pregunta me saca de la ensoñación en la que me encontraba.

Su pregunta me hace arrugar las cejas en signo de confusión- ¿Para qué?-.

Recibo la respuesta al instante en que el cruza una puerta y me encuentro con la escena que jure nunca ver.

Marco abrazando a una persona y esa persona es una mujer la cual le devuelve la acción con una efusividad y cariño que me deja con el cuerpo tenso acompañada con una presión en el pecho no muy linda.

Ella y Ellos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora