Capitulo 32

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La vuelta es en silencio, cada uno dentro de su cabeza con sus pensamientos, avanzamos. La tensión es tanta que se podría cortar con filo. Los tres no hacemos nada más que caminar por donde vinimos hasta llegar al bosque y adentrarnos.

Veo de reojo como Diego intenta hablar conmigo, pero lo único que atina hacer es abrir y cerrar la boca con los palabras en su garganta. Catriel mira entre ambos y estoy segura que esta descifrando que sucedió en la casa.

Mis manos sostienen con fuerza el objeto tan apreciado desde mi infancia, siento el aire fresco atravesarnos recordándome lo que me sucedió en esa habitación. Como esa briza tomo mis pezones es algo que creo que jamás olvidare y tampoco el suspiro que estuvo arriba de mi. Como si una persona hubiera suspirado con el vapor saliendo de su boca.

Pasan unos diez minutos hasta que llegamos a la casa de sus padres. Subo los pequeños escalones frente a la puerta, observando como en la sala de estar estan Mariot y Marcelo los cuales se callan al rescatarse de nuestra presencia, no les pasa desapercibido la tensión que hay.

Los ojos de Marcelo me observan para luego dirigir su mirada a donde estuvo el agarre que Diego realizo. Lo mira a él con el entrecejo fruncido como si esperara una explicación. Yo les doy un saludo de <<Buenos Días>> marchándome a la habitación en la que estuve todo este tiempo.

Cierro la puerta con seguro ignorando los ruidos que se presentan en la planta baja. Me dirijo a la cama con el corazón palpitando demasiado rápido al volverlo a tener entre mis manos. Lo había escondido entre una de las tablas que componían el suelo al traerme recuerdos de la infancia y por lo tanto de mis padres. Había tomado la decisión de no tenerlo por un tiempo al hacerme recordar a mis padres logrando que la tristeza me envuelva.

Bajo la mirada al collar que tengo en mi mano. Las garras largas de las patas de un dragón, con las escamas notándose, sostienen la esfera blanca. Este objeto nunca le ha gustado a mi madre ya que no eran objetos que debería llevar los niños al ser demasiado grotesco, por eso evitaba colocármelo cuando sabia que ella lo podría ver. Era inevitable que no lo llevara cuando íbamos a visitar a mi abuela, la cuela era la que me había dado este collar por mi cumpleaños numero quince. Sonrió al recordarlo.

Sus manos pasándome el collar mientras las dos estábamos apartadas de la reunión familiar por mi cumpleaños. Sus ojos me miraban atentos mientras acotaba con voz profunda en un débil susurro <<Debes cuidarlo>> sus manos no me soltaron hasta que prometí que lo cuidaría suponiendo que hablaba sobre el collar.

Recuerdos llegan como una ventisca de aire fresco al recordar las cosas que me hacía sentir este collar. Como los sueños que me hacia tener cuando era pequeña.

Lo dejo escondido pegado con un pedacito de tela con pegamento debajo de la mesita de luz, adhiriéndolo la maderita de esta misma al final. Para que algunas mano metidas no se salgan con la suya.

Salgo de la habitación sin saber que hacer esta vez. Recuerdo la biblioteca llena tanto de historias como de estantes con ellas adornándolos, un espacio tranquilo, justo lo que necesito. Mis pasos se dirigen hacia allí, perdiéndome en el camino varias veces, hasta que una puerta familiar aparece frente a mi haciéndome sonreír ya que ahí es donde se escondía la biblioteca.

Abro la puerta sin prestar atención a nada más que las lomas de los libros adornando toda la sala. Me acerco al primer estante viéndolo clasificado como "Romántico", me alejo de ahí ya que hoy no tengo humor para eso. Sigo mi instinto hasta llegar a la categoría que antes había pasado desapercibida por mi "Pueblo Walker". Curiosamente era el pueblo de donde vengo antes de llegar al bosque. Mi curiosidad me llena al notar los miles de libros con portadas polvosas y esquinas degastadas. Paso cuidadosamente mi dedo índice por ellos delicadamente con miedo de arruinar alguno ya que de hecho se ven demasiado antiguos.

Ella y Ellos [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora