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          -Dale, Juli, por favor. –Justina le lloraba al teléfono.

-No sé, la verdad que no tengo ganas de verte, Justina.

-¿Me podes dejar que te explique, al menos? –el cordobés suspiró.

-Bueno. Salgo de entrenar a las seis, si querés venite para casa y hablamos.

-Sí, sí. Seis y cuarto estoy ahí, ¿te parece?

-Sí. Nos vemos. –y le cortó.

Habían pasado dos semanas desde el partido de Argentina pero las cosas parecían no haberse calmado. Si bien los medios estaban empezando a olvidarse de todo lo que pasó, tanto Enzo como Julián estaban furiosos con Justina.

Enzo había recibido cada uno de los mensajes que ella le mandó, había mirado fijo la pantalla esperando que le deje de sonar el celular cada vez que lo llamó, pero se negaba a responder. Valentina estaba furiosa con él y se había ido con Olivia para Argentina sin avisar, no le quería decir dónde se estaba quedando y para colmo, el Cuti también lo había llamado y por más de que Cristian no estaba enterado de su relación con Justina, no lo quería escuchar. Había pasado la primer semana de vuelta en Londres intentando hablar con la familia de Valentina para averiguar el paradero de su hija, cuando eso no funcionó intentó contactar con Visa para averiguar dónde estaba a través de la tarjeta de crédito, pero tampoco tuvo éxito. Ahora estaba con el dolor de cabeza de lidiar con abogados porque no le quedaba otra opción. Estaba enojado por los periodistas de mierda que no medían en lo que publicaban, sin inmutarse de que le estaban cagando la vida, y estaba dolido por la traición de Justina. El mediocampista estaba haciendo todo lo posible para no volver a recaer en la joda, pero eso tomaba toda su energía, asique no había chance de hablar con la modelo, no necesitaba más problemas.

Por otro lado, Julián, quien había zafado de la exposición mediática, la estaba pasando casi igual de mal. Le costaba concentrarse en los entrenamientos y no sabía cómo empezar a procesar todo lo que había pasado en la joda, realmente no reconocía a Justina en ese estado; solamente le daba la chance de hablar porque se sentía en deuda con ella después de haberle mentido con respecto a Enzo, pero después de esto estarían a mano.

El delantero esperó ansioso que llegara la hora de entrenar, necesitaba distenderse, pero se le hizo imposible. Le fue bien en el gimnasio, levantó las pesas con facilidad, supuso que era por toda la ira que tenía adentro, pero cuando llegó la hora de salir al campo a hacer ejercicios con la pelota, no le salía nada y terminó de peor humor del que entró. Julián caminó con pesadez hacia las duchas y aprovechó para quedarse unos minutos demás debajo del agua tibia, aprovechando la tranquilidad. Sinceramente no le importaba que se le hiciese tarde, no tenía nada de ganas de encontrarse con la modelo, estaba lamentando haber accedido a la charla pero ya no había nada que hacer más que resignarse.

Al llegar a su casa, observó que en la puerta ya estaba el auto de la modelo, que bajó del auto al verlo, y entraron juntos al domicilio.

-Gracias por aceptarme hablar, Juli.

-Te la debía. –contesta él, seco.

-Mirá, primero.. ya sé que estás enojado conmigo, quería pedirte perdón. –El asintió.

-¿Algo más?

-Dale, Juli. –se acercó a él, y por primera vez el cordobés observó los ojos llorosos de Justina.

-¿"Dale, Juli" qué, boluda? Yo estaba re mal porque estabas re caliente conmigo y vos moviéndole el orto a mis compañeros, flashaste cualquiera.

Un juego peligroso. | Julián Álvarez, Enzo Fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora