Tres días.
Tres días han pasado y J.L no ha hecho acto de presencia. Me toca tragarme las torturas que hacen a Alana junto con los gritos que ahoga en su garganta. No me han dado absolutamente nada de comer. No bromeo. Absolutamente nada. Ahora mismo podría comerme a Gael aunque si lo pienso bien, iugh.
Max ha venido a monitorearme un solo día después de despertarme aquí en el cual me hizo saber que el hombre que dijo ser J.L es en realidad su mano derecha. Así que J.L aún no tiene un rostro definido.
Resoplo irritada con el universo mientras continúo haciendo un recuento mental de las losas en el piso y los rombos que forman el techo. Mi rabia alcanza el límite cuando una intensa, agobiante y asquerosa mosca no deja de posarse en mi rostro con sus húmedas patas.
-¡¡ESCLAVO!! -llamo en un grito a Gael, el cual permanece a tiempo completo tras la puerta.
No demora mucho en aparecer con su cara de querer exterminar la raza humana.
-¿Qué quieres ahora?.
-¿Podrías matar esta insportable mosca? -pregunto escupiendo cuando el insecto que me recuerda a Anthony se posa en mis labios.
-Pero ¿tu que te has creído que soy? -eleva una ceja.
-¿La verdad? Creo que eres la ropa interior de Byron sin lavar y con mucho agujeros, pero no estamos hablando de verdades hirientes porque entonces seguro mencionaría el hecho de que es horario de almuerzo y eres el único soldado que no está en el comedor -sonrío sarcástica.
-En lugar de la mosca, me provoca matarte a ti -se acerca acechando el insecto.
-Ya, a mi me provoca estar viendo Los juegos del hambre en la soledad de mi habitación, pero ya ves, esto es lo que hay -ni siquiera pestañeo cuando, de una palmada, extermina al molesto bicho.
-Ya puedes irte -me frunce el ceño receloso y se va.
Percibo movimiento a mi lado y giro la cabeza hacia la niña que se estira hasta donde las correas le permiten.
-Hola, Anderson -saluda sonriente.
Y si. Tres días puedes llegar a ser productivos.
Alana me contó que Byron exterminó a sus padres cuando no pagaron una deuda que tenían con la organización, y todo ello cuando solo contaba con diez años. Cuatro años de múltiples torturas han pasado y su sonrisa no disminuye, ni mucho menos se borra.
»-Con solo catorce años me he dado cuenta de que el que vendió al mundo como bueno, hizo la gran estafa de su vida. La maldad habita en él, si, pero nadie tiene derecho a juzgar a nadie porque todos estamos hechos de lo mismo. El truco está en hacerle frente al mundo bajo sus propios términos. Cuando te de mil razones para llorar, romperte y desear morir simplemente tienes que hallar tres mil y cinco para sonreír, encontrar fuerza y levantarte más fuerte aún. He descubierto que el mundo no es horrible, la gente no es horrible, pero si hay algo horrible que los hizo ser como son. Por ello quiero estudiar medicina y convertirme en doctora, para que personas como Gael no tengan que recurrir a esta vida para menguar sus demonios internos. En lo personal, prefiero quedarme con lo bueno de las personas y sonreír. Sonreír mucho hasta que el mundo se canse de derrochar maldad«.
Las palabras de Alana aún dan vueltas en mi cabeza y me sorprende muchísimo que una niña de catorce años no esté llorando y rogando porque la dejen ir. Es una de las personas más fuertes que he tenido el honor de conocer. Transmite tantas cosas lindas con su sonrisa contagiosa que te dejan pensando en si el mundo es lo suficiente para llegarle a los talones.
-Entonces ¿como crees que estén tus chicos? -pregunta bostezando.
-Supongo que agobiados -la miro.
-¿Por qué?.
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Rebelde sin causa
Aléatoire¿Un mundo sin crueldad, venganza, resentimientos, odio, sudor y sangre no sería un mundo justo cierto? Porque somos quiénes somos no quienes el mundo quiere que seamos y ese es justo el problema cuando una red de mentiras te adentra en un mundo el c...