Capítulo#9: Seven

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Y aquí estoy de nuevo, en el apartamento, con el dolor de cabeza latente.

-¿Aracne? -llamo en voz alta tirándome en el sofá.

Después de todo lo que hablé con Adara creo que tomé una decisión. Bueno, creo no, estoy segura.

-Atenea -la chica de ojos azules se para frente a mi.

-Reune a todos -ordeno poniéndome en pie.

-¿Ahora? -pregunta.

-Ahora -contesto -¿Hay algún problema? -inquiero arqueando una ceja.

-No, ninguno -podría jurar que está nerviosa.

-De paso, me alcanzas un calmante o algo -me doy la vuelta y subo la escalera.

Me encierro en la habitación. Tomo una ducha y para mí suerte alguien acondicionó un clóset con ropa (negra en su totalidad) para mí. Tomo unos vaqueros y un top corto. Salgo de la habitación y me encuentro a Aracne en el pasillo.

-Iba a tocar -señala la puerta -Aquí tienes -me extiende dos calmantes y un vaso con agua mientras asiento -Los chicos ya van para la sala de reuniones -avisa.

Le entrego el vaso y camino hasta la última habitación.
Cuando entro no hay nadie así que me dedico a observar todo en las pantallas frente a mi. En una mesa hay varias carpetas apiladas. Voy a por ellas: son los historiales de cada uno de estos chicos, su nombre, fecha de nacimiento, mafia en la que fueron educados (Aracne en la mafia rusa, Anthony en la canadiense, Maya en la irlandesa, Enzo en la italiana, Derek en la India y Camilo en la japonesa), historial criminal, historia de vida. Me dedico a leerlas por encima.
La puerta se abre haciéndome girar. Los chicos ya están aquí y yo paso saliva mientras busco la forma de comenzar.

-Aquí nos tienes -dice Anthony.

-Tomé una decisión respecto a nosotros -inquiero -Se que muchos de ustedes han estado nerviosos por los acontecimientos que han tenido lugar desde que estamos juntos -comienzo -Y hacen bien, los nervios y el miedo te mantienen alerta -añado antes de continuar -No les voy a mentir diciéndoles que desde que nos unamos seremos la mafia número 1, porque ese puesto hay que ganárselo, pero lo pelearemos -aseguro -Tampoco voy a decir que sus cabezas no tienen precio -se miran -Estaría mintiendo, porque desde el momento 0 que decidieron pertenecer aquí, fotos de sus caras están en las ruletas de las mafias que quieres escalar y llegar a la cima -continuo -y nosotros le hacemos estorbo, pero lo que no saben es que nosotros, siendo SEVEN, somos mejores que ellos en muchos aspectos. Pelearemos el lugar, vengaremos las muertes de quienes no debían morir y desde ya estamos haciendo una promesa -me impongo.

Tomo una copa, la cual traía en la mano desde que llegué, uno de mis cuchillos aguja y pongo encima de la mesa una caja de fósforos.
Siguen cada uno de mis movimientos con la vista.
Con el cuchillo corto mi palma de extremo a extremo y vierto la sangre que emana en el interior de la copa.

-Aquí frente a ustedes, mafiosos despiadados enseñados a infligir daño, prometo por la sangre que corre en mis venas ser fiel a la organización mafiosa SEVEN -una vez vierto la suficiente cantidad de sangre abro la caja -hasta el fin de los tiempos -concluyo encendiendo un fósforo y tirándolo dentro de la copa.

Todos me miran.

-¿Quién es el siguiente? -pregunto elevando las cejas.

&&

Todos hicimos nuestras promesas. La mía dirigida a la organización y la de ellos directamente a mi.
Bien. Básicamente estas promesas abarcan que darían su sangre antes de abrir la boca para delatar a la organización o a mi, y pondrían su vida para salvarme. Y en eso consisten .
Luego de todos verter su sangre en la copa y tirar un fósforo cada que terminaban:
-Somos SEVEN, por hoy y siempre, por los siete fuegos prendidos a siete tipos de sangre unidas en una sola, por las siete puertas del infierno en las que quedarán sometidos enemigos, por las siete vidas unidas en un solo destino y con un solo propósito.
Había recitado yo luego dejando la copa en el centro de la mesa y saliendo de allí.
Listo. Ya estaba. Ahora era líder de una mafia, o no, mejor dicho... líder de la mafia SEVEN. Nuestra mafia.

Siento los pasos de alguien a mi espalda, volteo encontrándome con Anthony.

-Quería saber si darías tu primera orden -se excusa enderezando la espalda.

Sonrío para mí.

-Si, de hecho quiero un cargamento completo de armas de alto calibre -ordeno -Dales la posibilidad a los chicos de decidir si quieren un modelo de arma en específico y que la traigan también -me volteo -Para mí quiero otra Glock 17, mejor dos que una -añado y asiente.

-¿Quieres que te acompañe alguien? -me pregunta.

-No -niego -Ese es otro punto que trataremos luego.

Salgo del lugar en dirección al hospital.
Una vez allí pregunto por Adara y me informan que hoy en la noche le darán de alta. Indago el número de habitación del chico. La enfermera de recepción me indica con la cabeza una puerta justo frente a nosotros, asiento. Entro sin tocar (como se habrán dado cuenta dar privacidad no es lo mío... tampoco). El chico desvía la mirada- que antes estaba en la T/V - hasta mí sorprendido.

-Hola -trata de acomodarse y hace una mueca de dolor al intentar sentarse -Lo siento -se disculpa como si fuera su culpa.

-No tienes por qué -me acerco y desvía los ojos -¿Cómo te encuentras aparte de lo obvio? -sonríe aún mirando hacia otro lado.

-Un poco magullado pero bien -fija su mirada en mi -Claro está, que me da un poco de vergüenza el que una chica tan linda e inteligente se haya recuperado en menos tiempo que yo, siendo hombre -quien desvía la vista ahora soy yo.

-Bien -hecho mi cabello detrás de mis hombros centrándome -¿Cómo te llamas? -indago.

-Paul -responde.

-Soy Atenea -medio sonrío.

-Un gusto -extiende su mano y la estrecho.

-Ahora -comienzo -necesito saber ¿quién eres y qué hacías allí? -demando adoptando una pose sería sin soltar su mano, haciéndolo tragar grueso.

Rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora