La luz cálida del sol se coló a través de las persianas horizontales hasta llegar a su rostro, justo como ocurría cada mañana.
Y como cada mañana que tenía la oportunidad de quedarse unos minutos más en la cama, tiró de las sábanas para cubrirse los ojos y dormitar de nuevo; sin embargo, esta vez le fue imposible jalar de la sábana con normalidad, pues parecía haberse quedado prensada a algo. Pronto se dio cuenta de que ese algo era más bien alguien.
No era tan imbécil como para haber olvidado que en esa ocasión no dormía solo, más bien era que no se dio cuenta del momento en el que la tela había terminado de esa manera. Igual superó ese hecho con rapidez y se giró sobre su costado para quedar de cara al que aún dormía plácidamente, y una vez cómodo, se tomó un instante para apreciar el rostro relajado del peliverde, solo el tiempo suficiente para que él mismo no se sintiera como un loco por observarlo fijamente mientras dormía.
Sonrió, aprovechando que nadie en el mundo podía verle, y con una actitud mansa acarició con delicadeza un par de rizos que se desordenaban en la frente ajena. Suspiró y cuidadosamente se apartó cuando el maullido agudo de un gato solicitó su atención desde el otro lado de la puerta.
Se sintió algo extraño abandonando a Izuku sin que hubiera despertado, pero si Kuro seguía maullando a su puerta terminaría por arruinar su buen humor, y eso no estaba en sus planes. Así que se levantó, tomó una playera de su armario -pues después de la ducha rápida que se dieron antes de dormir, ni siquiera se había preocupado por vestir la pijama completa- y caminó con cierta pereza hasta la puerta. Al otro lado, como era de esperarse, se encontró con sus mascotas: el más pequeño maullando como si le reclamara por dejarlo fuera de la habitación toda la noche y la más grande frotándose en sus pies con la clara intención de pedir comida; así que se encargó de alimentarlos, verificar que tuvieran arena limpia, y, posteriormente se dirigió al cuarto de visitas a echar un vistazo al hámster dorado. El roedor no era su responsabilidad, pero al igual que Deku hacía con él, no le molestaba hacerse cargo de vez en cuando y verificar que todo estuviera bien con el animal.
Finalmente, luego de echar otro vistazo a la habitación y darse cuenta que el pecoso aún estaba en el quinto sueño, se encaminó a la cocina con la intención de preparar desayuno para dos. El menú para ese día eran unos simples panqueques acompañados de un poco de fruta picada.
Cuando estaba por terminar de preparar el té y en la sartén se cocinaba lo último de la mezcla, el de ojos esmeralda hizo aparición y con una sonrisa soñolienta caminó lentamente hasta tomar asiento en uno de los bancos altos de la isla.
—Buenos días—saludó, con voz calma y baja—. ¿Qué estás preparando?
—Panqueques—resolvió, apresurándose a buscar los cubiertos en el cajón. Acto seguido se detuvo un segundo y lo convirtió en el único foco de su mirada—. ¿Dormiste bien?, ¿Tu cuerpo está bien?
—Mejor de lo que esperaría, en realidad—contestó a ambas preguntas, estando algo avergonzado por los recuerdos a manera de flashback que se manifestaron de repente, pero siendo honesto. Una sonrisa se deslizó en su rostro lleno de pecas.
—Por lo visto lo pasaste bien—señaló con sutileza, no quería incomodar ni a él ni al otro. Real interés por saberlo era lo que tenía.
El de pecas río por lo bajo y luego respiró profundamente. Aún sentía un cosquilleo en su pecho que bajaba hasta su estómago y no tenía las palabras suficientes para expresar todo lo que pasaba por su cabeza, así que contestó con poco:
—Mucho en realidad. No me arrepiento de absolutamente nada... bueno, quizá sólo de haber desperdiciado dos oportunidades.
En el rostro pálido se dibujó una sonrisa orgullosa. Se sentía más que satisfecho con la respuesta del contrario.
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No hay 2 sin 3 || KatsuDeku
Fiksi Penggemar"No hay dos sin tres" es una frase que intenta expresar que si algo ha sucedido dos veces la probabilidad de que exista una tercera es alta, da igual si esto es bueno o malo. Para el Wonder duo, el par de héroes más poderoso de Japón, esa era la fra...