CAPÍTULO 22

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Después de la visita de la cara redonda a su casa, Katsuki pudo ver nuevamente los periódicos y navegar en internet. Durante una semana no se habló más que de la boda cancelada del doctor Midoriya y la periodista Uraraka. Se barajearon muchas teorías, pero nadie dio una palabra al respecto. Ni siquiera Ochaco que era acosada a dónde quiera que fuera en los Estados Unidos.

Del brillante cirujano no había rastro y en el hospital solo se rumoraba que había renunciado al día siguiente de su frustrado casamiento.

Así pasaron los meses hasta que, después de un año ya nadie recordaba nada del escándalo. Y el nombre del doctor Midoriya pasó a ser poco relevante.

Katsuki Bakugou continuó su vida. Se volcó de lleno en su trabajo preparando una exposición que para él sería la más importante en su carrera.

Pero no hubo un día en que no pensara en Izuku. Le recordaba a cada momento de cada día. Nunca hizo el intento de buscarle porque si el había decidido desaparecer de esa forma, sus razones habría tenido. Aunque al mirar su correo electrónico...

Le gustaba pensar que tal vez Deku al final había tomado la iniciativa de hacer algo por el simple gusto de complacerse a si mismo. Solo deseaba que donde quiera que estuviera encontrara la paz.

-Kats, la galería de arte quiere confirmar la fecha de la exposición. ¿Aún será el 15 de julio?

Mina asomaba medio cuerpo con el teléfono en la mano en la oficina del rubio. Hanta Sero al fin había tomado unas merecidas vacaciones.

-Sí. Todo estará listo en tres meses.

Mina sonrió orgullosa de su amigo, pues Bakugou al fin aceptaba y hablaba abiertamente sobre sus sentimientos. Cuando Kirishima y ella regresaron de Nueva York, les contó todo lo que había sucedido con el pecoso el día anterior a su boda. Odiaba la herida emocional que había causado en Shoto, pero sabía que de algún modo había sido lo mejor para los dos.

Lo positivo de lo que había pasado en Nueva York, era que Katsuki ya no temía y abrazaba a los recuerdos. Había aprendido a repararse de a poco por su cuenta, ya no con alguien más.

Por eso un día mientras caminaba con su cámara entre los senderos del parque donde vivían sus mejores memorias, decidió que para honrar su corazón, le mostraría al mundo que él, Katsuki Bakugou, había encontrado el amor y que ese era, por mucho, su logro más grande. Y sabía perfectamente la fecha en la que tenía que ser.

Cierta noche en casa, mientras daba los últimos toques en las ediciones de las fotografías para la exposición, el teléfono de su estudio comenzó a sonar. Pese a que era del tipo que odiaba realmente las llamadas telefónicas decidió responder un tanto malhumorado.

-¿Quién es?

Silencio

-Maldita sea responde o…

Un rayo de lucidez hizo centellar el carmín de su mirada tras los anteojos aferrando con todas sus fuerzas el teléfono.

-¿Deku?

-…

-Por favor, Izuku, háblame...

Katsuki creyó reconocer un sollozo del otro lado de la línea o tal vez algún pervertido se masturbaba con su voz.

-Oye idiota, solo... asegúrate de comer y dormir bien. Mantente a salvo por favor. No sobre pienses las cosas como siempre haces.

Realmente Bakugou podría haber hecho pedazos el aparto entre sus dedos.

-Pronto será tu cumpleaños, así que, donde sea que estés, asegúrate de ver los medios próximamente. Y recuerda lo que te dije en Nueva York, Izuku. Siempre habrá un hogar al cual volver.

Línea muerta.




Línea muerta

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