CAPÍTULO 10

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Katsuki se encontraba en la cafetería del aeropuerto, el vuelo de Shoto se había retrasado debido al clima. Después de su tercera taza de café, le daba vueltas a la llamada que había sostenido con Izuku el día anterior.

-Te dije que no te cobraría un maldito centavo por el servicio, estúpido.

-Lo sé, Kacchan. Por eso decidí enviarte el dinero por mi cuenta al ver qué no respondías el e-mail que te envié.

-¿Y quién demonios te dio el número de mi tarjeta de crédito?

-Tu secretario.

-Jodido bastardo… pero es más del triple de lo que vale el servicio. No soy una puta obra de caridad.

-Lo sé.

-Como quieras.

-Regresaré a Nueva York mañana. ¿Crees que podríamos…?

-No.

-Kacchan, por favor quiero…

-Mierda, Izuku. Ya basta. Ya me pediste lo que querías, ¿qué más necesitas de mi?

Del otro lado del teléfono, unos bonitos y tristes ojos verdes se opacaron.

-Nada, tiene razón. Lo siento. Te veré entonces en un mes.

-Si. Iré a hacer mi trabajo y no volveré a ver tu estúpida cara de nerd nunca más.

-Nos vemos pronto.

Perdido en sus divagaciones, Katsuki sintió como rodeaban su cuello y un par de fríos labios besaban su mejilla.

-Hey… ¿Por qué no me avisaste que ya habías aterrizado?

Shoto luciendo más radiante y guapo que nunca, desenvolvía la bufanda de su cuello con una preciosa sonrisa en su rostro.

-Quise sorprenderte. Me encanta verte concentrado pensando en lo que sea que esté pasando por tu cabeza ahora.

Tomando su equipaje, caminaron juntos hacia la salida del aeropuerto.

-¿Podemos ir a tu casa?

-Como tú digas.

El camino a la casa de Katsuki fue agradable con Todoroki dándole detalles del caso y lo complicado del juicio.

-¿Entonces las acusaciones contra el señor Uraraka eran falsas?

-Si, pero estaba todo tan bien planeado que fue muy difícil demostrar que el fraude no lo había hecho él. Fue genial, Kats, recibí muchas ofertas de distintos buffetes.

-No lo dudo.

Tomando entre su mano la de Shoto, Bakugou se enorgulleció de ver cómo su chico era cada vez más y más talentoso  que su bastardo padre.

-Date prisa. Realmente estoy ansioso por llegar a tu habitación.

El velocímetro del auto aumentó un par de números sobre la carretera.

°
°

Después de la junta en el hospital, Izuku regresaba con una gran bolsa de comida rápida. En el lujoso barrio del Soho en Manhattan, el departamento de Izuku estaba lleno de pétalos de rosas en un camino hasta la puerta de la habitación.

-¿Ochaco?

De pie en el recibidor, miró confundido a su alrededor impregnado del dulzón aroma de las flores.

-¿Zuzu? ¡Estoy acá!

Dejando la bolsa sobre la mesa, el pecoso camino a su habitación preguntándose cuál sería la ocasión especial para semejante decoración.

De pie en el umbral de su recámara, no pudo negar al ver a Uraraka en diminuta ropa interior que definitivamente era un mujer hermosa.

-¿A qué se debe el placer de semejante vista? Aún no es mi cumpleaños.

Con ademán sensual, la chica palmeó el colchón a su lado.

-Ven aquí. La explicación puede esperar.

Sin más, Midoriya se quitó su chaqueta y subió a la cama sobre Ochaco. Comenzó besando dulcemente sus labios hasta que ambos profundizaron sus respiraciones.
La cálida mano de Izuku sobre uno de sus pechos provocó en la castaña un hondo suspiro que se transformó en un apenas audible gemido de sus labios entreabiertos mientras desfajaba la camisa de su novio para desabotonarla ansiosamente.

Suspirando junto a su oreja, el peliverde volvió a preguntar el motivo de todo aquello, siendo la respuesta de Ochaco incorporarse y desabrochar su sostén.

-Deja de hablar, Izuku y tócame.

Con ambas manos Midoriya masajeó sus senos hundiendo nariz y boca en medio de ellos. La recostó de nuevo formando un camino de besos hacia abajo.

Con un dedo, Izuku recorrió su abdomen hasta el vientre para finalmente llegar al centro de Ochaco presionando levemente el punto en el que sabía comenzaría a derretirse entre sus dedos.

-Si, si…

Admirando las mejillas sonrojadas de su prometida, el pecoso le guiñó un ojo y bajó su boca hasta el diminuto encaje de la única prenda que cubría a la chica y con sus dientes fue bajándola suavemente hasta que la perfecta y redondeada silueta de Ochaco quedó totalmente expuesta frente a él.

Con labios y lengua, Izuku recorrió cada rincón de ella conteniendo sus constantes espasmos clavando los dedos en la pequeña cintura.

-¡Izu!, yo… yo voy a…

Aumentando la velocidad de sus movimientos el pecoso jugueteó de igual forma con los pezones pequeños y duros. Al sentir que estaba a punto de explotar, movió sus labios hacia la parte interior de sus muslos.

-¿Pero que…?

El peliverde siguió mordisqueando las torneadas piernas subiendo por la línea de su cadera.

-Eres tan linda, Ochaco…

Izuku se alzó en ambas manos y miró con dulzura a su prometida que jadeaba debajo de su cuerpo.

-Ahora dime, querida. ¿De que se trata todo esto?

Esperando la respuesta, comenzó a desabrochar sus pantalones un tanto ansioso ya.

-Quiero tener un hijo.

-¿Eh?




-¿Eh?

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