Capítulo#21: Shockeados.

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Le doy una mirada significativa a Paul, el cual la interpreta al instante. Saca su pistola y apunta a Adaxa, mientras ella me apunta a mi. Paul traga grueso, con la indecisión grabada en el rostro. Cierro los ojos y Aracne me aprieta la mano con la que sostengo la suya llamando mi atención. Dirijo la vista hasta ella, que está pálida en extremo y veo la sangre que sale de la comisura de sus labios. Niega con la cabeza y trata de hablar pero solo logra toser más del líquido rojo.
Bajo la mirada hasta la herida de bala en su estómago y algo se comprime en mi interior.

-N...no va...vale la pena -casi jadea del esfuerzo.

-Si la vale -esta vez soy yo quien aprieta su mano.

Miro a Adaxa, quien no se ha movido un centímetro.
Y con todo y la situación, sonrío.

-Hazlo -digo para sorpresa de todos -Pero primero párate como se debe, las rodillas están muy juntas -casi le suelto una carcajada cuando mira hacia abajo acomodándose justo como le dije -Muy bien. Justo así. Ahora que estás bien parada reúne los cojones que te faltan y jala ese gatillo -oculto lo mejor que puedo el desespero por socorrer a Aracne.

-Creo que no estás en posición de hacer esto -sonrie.

-Tu tampoco -contraataco y Paul quita el seguro del arma al igual que ella.

-Antes de cometer cualquier estupidez debes saber qué tu hermana no mató a vuestros padres -frunce el ceño.

-No digas idioteces -le sale una risa nerviosa.

-No es una idiotez, pero claro que vas a saber tú de eso, si mírate aquí, dándole un tiro a tu hermana mientras no puede defenderse -vuelvo a sonreír y se le desfigura el rostro.

Y, vale, no me esperaba en absoluto lo que hizo.
Jala del gatillo y maniobro rápidamente para esquivarlo, sin conseguirlo del todo, ya que la bala me roza el brazo abriendo paso a un chorro incontrolable de sangre que me hace marearme. Doy un respingo con el sonido de un disparo a mi derecha y los ojos azul marino de Adaxa se anclan a los míos con terror. Al mismo tiempo llevamos la vista a la herida en su pecho, para que luego su cuerpo caiga inerte al piso.

No pierdo tiempo analizando la situación y vuelvo con Aracne, la cual tiene los ojos cerrados y las manos sobre el abdomen, cubriendo la herida. Abro mucho los ojos y niego frenéticamente.

-¡¡PAUL BUSCA AYUDA!! -chillo fuera de mi.

En vez de eso se acerca y pone dos dedos en la muñeca de Aracne, comprobando su pulso.

-Tiene pulso, pero es muy débil.

Corro en dirección al pasillo.

-¡¡AYUDA!! !¡ALGÚN MÉDICO!! -los pasos apresurados de varias personas con batas blancas se hacen presentes, mientras me apartan sin mucho cuidado para entrar a la habitación.

Me quedo allí parada sin siquiera pestañear, con miedo. Mucho miedo. Miedo real a perder a Aracne. Después de todo es una de los míos. Una integrante de Seven.

Paul sale con cara de pocos amigos y se me corta el aliento.

-¡Joder! -me llevo ambas manos a la cabeza con desesperación.

-¡Ey! Ella está bien por ahora -me tranquiliza posando una mano sobre mi hombro.

-Es que justamente eso es lo que me frustra y me hace querer darle patadas a un poste de la luz para descargar esto que siento -frunzo el ceño -Ese "por ahora" no me sirve -añado -Necesito la estabilidad de que todos los míos estarán bien siempre.

-Te entiendo.

-No dudo que lo hagas, pero tampoco creo que tú empatía llegue a entender mis razones -niego, poniéndome de puntillas para mirar a través de una pequeña ventana de cristal en la puerta de la habitación.

Los médicos tratan por todos los medios de maniobrar en esta misma habitación, ya que no hay tiempo. Suspiro de alivio cuando una doctora de manos temblorosas saca la bala ensangrentada del cuerpo de Aracne. Aparto la mirada para no ver nada más y tomo asiento mientras me muerdo una uña nerviosa. No sé cuánto tiempo pasa desde que Paul se sienta a mi lado y Maya aparece preocupada acompañada de Anthony. No les presto atención y continuo mordiendo incesantemente otra uña, la cual parto por accidente cuando siento la puerta de la habitación siendo abierta.

Un doctor de ojos azules nos mira con expresión decaída y temo lo peor, así que en un rápido movimiento me pongo de pie.

-Bueno señores, hicimos todo lo que estuvo en nuestras manos...

-¿Ella murió? -es interrumpido por una Maya muy nerviosa.

La miro mal y pone una expresión de disculpa.

-Como decía, hicimos todo lo posible y sobrevivió, pero no aseguro que lo haga por mucho tiempo más -cierro los ojos enojada con el mundo.

-¿Cuándo podremos hablar con ella? -pregunto al doctor.

-Señorita Anderson -su tono condescendiente me irrita aún más -La señorita Mitchell recibió un disparo luego de una pérdida enorme de sangre y como comprenderá, la transfusión que le fue realizada fue echada básicamente a la basura. Esto significa que los gastos van a salir aún más grandes -no me contengo más.

-Mire, intento de doctor barato -doy un paso para quedar a escasos centímetros de él -Si tanto le importa el puñetero dinero que puedo, o mejor aún, voy a darle -le señalo con un dedo acusador, poniéndolo sobre su pecho -Haga bien su trabajo, y grabe esto en su cabeza de doctor mediocre: si ella muere usted pasará por algo mucho peor que nadie aún ha experimentado -susurro solo para los dos y veo como al tragar se le mueve la manzana de Adán -Y créame que no quiere ser el primero. Espero que le haya quedado claro -le acomodo las solapas de la bata mientras me separo como si nada.

-Muy claro, señorita Anderson -me mira con el miedo claramente reflejado en sus ojos -Si me disculpan -fuerza una sonrisa y entra nuevamente a la habitación.

Cuando cierra la puerta tras su espalda, miro nuevamente a través de la ventanita y me doy por satisfecha cuando comienza a gritar a todos para movilizarlos.

Me doy la vuelta, mientras suspiro hondo.

Me asusta todo esto como no tienen una jodida idea las personas delante de mí. Me asustan los sentimientos encontrados que no tenía en mi desde hacía ya un tiempo muuuuuuy largo. Casi 13 años habían pasado desde que esos sentimientos se adueñaron de cada fibra de mi ser. Y aquí están nuevamente, pero no por la muerte de mis progenitores, sino por las personas que ha partir de ahora son y serán en un muy largo período de tiempo que llamamos eternidad, lo más cercano que tendré a una familia.

Elevo la mirada hasta los dos integrantes que están presentes y me deja si aliento la facilidad con que leo sus expresiones, conozco su modo de pensar e incluso noto los sentimientos en ellos. Sonrío imperceptiblemente para luego dirigir la vista hasta Paul, quién tiene la suya clavada en el techo como si éste tuviera las respuestas a todos los problemas de la humanidad. Y me sorprendo cuando noto que mis comisuras vuelven a elevarse, formando una sonrisa. No he sentido por nadie la atracción que siento por él y ahora que lo pienso... no me asustan los sentimientos encontrados. Me asusta la intensidad y firmeza con que esos sentimientos me hacen crear la determinación de hacer cualquier cosa por los míos.

Lo. Que. Sea.

Rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora