CAPÍTULO 11

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- ¿Pero qué estás diciendo?

Aún con las mejillas y el cuerpo ardiendo, Ochaco se sentó al borde de la cama para echarse encima su bata, pues cayó en cuenta que al menos en ese momento, no obtendría lo que estaba deseando.

-¿Tú no quieres una familia, Izuku? Ya te lo he dicho, yo quiero una vida a tu lado con todo lo que implica eso.

-Pero, ¿y tu carrera? Acaso no deseabas tomar lugar en la directiva junto a tu padre? Además, tu sabes lo ocupada que es mi vida también, Ochaco. Literalmente se resume entre el hospital y algunas noches contigo.

Frunciendo los labios, la castaña asintió pues sabía que lo que acababa de decir era verdad.

-Lo sé, pero en algún momento tendremos que acoplar el trabajo a nuestra nueva vida, Zuzu. Y yo anhelo ser madre, ahora. No cuando sea vieja.

Sentándose a su lado Izuku la abrazó por los hombros.

-Debiste hablar conmigo primero sobre algo tan importante como eso. 

Uraraka pensó que era el momento adecuado para decirle lo que llevaba un par de días rondando su cabeza.

-Desde que regresamos a casa has estado distante, incluso antes estuviste completamente distraído, parecías triste. Y sé que no solo es por tu madre, Izuku.

Era cierto. El haber visto a Katsuki de nuevo había provocado un vendaval en su interior. No había minuto del día o la noche que el rubio no pasara por su mente. Avergonzado consigo mismo, tenía que cortar el contacto íntimo con Ochaco puesto que le hacía recordar cosas incorrectas que le hacían sentir inmensamente culpable. Además, la forma en la que lo había rechazado para verle en su último día en Japón le había decaído el ánimo hasta el piso, aunque, de ser sincero, no sabía muy bien que le había hecho buscarle otra vez.

Tal vez si …

No. Sacudió la cabeza una docena de veces hasta que se dijo que, quizá la negativa de Bakugou de verle había evitado que hubiera hecho alguna estupidez. Su vida era con Ochaco ahora, ¿que pretendía buscándole más? Ahora, tan sólo era el fotógrafo para su boda, y no más.

-…¡Izuku!

-¿Sí?

-¿Lo ves? Estos días parece que soy otro mueble junto a ti. A veces creo que estás pensando en alguien más.

Midoriya no supo que responder ante eso.

La chica le miró tristemente pensando que tal vez su prometido no era tan distinto a los demás hombres y estaba teniendo una aventura. Con aire ofendido cerró su bata y salió dando un portazo de la habitación.

El peliverde se dejó caer exhausto sobre la cama revuelta y cerró los ojos dejándose llevar por sus recuerdos que ahora llegaban a él como una avalancha que a medida que se permitía un momento de calma, le llenaban hasta sepultarlo. Y en ese momento, uno de ellos fue el que terminó de hundirlo.

Kacchan!... ¿Qué estás…?

-Shhh, Deku. No digas más idioteces. Vamos, vuelve a abrir las piernas.

Katsuki llenaba el cuerpo desnudo de Izuku de húmedos besos por cada peca que iba apareciendo en su camino.

Al llegar a sus oblicuos, el rubio lamió la fina marca que delineaba hacía abajo su vientre.

Izuku por su parte tapaba su rostro con el brazo mientras su novio intentaba calmar su nerviosismo con paciencia. Siempre comenzaba así.

-Escucha, Deku. No haré nada que no desees, puedo parar en el momento que me ordenes.

Besando su cuello, Katsuki logró que el pecoso abriera de a poco sus piernas de nuevo, entonces bajó y tomándoselas con ambas manos, hundió el rostro en la entrepierna de su chico lamiendo y succionando logrando que Izuku dejara de jadear y empezara a gemir.

-Ah, Kacchan… ¡para!

Sonriendo algo sonrojado ya, Izuku recordó como Bakugou había tomado su propio pene y comenzar a masturbarlo mientras él se derretía ante al expectativa de saber que otra cosa haría Katsuki con él.

Mirando su propia erección, Bakugou habló con esa voz excitada que hacía llegar a Izuku al mismo cielo.

-¿Quieres, Izuku? ¿Quieres de esto?

Con la punta de su dedo, Katsuki había tocado su propio glande mojándolo de líquido para lamerlo ante los ojos desorbitados de deseo del otro.

Izuku instintivamente alzaba sus caderas para intentar rozar su miembro caliente con el de Bakugou, gruñendo en desesperación al ver que éste seguía masturbándose frente él sin tocarle.

-Kacchan, por favor ya no puedo…

-Tócame, Deku. Haz que me derrita por hundirte la polla hasta que pongas los ojos en blanco.

El rubio se recostó en su cama mientras Midoriya jadeaba de placer al contacto de su boca con ese miembro palpitante.

Katsuki gemía una y otra vez con la voz más grave y ronca de lo normal, cosa que era una verdadera y hermosa sinfonía de la que Midoriya jamás podría olvidar sin excitarse de vez en vez cada que lo recordara, justo como en ese momento...

Dándose un sonoro manotazo en la frente, Izuku reconoció que nunca se había sentido tan pleno sexualmente como con Katsuki. Disfrutaba mucho el sexo con Ochaco, no lo negaba, pero lo que le provocaba esa oscura sensualidad y dominio de su ex novio era algo que no había sentido de nuevo. Jamás había podido llenar ese vacío en la cama con nadie.

Con Katsuki era amor y deseo. Dominio y entrega. Si bien nunca buscó definir sus sexualidad, sabía que nadie (hombre o mujer) podría complacerlo de esa manera, y realmente jamás lo había buscado. Katsuki Bakugou era el único hombre en su vida, su primer amor, su primero en todo.

My only one.

Con los ojos cubiertos, sus lágrimas formaron un camino en cada lado de su rostro.


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