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Enzo escuchó la charla técnica, o bueno, lo que el traductor le explicó de ella. Iban perdiendo 2-1 lo cual le daba bastante bronca porque durante todo el primer tiempo no se había podido concentrar. Lo único bueno, es que del lado de los Citizens, Julián tampoco estaba haciendo un buen partido. Las cosas no se salían y si bien había podido darle una asistencia a Erling Haaland, su compañero de equipo, sabía que si no lograba hacer más, lo mandarían al banco.

Por su parte, el mediocampista estaba contento porque por primera vez desde su entrada al Chelsea, Potter, el director técnico, le había dado chance de jugar un poco más adelantado, y no tanto dando contención al equipo, como lo venía haciendo. Ésta era su chance, y si fallaba, volvería a jugar en la posición de antes, más defensiva, que si bien no le disgustaba, no le daba las mismas chances de asistir y patear al arco, que era lo que más disfrutaba hacer.

Los nervios aumentaban en su pecho mientras caminaba desde el vestuario al campo de juego, las cosas con Julián estaban tensas desde la noche que compartieron con Justina. Ambos se enroscaron en una pelea absurda, culpándose el uno al otro de la reacción de la modelo. El hecho de que ella decidiera retomar la relación con el cordobés y no con Enzo lo volvía loco; no entendía qué había hecho para merecer eso, ni si quiera le había dado chance de explicarse porque o había bloqueado de todos lados.

Enzo miró a su palco, vacío. Sabía que sería así, pero igualmente le dolía. También había mirado a su alrededor, y había reconocido a Justina a la distancia, vestida con una camiseta del equipo rival. En la cabeza del mediocampista no cabía duda; tenía que ganar el partido.

A los 36' del segundo tiempo, el equipo de los azules logró conseguir un penal, que cambió por gol, y si Enzo pasó curiosamente cerca del cordobés cuando lo gritó, quedaría entre ellos. El partido estaba empatado.

A los 47', durante el tiempo adicional, Joao Felix patea al arco, la pelota rebota en el travesaño, el defensor del City intenta rechazarla pero falla, Enzo ve venir la pelota hacia él y la revienta al arco, convirtiendo el gol que le dio la victoria a su equipo, y el primero con el club. Se golpeó el pecho de orgullo, y se lo dedicó al palco de Julián.

Al final del partido, Justina bajó a la cancha junto con el resto de los familiares a saludar a Julián, pero en los pasillos internos del estadio, se cruzó a otra persona.

-La desaparecida. –Esa voz grabe la conocía muy bien, sabía que Enzo estaba parado atrás de ella.

-Hola, Enzo. –Se dio vuelta, incómoda, para saludarlo. –Felicitaciones, jugaste un partidazo.

-¿Gritaste mi gol? –le habló canchero, con las manos en la cintura. -¿o gritás cuando te cojo nomás?

-Ah, sos un tarado. –Camina para alejarse, pero él la agarra de la cintura.

-Bue, pará. ¿Qué onda?, me ghosteas y encima te hacés la enojada vos.

-No fue así.

-¿No me dejaste de hablar de la nada?, mirá que soy medio burro eh, pero sé qué es ghostear. –hizo una pausa. – lo busqué en Google.

Ella tiró una risita, éste no cambia más, pensó.

-Ah, sos muy boludo.

-¿Qué bardeas?, encima que me quiero cultura-e, cultu...

-¿Culturizar? –preguntó ella, riéndose.

-Bue, eso, me entendiste.

-¿Enzo te pusiste colorado?

-No.

Un juego peligroso. | Julián Álvarez, Enzo Fernández.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora