Capítulo#2: G.R.E.E.N

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Muevo sin dificultad el cadáver dejándolo tirado a un lado de la carretera antes de regresar a reparar mi auto. Luego de aproximadamente media hora consigo hacerlo andar, ser educada en la mafia tiene sus ventajas después de todo. Le pido a Asli que fije rumbo hacia el lugar donde prometí que no regresaría en un buen tiempo. Me toco la frente, cuando gotas de sangre se deslizan por mi mejilla y recuerdo el golpe. Tomo una curita de la guantera poniéndola con una mano en la herida, (que no debe medir más de 4 centímetros) mientras clavo la vista al frente, concentrada en la carretera, tomando el camino que me resulta tan familiar directo a lo que llamamos "cuartel".
Aparco el auto a un lado de la carretera, cerrando la puerta con un golpe estruendoso y me giro hacia el bosque que se extiende ante mi.
Me adentro en el denso follaje justo por los tan conocidos árboles, que parecerían árboles normales y corrientes para otros, pero para los integrantes de G.R.E.E.N estaban más q claros: tenían tallados dos laureles con una intersección en la parte inferior casi de forma imperceptible, solo para nosotros. Dichos árboles indicaban un camino oculto en el bosque.

Luego de unos 10 minutos andando comienza un sendero flanqueado por helechos. Continúo mi camino hasta que veo otros laureles, diferenciandolos del resto debido a que se encuentran al revés. Y allí, justo en ese árbol me inclino hasta quedar mis ojos a la altura de los laureles de los cuales sale una cámara para realizar el reconocimiento ocular. Pone una luz de color verde abriendo una lámina de metal en la tierra, en la cual apoyo las rodillas. Despejo un poco la tierra y lo encuentro... un asidero. Lo tomo y jalo hacia arriba trayéndome muchos recuerdos: buenos y malos. Sacudo la cabeza sacando esos pensamientos. Desciendo por una pequeña escalera que da a una cámara subterránea cerrando otra vez la lámina. El descenso es como de unos 15 metros, los cuales son dolorosos debido a la estrechez del lugar, consiguiendo que me raspe el brazo y una pierna. Cuando toco suelo me sacudo la ropa quitando la tierra de encima. Me encuentro con un pasillo en total oscuridad, no es un problema dado que conozco cada rincón de este lugar como si fuera una parte de mi cuerpo. Continúo en línea recta, y ¡¡AUCH!!. Vale, esta puerta no estaba antes aquí. Busco una cerradura o algo, nada. Es una puerta lisa. Debe de haber un panel por alguna parte. Lo busco pero tampoco aparece. Miro hacia arriba de la puerta y ¡Tachan! Una cámara. Enfoco mis ojos a ella. ¡Genial! Es una cámara automática con sensores de movimiento, es decir, si siente que la miras voltea hacia ti. Me pone en la mira y pasa un escáner morado por todo mi cuerpo. Pone una luz verde igual a la del reconocimiento ocular y se abre la puerta.
No me sorprende el que ambos escáneres me reconozcan ya que pertenecí aquí hasta hace tres semanas.
Me adentro en el vestíbulo que ante mi se expande. La presencia de luz me molesta en los ojos. Hay personas caminando de aquí para allá ocupadas en sus labores.

-¡¡¡¡¡Anderson!!!!! -chilla entusiasmada Artemisa (la especialista en técnicas de combate) mientras me abraza.

-Hola Isa -devuelvo sin corresponder al abrazo.

Lo siento,¿si? Es mi naturaleza.

-Me alegra verte por aquí -dice soltandome -Ya Adara nos platico sobre las causas de tu visita -me mira algo decepcionada -Sinceramente esperaba que volvieras -acepta mientras baja la mirada.

-Artemisa... -comienzo -Sabes porque lo hice -le recuerdo -Sabes que nunca ninguna misión me quedo grande, acepto que soy la líder de esta nueva organización, pero tener a unos chicos bajo mi mando es todo un reto que se que tampoco me quedaría grande pero solo necesito un respiro -suspiro.

-Siempre has sido buena líder -dice -Y aunque no quieras, lo llevas en la sangre -sonríe.

-Ya, vale -digo.

-¿Qué te pasó? -señala los raspones.

-El descenso hasta aquí -explico.

-Vamos para que te curen -me hala con ella.

-No es necesario -me suelto y pone mala cara -Veo que hicieron reformas -pongo fin al asunto y no discute suspirando.

-Pues si -acepta entusiasmada.

Pone una mano en mi hombro invitándome a que la siga. Por el camino me plática de todas las nuevas reformas.
Este lugar no ha cambiado en tres semanas que he estado ausente, las paredes pintadas de gris, el suelo con alfombras del mismo color, trabajadores de aquí para allá con carpetas, materiales para la elaboración de armas, explosivos y todo tipo de arsenal. Todos llevan el mismo uniforme de color negro: compuesto por camisetas de mangas cortas con nuestra insignia(la cabeza de una quimera* con dos rayos cruzados y con la palabra OLYMPO debajo ) grabada en blanco y rojo y pantalones con bolsillos a los lados diseñados para guardar normalmente armas.
En realidad somos una pequeña cede llamada GREEN, que es como decir, el corazón de la mafia general: OLYMPO. Cuando éramos niños nos contaban historias sobre el por qué de llamarse OLYMPO, las cuáles el tiempo fue borrando de mi memoria, solo recuerdo algo relacionado con la naturaleza de nuestros nombres a los cuales dieron lugar las diosas que habitaban en el Olimpo de Grecia, además, claro de mi fascinación y emoción cuando nos juntaban a todos en un círculo y comenzaban con las historias. Lo sé algo... extraño y absurdo, pero al mismo tiempo fascinante, o al menos lo resultaba para niños de 7 años en ese entonces. Salgo de mis distorsionados recuerdos cuando llegamos a una puerta a la cual Artemisa da tres rápidos toques.

-Adelante -dice una voz desde el interior.

(*Monstruo fabuloso que vomitaba llamas y tenía cabeza de león, cuerpo de cabra y cola de dragón.)

Rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora