CAPÍTULO 7

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Katsuki permanecía de pie frente a Izuku deseando con todas sus fuerzas tener su cámara y retratarlo así, maravillosamente indefenso.

Mientras Midoriya limpiaba su cara avergonzado trataba de disimular una sonrisa al ver cómo las expresiones del otro seguían siendo igual de hostiles pero divertidas.

-Perdona, Kacchan. Ya se que parezco estúpido, no hace falta que lo digas.

Bakugou sonrió de ver cómo el pecoso se metía automáticamente en la dinámica tan propia de ellos.

-Dime algo que no sepa. Maldito llorón.

Se miraron soltando al mismo tiempo una risa liberadora. Los dos se sentían verdaderamente en casa.

El espiral verde de Izuku flotó en el aire al mismo tiempo que el relámpago rojo de Katsuki. Sus almas habían salido a reencontrarse también.

-Y… ¿cómo has estado, Kacchan?

Ahorita bien, imbécil.

-Genial. Tengo mi propio estudio fotográfico y como te dije un día, soy el jodido mejor fotógrafo del país.

Izuku bajó la mirada al tiempo que se dibujaba una suave sonrisa en sus labios.

-Eso lo sé. He oído de ti en los Estados Unidos. La verdad he comprado varias de tus fotografías, y de cuando fuiste a Nueva York. Están en la pared de mi casa y mi oficina.

La confesión provocó que el rubio alzara las cejas sorprendido. En aquel y único evento que había tenido en el país, había estado de principio a fin en la galería sin haber notado nunca la presencia de Izuku, porque a ese imbécil lo reconocería entre un millón de personas. Al final se alzó de hombros visiblemente confundido.

-Las compré por Internet. No me atreví a poner un pie siquiera en la exposición, no creí que quisieras verme.

Bakugou tensó los labios en una línea. Si se era sincero, no habría sabido que hacer de haber visto a Izuku tan de repente.

Chasqueó la lengua restándole
importancia.

-Me hiciste ganar dinero, así que no me importa.

De un momento a otro, Katsuki comenzó a sentir algo caliente dentro de sus venas.

-Si. Tienes razón.

-¿Qué tal tú, nerd? Eres una celebridad, en tu carrera y en la farándula, ¿no es así?

La risilla incómoda que soltó Izuku lo complació.

-N-no, yo sólo…

-Leí de ti en el periódico hace unos días, salías de un restaurante con…

Antes de poder terminar, Izuku se levantó rápidamente de un salto.

-Caminemos un poco, ¿quieres?

Lado a lado, andaban entre pequeños pétalos rosados. No se oía más nada que sus propias pisadas aunque ambos jurarían escuchar los latidos del otro, o tal vez solo eran los propios.

-¿Cómo están Mina y Eiji? ¿Aún salen juntos?

Katsuki miró de reojo el perfil de Midoriya sabiendo perfectamente que a lo que fuera, le estaba dando demasiados rodeos.

-Si. Y son mis socios también. Compramos juntos el estudio en Kioto.

-¡Vaya!, eso es genial.

Bakugou paró en seco un poco harto de esas respuestas cortas y simples. El pecoso siguió andando unos cuántos pasos más con las manos sostenidas tras su espalda.

-Es increíble como éste lugar sigue igual. Pareciera que el tiempo aquí no pasó.

-¿Porqué no trajiste a tu novia?

El corazón del pecoso se saltó un latido.

-¿Eh? Porque… creí que no te gustaría, además quería estar solo cont…

-Joder, Deku. Yo también estoy saliendo con alguien, no te atrevas a sentir lástima por mi. No eres el único que es feliz, ¿sabes?

Cállate, imbécil.

-Claro. Por supuesto.

La cara indescifrable del peliverde hizo entornar los ojos de Bakugou cuando  él otro se dio media vuelta dándole la espalda. Lo vio suspirar antes de regresar el rostro con una sonrisa muy amplia y nada natural.

-Es genial verte bien, Kacchan. Lograste lo que soñaste, tienes a tus amigos a tu lado y a tu persona especial… no necesitaste realmente la ayuda de nadie.

Apretando los puños en sus costados el rubio comenzaba a perder la paciencia. ¿Qué diablos quería Izuku ahora? ¿Felicitarlo por haber cumplido su promesa de no necesitar una mierda de él? ¿Por qué justo ahora tenía el jodido deseo de ofenderlo y pisotearlo hasta que suplicase su perdón?

-Maldita sea ya cállate. Y si ya terminaste con tus estúpidos elogios y felicitaciones de mierda puedes escupir de una puta vez cuál era el favor que querías pedirme.

A cada segundo que pasaba, Izuku se sentía cada vez más inseguro. El poquísimo valor que había reunido se esfumó en cuánto Katsuki comenzó a comportarse de esa forma tan hiriente.

-Perdona, no quería hacerte perder el tiempo, supongo que estarás ocupado y tendrás que ir con tu novio después...

Dispuesto a hacer callar los irritantes murmullos, Katsuki dio dos grandes pasos para rodear en un violento abrazo a Izuku, dejándolo mudo de asombro y con los ojos tan abiertos como le era posible. Su delgado pero firme cuerpo tembló ante el contacto inesperado de Katsuki tomándole unos cuantos segundos más el poder reaccionar y lentamente rodearle la espalda con sus brazos.

-¿Es que jamás dejas de andarte con rodeos?

Izuku no escuchaba lo que decía, pues estaba embelesado con la fragancia que desprendía el saco de Bakugou, el débil aroma del tabaco y la inolvidable esencia de su persona. Entre esos brazos protectores, el pecoso recostó la cabeza en su pecho autorregulándose con los latidos de su corazón.

Por su parte, Katsuki acariciaba sin cesar los cabellos verdes, reconociendo todos y cada uno de esos rizos entre sus dedos, la sedosidad que hacía cosquillear su nariz y el aroma a hierbabuena fresca que seguía emanando de su tibia y suave nuca. Aspiró sin descanso hasta que sintió que estaba haciendo algo que de alguna forma parecía incorrecto.

Tratando de poner al fin distancia entre ellos, lo tomó de los hombros con el afán de alejarlo un poco de su cuerpo, pero Izuku no lo permitió, clavando sus dedos ligeramente en su espalda aferrándose más a él.

-Solo un poco más, por favor… Kacchan.

Bakugou lo volvió a sostener acariciando su espalda. Realmente había olvidado lo bien que se sentía tenerlo cerca.

-Oye, Deku, ¿que te parece si…

-Me voy a casar, Kacchan.

Las palabras de Izuku sobre el pecho de Katsuki le atravesaron el corazón cómo una daga helada.



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