Desperté y me estiré. Me vestí y bajé las escaleras. Mi madre estaba desayunando y mi padre no se donde estaba. Ella me echó una mirada extraña, como inexpresiva.
-Effy.- dijo, no contesté. -Anoche discutí con tu padre y él se fue.- me encogí de hombros mientras me servía una taza de café y comía algo.
Subí las escaleras y me adentré en mi habitación cerrando la puerta. Genial, ahora mis padres se separarían, lo que me faltaba.
Me vestí y salí, caminé pensando en que eso me iba a distraer pero no fue así, caminar sola sin rumbo alguno era aun peor que quedarme en mi casa.
Me senté en un banco que había en la calle y vi a Julie a lo lejos, ella me sonrió, se sentó a mi lado y me miró.
-Hola Effy.
La miré. Últimamente casi no hablaba, en realidad no sabía bien por qué, sólo sentía que no tenía sentido.
-Brad me dijo que no estás bien, sabes que conmigo puedes hablar de lo que sea, ¿verdad?
Miré hacia al frente sin saber que decir.
Nosotras no éramos amigas, ella apenas me conocía, era obvio que lo decía más para quedar bien que otra cosa. Además no tiene sentido contarle lo que me pasa si ni siquiera se bien que es, sólo necesito salir y despejarme. Mañana será otro día.
-Effy, debo irme, ¿Quieres que te lleve a tu casa?- sacó las llaves de su auto.
Negué con la cabeza tratando de no llorar.
Julie se fue y yo me quedé un rato más sentada en ese banco, no quería volver a mi casa a encerrarme, tal vez debería conseguir un trabajo. Me encogí de hombros y caminé hacia mi casa, entré y cerré la puerta, iba a subir las escaleras para encerrarme en mi habitación pero la voz de mi padre me detuvo.
-Effy,- me di la vuelta.- tenemos que hablar.- fui hacia el living y miré a mis padres sentados en el sillón.
-Escucha Effy esto no es fácil... tu madre y yo nos separaremos, esto no está funcionando.
Los miré sin ninguna expresión en mi rostro.
-¿No vas a decir nada?- dijo mi madre.
Hice un gesto de negación.
-Effy creemos que estas deprimida.- dijo mi padre. Rodé los ojos, aquí vamos de nuevo con el papel de los padres preocupados, dios.
Caminé lentamente hacia mi habitación y cuando estaba en las escaleras los escuché susurrar.
-¡Eres un idiota!
-No se va a suicidar Anthea, son sólo estupideces de adolescente.
-No son estupideces, ella piensa en la muerte William, estoy segura.
-Déjala en paz, es sólo una adolescente.
-No William, ¿y si se suicida?
-Como si te importara.- dijo mi padre burlón. Sentí un dolor en mi pecho tan profundo que jamás había sentido, ni siquiera mis propios padres me querían. Les daba lo mismo si me moría o no.
Subí las escaleras casi arrastrándome y cuando llegué a mi habitación cerré la puerta y me dejé caer en el suelo. Las lágrimas inundaban mis ojos, me sentía tan triste, tan derrotada. Abrí el armario y tomé la pequeña bolsita transparente llena de polvo, hice el procedimiento de siempre y me inyecté sintiendo un placer absoluto.
(...)
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Lost in the darkness (editando)
Teen Fiction"¿Puede un corazón que ha sido destrozado volver a sentir?"