Capítulo#17: Como roedor a la trampa.

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Dedicado a: Luisa260u

«¿Dolida?» Si, bastante.
«¿Con ganas de matarla?» Si elevado a 100.

Luego de que Derek enviara el mensaje:
Ven a la ubicación que voy a enviarte, necesito hablarte de algo urgente.
Ya no había vuelta atrás.

Los chicos me atan de manos y pies en la misma silla de antes, mientras yo solo suspiro ensimismada en que todo salga según lo previsto y la rata caiga.

-Oye -me saca de mis pensamientos Enzo.

Lo miro a la espera de que continúe.

-¿Cómo conseguiste que parecieran de verdad estos golpes? -pregunta mientras lleva su dedo a uno de los moratones en mi mejilla.

Ya que no tengo manos con las cuales darle un puñetazo, pues lo que me sale es tratar de morderlo. Aparta el dedo asustado y con el ceño fruncido.

-Será porque son de verdad -volteo los ojos -¿No te jode? -niego con la cabeza -Le pedí a Adaxa que los hiciera para que mi aspecto diera más credibilidad a la situación -explico.

-Vale, tomo nota mental de no tener de enemiga a Adaxa -evalúa los golpes en mi rostro con una mueca.

-Como sea, ponme el maldito pañuelo -ordeno y lo coloca con sugestiva suavidad sin dejar en ningún momento de mirarme a los ojos.

-¿Qué? -enarco una ceja.

-Nada -sacude la cabeza nervioso, mientras termina de colocar el trozo de tela -Es solo que...

-¡¡ENZO!! -le grita Anthony antes de que añada algo más.

El aludido me da la espalda molesto.

-¡¡Joder Anthony!! ¿Algún día vas a dejar de gritarme? -pregunta en otro grito.

-Eh tío, tranquilo -una sonrisita ladeada aparece en su estúpido rostro -No interrumpí nada, ¿o si Atenea? -me pregunta en otro grito.

Me tomo la molestia de con saltitos girar la silla hasta quedar de espaldas a él para mostrarle el dedo corazón.

Los chicos se ríen a carcajadas. «¡Dios! No tienen remedio». Pero así sin remedio los prefiero, a que sean traidores.
Este pensamiento me devuelve a la realidad, recordándome que no estamos de vacaciones, ni en nuestro departamento, sino en una sucia bodega esperando a que la traidora caiga.

Busco los ojos de Paul, el cual se ha quedado mirándome más de lo estrictamente necesario. Cuando nota que lo observo, entrecierra los ojos en mi dirección y mi mirada le dice lo que quiero que haga.

-Chicos, callaos ya -ordena -Cada cual a sus lugares -susurra cuando se escucha el estruendo de la puerta de entrada.

«Ya está aquí».

***

Los pasos apresurados de Aracne adentrándose al lugar me tensan. La cosa empeora cuando mi pecho se comprime al descubrir la triste y jodida realidad del asunto al sentir su voz en un grito ahogado.

«Vino corriendo, o caminando muy deprisa».

-¿J.L?

Cierro los ojos, suspirando pesadamente.

-¡Joder! -exclama cuando me ve -¡Atenea! -susurra.

Mi confusión roza el récord Guiness cuando lo único que veo en sus ojos es una genuina preocupación mezclada con culpa al mirarme.
Aparta la vista molesta cuando nuestros ojos se encuentran.

«Eso, dándolo todo a la hora de parecer secuestrada y vulnerable».

Abofeteo a mi subconsciente mentalmente, mientras trato de parecer lo más lastimada y sin fuerzas que me permite mi nivel de actuación.

Rebelde sin causaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora