Me levanto sobresaltada con una gruesa capa de sudor cubriendo mi frente y el corazón martilléandome desbocadamente en el pecho. Esto se ha convertido en parte de mi vida desde que tengo uso de razón. Las pesadillas ya son algo tan normal como respirar.
Y como siempre luego de despertar los recuerdos azotan mi mente tratando de entrar, pero no sé lo permito ya que sé que no fuera quien soy sin los sucesos de hace más de 10 años, los cuales hicieron q mi YO anterior muriera junto con ella.
¿Duele? Bastante pero el pasado no regresa por más que queramos. Toco mis mejillas y solo entonces me doy cuenta de las lágrimas presentes en ellas.
«esto no puede seguir pasando»
me recrimina mi subconsciente.Suspiro sacudiendo la cabeza e ignorando esa insistente voz que me recuerda que soy una débil cada vez que puede. Me levanto quitando el edredón azul oscuro que protege mi cuerpo del duro invierno que azota Vancouver. Camino en dirección al baño, mirando mi reflejo en el espejo de encima del lavado. Me detallo y es imposible no darse cuenta de las medias lunas moradas en la parte inferior de mis ojos color azabache, las cuales están lo suficientemente marcadas como para hacer notar mi falta de descanso.
Giro la llave abriéndole paso al agua, lavándome el rostro justo antes de tomar una de las toallas que dejó una empleada. El pequeño reloj en la mesilla a la izquierda de la cama indica las 3:01am cuando regreso a ella. Me tumbo esperando a que me dé sueño, cosa que no pasa, ya que 1 hora, 57 minutos después me mantengo en la misma posición: mirando a la nada del techo, con las manos cruzadas sobre el abdomen.
Decido levantarme. Luego de una ducha de agua caliente me visto con mi ropa habitual: jeans ajustados, una sudadera, medias hasta el tobillo, botas altas hasta la mitad de la rodilla y guantes (todo negro por supuesto). Tomo un bolso con mis cosas antes de cerrar la puerta con llave. Abordo el ascensor, que para mi gran suerte se encuentra vacío. Presiono el botón y una vez se abren las puertas me encamino al aparcamiento del hotel.
-Buenos días señorita Anderson -me saluda cordialmente el recepcionista del hotel.
Lo ignoro siguiendo de largo. Una vez en el aparcamiento localizo mi auto, quitándole la seguridad y deslizándome al asiento del piloto.
-Buenos días Anderson -saluda el sistema digital del auto.
-Buenos días Asli -respondo mientras pongo la llave girándola levemente hacia la derecha.
«ASLI:advanced system of latitudinal intelligence (sistema avanzado de inteligencia latitudinal)»
-¿Hacia dónde se dirige? -pregunta con su voz robotizada.
-El centro comercial -respondo.
Fija el rumbo en el GPS mientras piso el acelerador a fondo adentrándome en el tráfico de Vancouver.
-Asli sintoniza las noticias - pido e inmediatamente la voz de un periodista inunda el espacio.
«dos violadores de excesiva fama son arrestados en horas de la noche de ayer por la policía local gracias a colaboraciones secretas -informan -Ambos sujetos protagonizaron numerosos ataques en barrios ricos de Vancouver, violando a sus víctimas, asesinándolas y enterrando sus cuerpos por toda la ciudad. ¿ Quién será el misterioso colaborador que permitió que las autoridades correspondientes dieran captura a dichos sujetos luego de un exhaustivo operativo de dos horas en el bosque ? No se sabe aún, pero en nombre del pueblo le damos las gracias... Para hoy tenemos un clima nublado, va a estar nevando en la zona sur de...»
Sonrío satisfecha. Parte de mi vida la he dedicado a esto: entregar hijos de puta como estos por todo el mundo.
Me sería demasiado fácil matarlos pero eso, tarde o temprano, me pondría en evidencia acabando con el anonimato. No mancho mis manos con esa mugrosa sangre, y no por falta de valor o ganas, pero prefiero dejar sentir a las autoridades importantes temporalmente.
