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-¡Envido! –Gritó Eugenia, mientras se le caía del hombro la manga del piyama que se había puesto hace un ratito.

-No podes cantar envido, boluda, ya cantaste truco. –Le explicó Julián por quinta vez. –Justina sentía que se moría de risa, y casi se le cae la botella de gin que tenía en la mano. Miraba desde la mesada mientras reponía los vasos de Gin Tonic para ella y su amiga, Julián no podía tomar porque entrenaba al otro día, pero se venía haciendo el boludo y robaba tragos de los vasos de ellas.

-¡Truco, entonces! –Grita Eugenia.

-Dios. –Dice Julián frustrado. – Eugenia ya cantaste.

-¿Y qué puedo decir, ahora? –Pregunta, mirando sus cartas.

-Nada, ahora yo puedo decir retruco...

-¡Quiero! –Dice Eugenia, y tira un tres de espada.

-Que hija de puta. –Se caga de risa Julián, y se agarra la cara de bronca. – Na, me voy al mazo. No se puede jugar con vos.

Eugenia estaba tentada, al igual que Justi. Julián se reía, tenía el pelo despeinado y los cachetes rojos, estaba sentado en el sillón con una mano entre sus piernas, esperando que su oponente mezcle las cartas. Enzo se había ido hace rato, y Justina pretendía que no lo extrañaba. Se había quedado preocupada con toda la situación de su amigo. La morocha se acercó con los tragos a la mesita ratona y dejó ahí el de Euge, mientras se sentaba en el piso, enfrente de ellos y le daba un sorbo a su copa.

-Bue, ¿vas a seguir robando, vos? –Le pregunta Eugenia a Juli, estaba sentada de costado en el mismo sillón que el cordobés, que ni bien Justina apoyó el trago, aprovechó para darle un largo sorbo. -¿Por qué no te tomás uno?

-No puedo. Mañana entreno. –Las dos chicas re tentaron, era la décimo sexta vez que decía lo mismo, pero no dejaba de tomar. -¿Son idiotas, ustedes?, no sé de qué se ríen. –Las peleó, pero a él también le causaba gracia.

-Che, Juli. –Se puso seria Eugenia de golpe.- ¿Qué onda, ahí en el City?, ¿No hay alguno soltero? –Le ofreció el mazo para que corte, Juli se rió, pero lo hizo.

-¿No tenés novio, vos? –Levantó sus cartas después de que la rubia repartiese. – Todas iguales.

-Una peor que la otra. –Acotó Justi, dando un sorbo al trago.

-Tal cual, Juscha.

-Bueeeno, yo pregunto nomás. –Se burla Eugenia. - ¿Y vos estas soltero? –Julián, que de nuevo estaba tomando de la copa de ella, escupió el trago. –Na, que hijo de puta. –Se quejó Eugenia mientras Justi y Julián se reían. Él intentaba secar el sillón y la mesa con una servilleta, pero estaba tentado, había mojado todo. La rubia se reía un poco mientras se secaba las piernas, le habían quedado empapadas.

-Yo estoy soltero, sí, -Contestó Julián, después de un ratito, cuando se pudo calmar. Ya no sabía ni por qué se reían tanto.

-Pero ojo eh, que él es una araña solitaria. –Justi se levantó del piso para buscar un trapo, secar lo que faltaba, y de paso tirar las servilletas húmedas que Julián había dejado sobre la mesa.

-Eso. Yo no tengo Mary Jane. –Levantó la copa. –Che, esto me lo voy a quedar, ¿sabes? –Le dice a Eugenia, haciendo referencia al trago.

-Y sí, tarado, si está todo babeado. –Ambos se rieron. Juli se levantó a ayudar a la dueña de la casa a limpiar y de paso prepararle otro Gin Tonic a Eugenia. –Me sorprende que ustedes dos nunca hayan... ejem. –Dice la rubia, señalando a ambos amigos, que estaban en la cocina enfocados en sus tareas de limpieza. Julián asiente.

Un juego peligroso. | Julián Álvarez, Enzo Fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora