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Justina estiró las piernas, desperezándose. Se había pegado una siesta larga pero el aviso del capitán indicando que estaban próximos a aterrizar la despertó. Se acomodó el buzo y agarró su neceser para ir al baño antes de que indiquen que tenía que sentarse y ponerse el cinturón. Una vez en el cuartito se lavó la cara y eligió una crema para hidratarse la piel; tantas horas de vuelo habían sido duras para su cutis. Además, aún tenía la frente y los cachetes colorados después de tanta exposición al sol. Se peinó, aplicó otra crema en el contorno de sus ojos y se maquilló. Últimamente se había acostumbrado a que le saquen fotos cada vez que llegaba a un aeropuerto.

Desde su ruptura con Lucas, Justina se había dedicado a trabajar más que nunca. Cambió a su Manager, decidiendo que el anterior no estaba siendo suficiente, y desde que Pablo Pulsen había llegado a su vida, le sobraba trabajo. Él trabajaba con modelos internacionales, y cuando aceptó reunirse con la morocha, ella casi se cae de la cama de la emoción. Eugenia y ella habían salido a beber para despedirse de su vida vieja. La rubia también modelaba, y había logrado un contrato para una marca basada en Italia que le ofreció una casa hermosa para que se mudara, y Justina sabía que para el tipo de trabajo que quería hacer, no podía tener mala imagen; se acababan las noches de joda y escabio.

Tanto trabajo la había distraído de su ex, y había funcionado excelente su plan de no pensar volver. Lucas le escribía casi constantemente, se había disculpado mil veces, e incluso había dejado de seguir a todas las chicas que no eran familiares en Instagram, pero eso a Justina le importaba un carajo. Él terminó por cerrar sus redes sociales, borrar contactos, e incluso dejar de salir; iba derecho al club y después de vuelta, pero ya era tarde. Nada de eso importaba.

Justina se dio cuenta de su valor, y empezó a desesperarse por haber perdido tanto tiempo con un chico que no estaba a su altura. Sobre todo cuando empezó a escuchar historias de todas las veces que él la había hecho cornuda. Ya no se enojaba, le daba gracia. Una de las últimas veces que salió antes de empezar a trabajar, una chica borracha se le había acercado con los ojos llorosos, pidiéndole perdón. Le contó que había estado con Lucas en el Gol, en frente de su departamento, y que además él entró el auto al garaje del edificio y la dejó sola en la calle. Se sintió mal por ella, y terminaron abrazadas hablando de que al final, eran todos iguales.

La morocha estaba disfrutando el trabajo, pero habían pasado meses desde que su carrera despegó, y desde entonces no se había tomado ni un fin de semana. Los días libres se las pasaba viajando de un lugar al otro, y terminaba tan cansada que llegaba y se tiraba a dormir. Estaba tan cansada que ya ni prestaba atención a los hoteles impresionantes en los que la agencia la hospedaba. Había coincidido con Euge en una sesión de fotos en Ibiza, y se quedó una noche en su casa en Milán, sólo para tomarse un vuelo al otro día por la mañana. Eugenia también había cortado con su novio, y cada tanto se reían de como al final, ninguno de los dos había debutado. Más ahora que Eugenia estaba saliendo con un jugador de fútbol "de verdad", como decía ella, aunque a veces Justina sospechaba que su amiga extrañaba a su ex.

Se terminó de poner máscara en las pestañas, guardó todo y volvió a su silla, justo a tiempo. La azafata pasó pidiendo amablemente a los pasajeros que enderecen sus asientos y se preparen para el aterrizaje. Antes de apagar el teléfono, Justina vio que tenía mensajes del grupo de Whatsapp que compartía con Enzo y Julián.

Los 3 mosqueteros

Enzurri

q onda wachaaa
ya llegaste?
Dale q el juli está re manija de verte

Araña

que dice este
igual apurate
la q tiene ganas de verte posta es ella
Foto

Un juego peligroso. | Julián Álvarez, Enzo Fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora