CAPÍTULO 23

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El 15 de julio finalmente había llegado, la galería de arte en Tokio se encontraba abarrotada por diversos coleccionistas, subastadores  y abierta al público en general. Mina y Eijiro habían hecho un excelente trabajo coordinando absolutamente todo, dejando a Katsuki solamente el acomodo de las obras, algo que nadie más que el podía hacer.

Todas y cada una de las piezas por si mismas parecían no significar nada, pero si se miraban una tras otra en secuencia, parecían contar una historia. El protagonista de todo era un misterio para los presentes excepto para unos cuantos, exactamente, para cuatro personas. El trabajo de Katsuki era tan sublime en la edición de los retratos que, pese a tener claramente un rostro de frente, era casi imposible definir una identidad mediante las facciones bellamente difuminadas, adicionadas con el  trabajo de sombra y luces en las que el artista había dedicado casi seis meses.

Lo único nítido en esa cara, eran las pecas que la adornaban y algunas cuantas que, en forma de constelaciones, salpicaban diferentes partes de su cuerpo.

El aire infantil de las primeras fotografías con uniforme escolar parecía tornarse cada vez más melancólico conforme se avanzaba en la línea del tiempo. La gente realmente se preguntaba que conexión podría tener éste joven con Katsuki Bakugou ya que todo el contexto parecía algo demasiado íntimo.

-¿Quién será éste chico pecoso?

-¿Podrá ser algún amante del pasado?

-De verdad quisiera llevarme una de éstas.

Katsuki se la pasó rechazando las fuertes cantidades de dinero que cada tanto le ofertaban. Había dejado claro desde el principio que ninguna obra estaría en venta.

-Es hermoso, Katsuki. Que lástima que no planees deshacerte de ninguna, pagaría una fortuna por cualquiera.

Shoto Todoroki se acercaba al artista con una copa de champagne en la mano sonriendo sin que realmente el gesto tocara su mirada.

-Sho… que sorpresa.

Bakugou estrechó rápidamente al bicolor en un abrazo cordial. Después de poco más de un año, aún se avergonzaba por haberlo abandonado de esa forma tan cobarde.

-Espero que no te moleste. Mina me invitó, pero ¡Ya te perdoné!

Ambos chicos rieron al mismo tiempo, en un acto conciliatorio.

-Es bueno verte, Shoto. Luces mejor que nunca.

-Lo sé.

Sin saber que más decir, Todoroki recorrió el lugar con la mano en un elegante ademán.

-De verdad es genial todo lo que hicieron con esto pero, ¿por qué no has revelado el nombre de la exposición?

Bakugou sonrió y le pidió que esperara un poco más.

Al ser más de media tarde, el fotógrafo subió a la tarima para dar crédito a sus amigos y a su equipo de trabajo tras bambalinas.

Un periodista extranjero alzó la mano.

-Señor Bakugou, ¿podría revelarnos el nombre de este evento? mismo que usted ha catalogado como, y dicho textualmente: “el mejor y más grande éxito de mi carrera”.

Justo cuando Katsuki asentía imperceptiblemente a Kirishima que tenía en su mano un pequeño control, la noche ya había caído sobre la ciudad. Entonces, las luces de la galería se apagaron cayendo todos en penumbra durante algunos segundos, para finalmente revelarse y encenderse unas enormes y hermosas letras sobre la pared que resaltaban los colores de los que se teñía el horizonte justo al anochecer y las primeras estrellas salpicaban el firmamento.

Éstas revelaban el nombre de la exposición:

LA PIEL DEL CIELO

Una emotiva ovación retumbó por todo el lugar y Katsuki cobijado por la tenue oscuridad se conmovió de tal manera que unas cuantas lágrimas surcaron sus ojos, pues justo ahí, sintió que había llegado al final de un tortuoso camino hacia la liberación y su corazón eternamente roto pudo encontrar la paz al fin.

Todoroki por su parte presenciaba todo en primera fila, dándose cuenta que jamás, en tantos años justo a Katsuki, lo había visto tan radiante y pleno que en ese momento. Al unificar las fotografías, las letras sobre su cabeza y la luz que su ex novio esplendía, susurró para si mismo:

-Es el nombre perfecto, Kats.

Sonriendo tristemente, dio media vuelta para desaparecer definitivamente de la vida de Katsuki Bakugou.

Un par de horas más tarde la galería se fue vaciando poco a poco hasta que los tres socios tuvieron la oportunidad de brindar juntos por el éxito que habían logrado.

-Katsubro, ¿fue perfecto, verdad? ¿Ahora sí tomarás ese descanso del que has estado hablando?

-¿A dónde irás?

Bakugou balanceaba pensativo su copa vacía.

-No sé. Supongo que cualquier lugar lejos de aquí ayudará.

-Toma el tiempo que necesites.

Mina Ashido estrechó la mano del rubio siendo ésta vez correspondida con una rápida y suave sonrisa.

Después de dejar todo listo para marcharse, Katsuki despidió primero a sus amigos alegando haber olvidado dónde estaban sus cosas.

-Lárguense ya. No crean que no me he dado cuenta que lo que ustedes necesitan es un maldito hotel.

-Lo que tú digas, jefe.

Ashido y Kirishima salieron pitando entre risas y urgencia.

Katsuki encendió un cigarrillo disfrutando al fin de su reconfortante soledad mientras miraba la galería con los retratos rememorando aquellos momentos a lo largo de los años. Todo lucía perfecto iluminado únicamente por el simulado crepúsculo de la pared, aunque más que admirar ese detalle, seguía ahí porque necesitaba enfrentarse a solas con todos esos recuerdos, reconciliarse por última vez con la idea de que Izuku solo le pertenecía a través de su cámara fotográfica.

El último empleado del lugar se asomó de repente.

-Discúlpeme señor, tengo que cerrar ya. Si desea quedarse más tiempo, solo tiene que salir por la puerta trasera.

Después de un rato, finalmente Katsuki tomaba sus cosas y se encaminaba a la parte trasera cuando de pronto escuchó la campanilla de la puerta principal al ser abierta. Volviendo nuevamente sobre sus pasos al centro de la galería pensando que tal vez Eijiro había vuelto, pudo ver a una persona de espaldas a él con una pequeña maleta mirando fijamente hacia arriba, exactamente hacia las letras que habían cambiado de tono y ahora destellaban como el cielo de esa noche.

Lucía un poco más robusto pero su bella silueta esbelta era inconfundible a los ojos del fotógrafo. Los rizos cortos de antaño caían en una sedosa cascada por debajo de la nuca.

Katsuki sonrió bajando la mirada para después hablarle como si lo hubiera estado esperando.

-Feliz cumpleaños, extraño.

Cuando Izuku Midoriya giró el rostro hacia atrás con la sonrisa más linda que nadie hubiera visto nunca y los ojos, par de esmeraldas resplandecientes, se encontraron con los de Katsuki las luces que los iluminaban se apagaron de repente anunciando finalmente la hora de ir a casa.


Cuando Izuku Midoriya giró el rostro hacia atrás con la sonrisa más linda que nadie hubiera visto nunca y los ojos, par de esmeraldas resplandecientes, se encontraron con los de Katsuki las luces que los iluminaban se apagaron de repente anunciand...

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