Mi sonrisa se esfuma de un momento a otro, poniéndome a tragar grueso al ver que la pantalla del auto se enciende con una llamada entrante de:
«ADARA» .
Suspiro y descuelgo yo misma la llamada.
-Buenos días -saluda.
-¿Qué necesitas? -pregunto directamente.
Y hasta aquí se habrán dado cuenta de que las demostraciones de afecto no son lo mío.
-A ti -comienza haciéndome voltear los ojos -G.R.E.E.N te necesita, todos lo hacemos -continua con el ya tan conocido discurso para hacerme volver -Por favor vuelve -pide en un susurro.
-Adara... -comienzo -Sabes que necesito un tiempo para sacar mis propias cuentas sin perjudicar a Green -le recuerdo.
-¿Cuánto tiempo necesitarás? -pregunta.
-No lo sé -acepto -Talvez meses, talvez años.
-¿Es en serio que un par de críos te van a calentar la cabeza al punto de retirarte? -pregunta incrédula.
-Solo... -me corto -solo dejen que las cosas cojan su cause y veremos -termino y cuelgo la llamada.
Se que si seguía con esa conversación terminaría por convencerme a volver, y no quiero poner un blanco en la espalda de cada uno de ellos.
Descarto la idea de ir al centro comercial, dando vuelta para regresar al hotel Blackbay.
-Asli reproduce música en el estéreo -ordeno.
-¿Alguna en especial señorita Anderson? -pregunta.
Lo pienso unos momentos...
-Unstoppable -respondo.
La música no tarda en inundar mis oídos. Me relajo. Y no pasa mucho tiempo cuando golpeo el volante levemente con mis dedos.
-Auto con identificación de una mafia desconocida acercándose -me tenso al oír dicha información.
Apago el estéreo. Reviso el arma que siempre está en mi espalda, la cual nunca olvido ni por error. Reviso que este cargada con mi mano izquierda mientras que con la derecha sostengo aún el volante.
Un gran choque sacude el auto, haciendo que mi frente golpee el panel de control y sangre. Miro por el espejo retrovisor y un auto negro está detrás de mí.
Vuelve a chocarme. Y otra vez más. Hasta que consigue que el motor se sobrecaliente y explote en una enorme nube de humo. Preparo mi arma, con el dedo puesto en el gatillo.
Salgo del auto. El hombre que iba en el otro coche también sale, con un pasamontañas que cubre su rostro dejando solo sus ojos y nariz al descubierto. No dudo en apuntarle con mi arma, ni el tampoco.-¿Quién te envía? -pregunto en un grito debido a la distancia que nos separa.
-Un viejo conocido tuyo -responde sinicamente.
-Bien ... ¿Y que quiere? -inquiero cortante.
-Solo quería comprobar que estuvieras bien -me quedo dubitativa -Antes de matarte -concluye.
Reacciono a tiempo pegándole un tiro en la frente, justo en medio de sus cejas. Camino en dirección a él quitándole el pasamontañas.
-Hmm, pobre, no estaba nada mal -digo en voz baja.
Reviso sus bolsillos delanteros... Nada. Los traseros... un papel... veamos...
JL.¿JL?¿Es lo único que dice?¿Qué significa?
Toco en el otro bolsillo trasero palpando algo duro y pequeño: un pendrive, el cual examino mientras voy a mi coche y tomo mi celular. Marco el número sin pensarlo dos veces...
-¿Si? -preguntan al otro lado de la línea.
-Adara, necesito vuestra ayuda.
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Rebelde sin causa
Aléatoire¿Un mundo sin crueldad, venganza, resentimientos, odio, sudor y sangre no sería un mundo justo cierto? Porque somos quiénes somos no quienes el mundo quiere que seamos y ese es justo el problema cuando una red de mentiras te adentra en un mundo el c...