Capítulo#10: Enredados

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Lo miro fijamente. No me baja la mirada y eso me inquieta.

-Habla o juro que te haré pasar un infierno en la tierra -prometo.

-No es necesaria la amenaza -explica zafandose de mi agarre con un tirón.

-Habla -repito -¿quién eres? Y ¿qué hacías en G.R.E.E.N?.

Se acomoda con dificultad.

-Había una vez un chico en un orfanato, el cual dejo allí su madre adolescente -comienza y me impaciento.

-Oye, no es por nada, pero tú historia de vida no me interesa -digo seca.

-Resumiendo: la vida del chico era aburrida -me ignora -hasta que al cumplir 10 le entregaron un sobre con una carta -me mira como buscando un atisbo de algo -Carta la cual decía: Protege a mi princesa por sobre todo y todos, al precio que sea necesario, sin importar quien salga herido en el proceso -se comprime algo en mi tórax -Había algo más en el sobre... , una foto de una chica de unos 5 años con hebras y ojos negros noche que me miraban fijamente con una alegría contagiosa, al dorso de la foto decía su nombre: Atenea Anderson -mi corazón rompe el cuenta millas -Cuando el chico cumplió 16 salió de aquel orfanato, con la promesa de proteger a esa chica de la foto que ni siquiera conocía -continua -Nunca supo quien era el hombre que se lo había encargado pero sentía la necesidad de cuidarla y velar por su seguridad -concluye absorto.

Me encuentro en shock total. ¿Mi padre? ¿Mi padre encomendó mi seguridad a alguien antes de morir?.

-¿Por qué apareces ahora ? -frunzo el ceño.

-Porque ahora me necesitas -contesta serio -Investigue sobre ti durante dos años y medio, todo: historial criminal, mafia que te reclutó, residencia, allegados, incluso se que no te vistes de otro color que no sea el negro -expone con una voz profunda -Y hace poco menos de una semana cuando el chip de tu auto me informó sobre un posible ataque de una mafia desconocida me movilicé -ahora todo cobra sentido -De hecho, me encontraba en el mismo hotel que tú y bueno te seguí hasta G.R.E.E.N, sabiendo que los atacarían gracias a unos contactos, solo hice lo que pude por protegerte y aquí estamos -hace un gesto con las manos señalando la habitación.

-¿Por qué no lo dijiste antes? -pregunto bajando un enorme nudo en mi garganta.

-No lo preguntaste -se encoje de hombros -Protegerte es mi prioridad -dice -me vale si no quieres mi protección, aún así la tendrás -desvía la vista frotándose los ojos.

-No... -iba a rebatir cuando una enfermera entra.

-Es hora de que descanse -informa ella -Le pondré un medicamento sedante para que duerma en conjunto con un analgésico -concluye.

-No necesito tu protección -digo seca y salgo de allí.

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Libero una gran bocanada de aire, que ni siquiera sabía que estaba reteniendo, cuando llego al apartamento. Tiro las llaves a la mesita de cristal del centro de la sala de estar y me obligo a levantar la mirada cuando siento un gruñido. Tomo mi arma girando sobre mi eje. Me encuentro con un par de ojos negros, los cuales me miran con rabia. Me pongo a la defensiva y el animal comienza a ladrar corriendo hasta mi. No le voy a disparar, que yo contra los animales no tengo nada. A escasos centímetros de mi una mano lo agarra.

-¡Hera! -lo regaña Enzo.

El animal se queda quieto sin dejar de mirarme.

-¿Qué diablos quiere decir esto? -pregunto a Enzo.

-Entre todos llegamos a la conclusión de que tener una mascota sería bueno -explica.

-Aja, ¿con la aprobación de quién? -lo encaro.

Rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora