El colegio príncipe Carlos no hacía nada bien, no tenía buenos profesores, baños que funcionaran, buenos planes educativos, lo único que funcionaba eran sus estudiantes, si no lo hacían al salir del colegio morirían de hambre o de un balazo. Estaba...
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Habían pasado dos semanas desde que la toma había terminado, habían arreglado las salas, habían instalando computadores, habían pintado el colegio y habían arreglado el sistema eléctrico.
No sabían si seguirían mejorando el colegio o si todo seguiría igual pero hasta ahora los resultados habían sido buenos y habían visto mejoras.
Estaban en la clase del profe Charlie, la Vale había pedido permiso para ir al baño, no porque quisiera ir al baño, sino porque no quería hacer clases, le dolía mucho la cabeza y no se sentía en condición de estar mirando un computador por dos horas.
Estaba sentada en el segundo piso donde ningún profesor iba, cuando vio a su amigo Maicol pasar por delante de ella sin saludar.
Se sentó en una posición más cómoda y habló —Wena po— Cuando el Maicol la escucho se volteó mientras se acercaba —Pa que saludai— el se agacho y la saludo de beso en la mejilla para luego sentarse a su lado.
—No te vi— la Vale le sonrió y el volvió a hablar —¿Que haci aquí? saliste hace rato po— la Vale saco un cigarro y el Maicol le prestó fuego.
—Na, me duele la cabeza— el le toco la frente para ver si teni fiebre y al ver que no tenía se relajo.
Cuando la vio de repente se acordó de algo —¿Como que estai pololeando con el Lalo enana?— la Vale sonrió con los dientes y el recibió el cigarro que la Vale le compartía.
—Pero si te había dicho— el negó indignado y la miró —Viste que no me pescai— el se río y ella habló —¿Pa donde vai?—
El respondió —Me voy de esta wea— la Vale vio cómo el exhalaba el humo y se ponía de pie —Ayúdame a salir— Ella asintió y caminaron hasta la reja.
Antes de salir el le devolvió el cigarro y se despidieron.
La Vale terminó de fumarse el cigarro y decidió entrar a la sala. Pero apenas entro vio a la la Flavia estática en medio de la sala con la mano llena de sangre. Supo lo que era de inmediato, la Flavia había perdido a su bebé y no estaba bien, claramente.
La Vale asustada corrió a su amiga sin importarle si chocaba con algo o alguien —¡Flavia!— todos se dieron vuelta a verlas justo cuando la Flavia aterrizó en el piso desmayada.
El profesor se acercó a ella y sus compañeros preocupados también lo hicieron, cuando el profesor vio la sangre supo de lo que se trataba.
El profe llamó al Nico y habló —Nico ayúdame a levantarla— el asintió y ambos la tomaron para que el profe la llevara al auto —Vale anda a buscar a mi papá— la vale a penas lo escucho salió corriendo.
No sentía las piernas mientras corría, lo único que sentía era terror, y cuando estuvieron los tres en el auto tampoco sentía la velocidad a la que iba el auto, solo sentía a su amiga recostada en sus piernas.
