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Las palabras de Enzo le resonaron a Justina durante todo el fin de semana, y como Julián estaba bastante distante desde que ella se fue del partido sin avisar, la modelo había aprovechado el espacio para pensar las cosas.

La charla en la casa del mediocampista la había hecho abrir los ojos con respecto a muchas cosas, y se preguntaba por qué había decido creer tan ciegamente en Julián, por qué había decido cortar a Enzo tan fácilmente de su vida. El mediocampista había sufrido por eso, y Justina se sentía terrible. Había manejado las cosas de manera horrible.

Justina revolvía la salsa que había cocinado para esperar a Julián, él tenía ronda de prensa otra vez, por lo que iba a estar en Londres hasta tarde, y después iría a verla. La modelo escuchó la puerta, y le dedicó una sonrisa débil al futbolista, que se acercó pero no la besó como siempre, si no que le dejó un beso en la frente, y anunció que se iría a bañar. Ella puso la mesa para los dos, sirvió dos copas de vino, y se tomó la suya mientras esperaba, la verdad es que no estaba apurada para que baje el cordobés, primero porque no tenía hambre, y segundo, porque sabía que tenían que hablar y le preocupaba que las cosas escalaran hasta una discusión, aunque si Julián había mentido, sabiendo lo mucho que ella había sufrido por los tipos mentirosos, iban a tener un problema.

-Que pinta, Ju. –Dijo el delantero al sentarse en la mesa.

-Me alegro, espero que esté rico. –Le sonrió.

Comieron casi en silencio, los fideos estaban fríos pero ninguno comentó nada al respecto. Justina sentía el peso de sentirse engañada una vez hundirse en lo profundo de su panza, mientras que Julián hacía su mejor esfuerzo por no enojarse.

Lavaron los platos en silencio, con la rutina de siempre; ella lavaba y él secaba y guardaba. En la mesa sólo quedaban las copas y la botella de vino, casi vacía.

-¿Cómo la pasaste el otro día con tu amiga?, no te pregunté. –Dijo él, respirando hondo, confiaba en que ella le dijese la verdad; sabía que no se había ido con una amiga, sus compañeros la habían visto y se lo comentaron. Ella inhaló, y se tomó unos segundos para dejar salir el aire.

-No me vi con una amiga, Juli. –Suspiró.- Lo vi a Enzo. –Él ya lo sabía y sin embargo las palabras le quemaron, hubiese preferido que se lo siga ocultando.

-¿Por qué me mentiste?

-Porque necesitaba aclarar unas cosas... hablar sola con él.

-¿Me cagaste?

-No somos nada nosotros, Juli...-la pregunta la había tomado por sorpresa.

-Bue, ¿a vos te daría lo mismo si yo estoy con otra chica, Justina? –ella tragó saliva, Julián notó su amargura. – Me pareció. Me chupa un huevo el título que le pongamos, no me gusta que andes con él.

-No pasó nada, igual, y además es mi amigo, Julián.

-Sí, es tu amigo pero te lo garchaste.

-¿Por eso me mentiste? –largó ella- ¿porque Enzo te pone inseguro? –él suspiró.

-¿Eh?, ¿Qué te dijo?

-No importa que me dijo él. Contestame. –El cordobés tomó aire.

-No sé de qué hablas.

-No te hagas el boludo, Julián. Lo que me dijiste cuando me llamaste, eso de que Enzo se había reído de mí por estar en pedo el día del trío, ¿es mentira, no? –Él no contestaba y el silencio la estaba matando, tenía ganas de llorar. Otra vez era engañada, otra vez le mentían, pero esta vez no era lo mismo; dolía el doble la traición de la mano de alguien que quería tanto. -¿No pensás contestar?

Un juego peligroso. | Julián Álvarez, Enzo Fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora