CAPÍTULO 13

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-Lo siento. Fui un completo imbécil al no haberte dicho nada. Vayamos juntos a esa boda y olvidemos todo ese asunto.

Tres días antes de partir a Nueva York, el rubio seguía sin poder convencer a Todoroki de que lo perdonase por lo que sucedió en el club. Estaba harto de los problemas con su novio y realmente no quería que se le acabara la paciencia si aquella situación no cambiaba.

-No lo sé, Katsuki. No quisiera quedar como un idiota mientras tú te fugas con tu ex novio.

Bakugou rodó los ojos ante semejante idea, aunque una fugaz escena de él llevando a Izuku a cuestas mientras cruzaban la recepción del hotel se le hizo muy fácil de imaginar.

Deja de pensar mierda, Katsuki.

-Mira, si no quieres perdonarme ahora está bien, no insistiré; yo estaré pasado mañana en el aeropuerto a las xx:xx. Si no llegas, daré por hecho que no quieres más nada de esto.

Dicho eso, Katsuki colgó el teléfono irritado.

Con las manos tras su cabeza, miraba el techo de su habitación en medio del silencio relajante de la noche.

Vestido únicamente con un sencillo pantalón de chandal sostenido de sus caderas, Bakugou reflexionaba en el giro que había dado su vida en estás últimas semanas.

Volver a ver a Deku, tenerlo entre sus brazos mientras olisqueaba sus rizos de hierbabuena… sentir de nuevo el frenético latido de su corazón que no mintió cuando al abrazarlo golpeó su pecho con fuerza.

Izuku era transparente, una carta conocida. Podía adivinar con los ojos cerrados todas y cada una de sus expresiones, cuando se sentía feliz, deprimido o eufórico… sabía el número exacto de sus pecas y joder si no sabía lo que le volvía loco en el sexo. Izuku Midoriya podría engañar a todo el mundo, pero no a él, sabía que ese estúpido era capaz de lanzarse al vacío si de esa manera hacía feliz a alguien. Tan era así que solo por ese maldito sueño que había sido de su madre, Izuku había abandonado su vida nada más para ver realizado lo que Inko Midoriya no había logrado. Dejando de lado sus propios sentimientos.

El sabía que el doctor Midoriya deseaba una vida más sencilla, pues así se lo había dicho una vez.

-¿Kacchan?

-¿Ahora qué, nerd?

-¡Feliz cumpleaños!

En las manos de Katsuki cayó un pequeño anillo de plástico, de esos que salían en las máquinas de caramelos.

-Es mañana, Deku.

Esa tarde, tía Inko dio permiso a Katsuki de pasar la noche con Izuku después del instituto, puesto que al día siguiente ambos harían un día de campo.

-¿Y qué? Así seré yo el primero en desearte un cumpleaños feliz.

Dicho eso, Izuku colocó el austero anillo color rojo en el dedo anular de Bakugou con las mejillas tiernamente sonrojadas.

-¿Es una jodida propuesta de matrimonio?

Una risilla se dibujó en los labios del menor.

-¿Me amarás aún dentro de muchos años, Kacchan?

-No lo sé, ¿Por qué no habría de hacerlo? ¿Vas a dejarme por alguien más?

-¡No!

-Entonces si. El día que me abandones será el día que deje de amarte, así que ya lo sabes, maldito Deku.

Izuku se quedó pensando un rato. Sonrió para si mismo y recostándose en el pecho de su novio, abrió su corazón ante él:

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