19!

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          La mañana de Julián estaba siendo un poco ecléctica. La alarma nunca le sonó y para cuando se levantó ya era demasiado tarde para prepararse su café, lo cual ya lo puso de mal humor. Se viste apurado y descubre que afuera nevaba lo cual lo fastidia porque la noche anterior le había dado fiaca salir a entrar el auto y ahora estaría cubierto de nieve. Su madre estaba en Calchín desde el partido de Argentina y había aprovechado para quedarse unos días en el país para visitar familiares, pero ahora quería volver a Manchester y le estaba mandando mensajes constantemente para recordarle que le saque los pasajes, pero Julián se seguía olvidando y lo frustraba. Su madre tenía una cuenta en la tarjeta de crédito compartida con él, así que tranquilamente se podía sacar sus propios pasajes, pero siempre le pedía que lo haga por ella y le molestaba muchísimo. Esa mañana no fue la diferencia, tenía tres mensajes de su madre, a esta altura ya eran pasivo-agresivos, pero él no tuvo tiempo de responder.

De mal humor se subió al auto, que efectivamente estaba cubierto de nieve, y activó el parabrisas para limpiarlo, aunque no vio bien a través del vidrio hasta casi dos cuadras antes del club.

-Oye, Araña –lo jodió un compañero hablando con mucho acento inglés- ¿qué son estas horas de llegar?

Le sonrió pero no emitió respuesta, saludó con la mano y se concentró en cambiarse mientras sus compañeros, ya listos, salían para el campo de juego.

El entrenamiento estuvo bien, disfrutó más hacer pesas en el gimnasio que otra cosa, porque fue el único momento en el que cada uno hacía lo suyo y a Julián le encantaba. Por primera vez en el día, se da cuenta que está nervioso. Sabe que ni bien deje el club el día va a pasar a paso de tortuga hasta que se haga la hora de viajar a Birmingham a ver a Justina, y así fue.

Llegó a su casa, y enseguida se dirige a la computadora para sacarle los pasajes a su mamá, los cuales le reenvía en un mail. Suspira. Ahora qué. No tiene ganas de salir de su casa, así que se le ocurrió a invitar a su hermano a tomar unos mates.

-Dah, boludo. ¿Qué es ese centro? –putea Julián mirando la tele su hermano se encuentra compartiendo sillón con él, apretando el joystick entre sus manos. Estaban jugando al FIFA y las cosas no le salían, Rafael le roba la pelota y mete un gol, el segundo en dos minutos. –Es este joystick verga.

Su hermano lo mira como para reírse, pero Julián revolea el joystick en la mesa re caliente, y se levanta. Se acomoda el pelo sin querer encontrarse con los ojos de Rafael, que sigue mirándolo fijo.

-Pah, boludo. Dejá un problemita para el resto.

-Cerrá el orto, pelotudo.

-¿Qué te pasa, tarado? –el menor le hace montoncito con las manos. Julián hizo su mejor esfuerzo para calmarse, no se la quiere agarrar con su hermano por su mal humor.

-Estoy con un quilombo.

-Sí, me di cuenta, pajero.

-Bue tarado, dejá. –se empieza a ir para la cocina, pero su hermano lo frena.

-Contame, boludo, ¿qué pasó?, ¿tuviste bardo en el club? –Julián niega con la cabeza - ¿Una minita?

-Sí, ponele.

-Sos re cornudo seguro –lo jode el menor y Julián le pega con la mano abierta en la nuca.

-Ni si quiera.

-Uh, mal ahí. ¿Quién es?

-Justina se llama, una amiga mía –y de Enzo, pensó.

Un juego peligroso. | Julián Álvarez, Enzo Fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora