CAPÍTULO 19

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Los constantes toques de la puerta hicieron abrir los pesados párpados de Izuku que ni siquiera sabía quién era él en ese momento. Sentía como si hubiera dormido una semana completa.

Toc. Toc. Toc.

Al oír un gruñido a su lado y sentir como se hundía el colchón, abrió los ojos enormes y lentamente volteó hacia un lado como si temiera encontrar un fantasma.

Su corazón dio un vuelco cuando la perfecta escena de Katsuki dormido boca abajo y desnudo enredado entre las sábanas blancas adornaba su cama ahogando al instante un grito con su mano, puesto que realmente no había sido un sueño.

Toc. Toc. Toc.

Antes de que el constante golpeteo de la puerta lo despertara se levantó de la cama rápidamente pero de la misma manera cayó al piso por el dolor que atravesó su cadera.

-Ay...

Sin más remedio se vistió en el piso y gateando salió hasta el recibidor, se apoyó en el marco de la puerta para levantarse y abrió sin prestar demasiada atención a ver quién era. Gran error.

-¡Zuzu! ¿Qué hacías que no abrías la puerta? Es pasado el medio día.

Una ataviada Ochaco entraba como un torbellino a su lado.

El corazón del pecoso se saltó un latido, haciéndole volver a la realidad.

-¡Ochaco! ¿Qué haces aquí?

Uraraka lo miró como si le hubiera cambiado el nombre.

-Nos casamos hoy, Izuku ¿recuerdas? Por cierto, ¿has hablado con tu amigo Katsuki? Al parecer ayer discutió con Sho y no ha sabido nada de él, está a nada de llamar a la policía.

Midoriya miró de soslayo su recámara.

-Vine a dejarte el traje, yo tengo que irme para reunirme con Mina y Eijiro para afinar los últimos detalles, ya que tu amigo no se digna ni a responder su teléfono. Después iré con Momo para que me maquille y...

El peliverde rogó a su más arraigada deidad que Ochaco no notara las prendas de ropa en el piso que no eran suyas. Comenzaba a sudar frío cuando su prometida se acercó hasta él plantándole un beso en los labios mientras rodeaba su cuello.

-Hoy es nuestro gran día. Toma un baño por amor de dios y... ¿qué tienes en el cuello? Parece...

-Ah... es que, por la noche tuve alergia y me rasque. Algo que comí seguramente.

-Mmm... ¿Y acá también?

La chica se había acercado mirando muy de cerca su piel expuesta, como el rasguño en la parte interna del muslo muy pegado a su entrepierna.

Izuku se maldijo internamente por elegir en ese momento la ropa interior más corta que tenía.

-S-sí.

Escrudiñando el rostro extraño e incómodo del pecoso, Ochaco lo tomó de la mano y comenzó a arrastrarlo a su habitación.

-¡¿Qué haces!?

-Revisaré tu cuerpo. Si es algo grave deberíamos de...

-¡No!

Zafando su agarre, Izuku se quedó parado desviando la mirada.

-Por favor, O. Tengo muchas cosas que hacer igual que tú. Estoy bien.

Uraraka apretó sus labios en una fina línea.

-Está bien, me voy entonces.

Al llegar a la puerta, se volteó y con rostro indescifrable dijo una última cosa:

La Piel del CieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora